jueves, 9 de mayo de 2013

Tras la hibernación la osa se despierta con ganas de vivir.

Juguemos a no parar de reír...


¡He vuelto! Bueno, en verdad nunca me he ido a ningún sitio, de hecho llevo los últimos... ¿meses? pegada a la misma silla donde me encuentro ahora mismo. Sí, he sido secuestrada por esa espiral de exámenes, malas caras, madrugones, cafés y pocas ganas de nada llamada Segundo de Bachiller.

Durante este tiempo he escrito algunas cosas pero acababa tan cansada de estudiar o de todo que simplemente no tenía ganas de escribirlas aquí. Algunas simplemente no las publiqué porque me parecían demasiado...tristes, depresivas, pesimistas, negativas, ¡no sé! simplemente es que  tampoco quería que dentro de unos meses las leyera y recordara todas las malas experiencias de este curso; prefiero quedarme con lo bueno.

Y es que el final está cerca! me queda una semana de clase, 6 días de madrugar, de pasear por los mismo pasillos que llevo cruzando 6 años.
No digo que no lo(s) vaya a echar de menos, pero simplemente tengo muchas ganas de empezar algo nuevo, de cambiar el decorado y los personajes de mi función.

En estos meses, o semanas que apenas he estado por aquí he tenido mucho tiempo para pensar y es que tantas horas en clase y estudiando dan para darle vueltas a todas las preguntas existenciales de la vida: ¿qué será de mi en la universidad? ¿qué pasará con mis amigos de ahora? ¿me gustará la carrera? ¿se comerá mi madre el último bollo que hay en la cocina?

He aprendido muchas cosas, como que a veces lo importante es esforzarse al máximo independientemente del resultado al final, me he dado cuenta (quizás un poco tarde) que los estudios son importantes, pero no lo son todo; que la felicidad no es un destino, ni un camino, es simplemente una decisión y que las pequeñas cosas tienen más efecto que los grandes hechos o palabras.

Y ahora me siento con ganas, con energía de todo lo demás. El deseado verano está ya aquí, tengo tantos planes que es imposible que sea un mal verano.
Los 18 me han sentado genial, me siento más madura, con más ganas de vivir.

He aprendido a valorar lo que tengo y no pensar en lo que no tengo.





He aprendido que el truco está en sonreír y pegarle la sonrisa a los que te rodean.