viernes, 21 de diciembre de 2012

En código morse.

Los días pasan en esta absurda carrera a contrarreloj....

Desde el principio sabía que no sería fácil, que no me resultaría agradable, que un día una palabra tuya provocaría una sacudida de felicidad capaz de parar el más fuerte de los huracanes y al día siguiente me trasportaría a la más oscura caverna.
Que las posibilidades eran pocas, que no merecía la pena jugar a ciegas a encontrar la salida de un laberinto.
Y solo pido una señal, eso si, clara, porque en estos tiempos las indirectas están a la orden del día, como los dobles sentidos y las medias verdades. Yo quiero algo claro, imposible de malinterpretar.
No digo que no duela, todo cuchillo tiene su filo pero necesito algo de tu parte, para bien o para mal.
Solo necesito una señal.


Un susurro que me ayude a encontrar la salida de este laberinto

domingo, 2 de diciembre de 2012

Camuflando miradas, negando sonrisas.

He aprendido a gritar en silencio, a llorar sin lagrimas...

Silencio.
La gente dice que hablo mucho, que escribo demasiado, que exteriorizo mucho, que no pienso cuando digo las cosas. Y yo contesto que sois unos valientes idiotas por pensar eso. Hablo, si, mucho. Pero...
¿Qué esconden mis silencios?
De todo lo que digo al día quizás lo más interesante, la idea más brillante, la palabra más bonita o el comentario más absurdo es el que no digo. El que pasa por mi cabeza y se queda ahí, pendiente de un hilo en mis labios y desaparece en  eso que llamamos silencio.
Últimamente me callo muchas cosas, muchos comentarios empapados del peor de mis venenos, muchas bromas que no digo solo porque a mi no me apetece reírme,  muchos "me importas demasiado" por no poder decírselo a quien va dirigido, y sobre todo muchos "déjame en paz, no quiero seguir así contigo".
Me hace gracia la gente de mi alrededor, pasamos tanto tiempo juntos y es tan fácil mentirles que me pregunto si de verdad me conocen, supongo que no, supongo que interpreto bien mi papel.
Y luego estás tú, de entre todos los engañados ganas por goleada, ingenuo, sin darte cuenta de que ya no hay nada. Afirmas que no puedo vivir sin ti, no te das cuenta de que ya no andamos juntos, solo recorremos el mismo camino; como cuando vas por la calle en la misma dirección que el resto de las personas, vas al mismo sitio, charlas por el camino pero nada más.
No es como antes. No eres el de antes.
Pero yo tampoco, por suerte me di cuenta de que no debo ser dependiente de ti, que no me haces falta, que tengo gente de sobra que me ayuda, que puedo vivir mi vida sola, que esto lo construyo con mis manos, sin nada más. He tenido que aprender cosas, que enfrentarme a mis miedos y no superarlos.
Pero me da igual, he asumido que la gente se engaña para ser feliz, yo también, por supuesto. He asumido que seguiré haciendo como que no pasa nada. He asumido que algunas amistades son tan intensan que se desgastan  por degracía siento que dos de ellas no son las mismas, que me dejan sola. Bueno, no siempre todo puede salir bien, y  que las cosas me salgan bien es raro, no voy a abusar de mi suerte.
Por suerte no todo es malo, también tiene sus dosis de pequeños momentos de felicidad.
Por suerte no me haces falta para nada más.



Y nuestros caminos se pueden separar.