miércoles, 20 de diciembre de 2017

Ponle nombre a los barrotes y podrás destruirlos todos

Ya no hay vértigo en los tacones


Podría empezar pidiendo(me) perdón por no escribir en todo este tiempo y
podría inventar mil escusas pero ninguna sería tan real como decir que he estado ocupada.

Ocupada conociéndome un poco más si todavía se puede,
ocupada conociendo otros lugares, otras miradas, otras risas con acentos diferentes.

Podría hablaros de recuerdos bonitos con sabor o comida que antes estaba prohibida
o de la sudadera de las tardes tristes de estudiar que descansa en el armario casi sin usar. 

Pero no vengo a redimir el tiempo perdido,
vengo a deciros que os perdáis en el vuestro.

Que lleguéis al punto en el que no sepáis qué día es, 
que pase noviembre como pasan los terremotos que amenazan pero no destruyen.

Porque solo cuando te pierdes en tus miedos, 
en tus tiempos, 
descubres que no tienes que huir de ellos, 
que es agotador una batalla perdida de antemano.

Es entonces cuando todo tiene tanto sentido que no tiene ninguno. 

Y paseas por las calles y no te fijas en tu reflejo en los escaparates, 
y llegas tarde, corriendo, despeinada y en lugar de escusas solo sonrisas. 

Te encuentras frases bonitas como esta que te hacen pensar:

"Cuando me amé de verdad comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta y en el momento exacto, entonces pude relajarme"
(Charles Chaplin)

 Me pareció majestuosa,
mágica.

Y fue en ese momento cuando el adjetivo contenta formó parte de mi realidad constante, 
cuando por fin entendí eso que todos dicen que tienes que entender, 
que tu eres lo más importante.

No fue fácil, los artículos que te prometen quererte a ti misma en 5, 10, 15 o un millón de pasos.
Esos mienten.

Porque los únicos pasos que te llevan a quererte son los tuyos. 


Y entonces todo cobra sentido perdiéndolo por completo.

No importan las tallas, las horas, las apariencias, las ruedas de bici pinchadas,
los tranvías perdidos, las horas nunca muertas y los errores. 



Nada importa porque lo único importante es seguir tus pasos,
estar en tu propia compañía,
y después, cuando no te das cuenta miras hacia un lado y la ves, 







la felicidad que siempre ha estado ahí,
y pierdes el norte porque ahora tu eres tu única brújula