viernes, 22 de abril de 2016

Tanta confusión y yo sin mi flauta amarilla

Al final, cuando todo acabe, cuando salgan los créditos y agradecimientos, cuando se enciendan las luces de nuevo y tengas que volver a tu vida.

Entonces, ¿qué?

Te quedan las desilusiones, la curiosidad por esas aventuras que se quedaron con las ganas de arramblarte la vida.

Te quedan todas esas veces que te podían haber arrancado el vestido y sin embargo lo volviste a colgar en el armario una noche más.

Se llevaron los errores y también los que no cometiste.

Se acabo el pintalabios rojo, sí sí, el rojo, el de las fiestas, el rojo putón.

Todos esos vasos vacíos y esas cervezas sin empezar.

Esas indirectas que nunca pillaste, esas que lanzaste sin darte cuenta y todas esas otras muchas que por miedo no pronunciaste, algún día lanzarás la piedra, esconderás la mano y te pillarán de lleno.


Todos esos, "Dios, que felices habríamos sido si la vida no fuera tan caprichosa" mientras te muerdes el labio y remueves tu Nesquick en un vaso de Nutella otra tarde más, pensando en las fiestas que dejas atrás y las tardes de biblioteca que te esperan delante.


Que los días pasan no lo olvides.

Y cuanto más claro tengo a dónde voy menos entiendo a los que viajan conmigo.

Los de los iconos por Whatsapp que acaban con puntos finales.

Las almas gemelas que se quedarán en tardes de soledad en compañía.

Y todos esos torbellinos de personas que tan pronto están para todo como desaparecen.


Bueno...siempre nos quedarán las ganas de vivir, de seguir intentándolo, de probar suerte, de visitar cuentos y esperemos, algún día escribir los tuyos propios.


Que si juntas palabras, pensamientos sin sentido, luces azules y ganas de que ocurra algo te sale esto.



Total, puestos a no entender la vida, que tampoco ella me entienda.


martes, 12 de abril de 2016

Dos líneas paralelas que nunca se cruzaron

Como el ruido de un vaso al estrellarse contra el suelo

Ahí estaba ella, apoyada en la barra esperando a que llegara su café.

Con la mirada clavada en el suelo de la barra como si le desvelara el mayor de los secretos.

¿En qué estaría pensando?

Tan hermosa, tan bella, con ese mechón que me gritara que lo devolviera a su lugar.

¿Las chicas hermosas piensan en lo hermosas que son?

Yo realmente pensaba que ella no se daba cuenta, no veía que de todas las cualidades que daban belleza a una mujer ella tenía la más importante de todas: la independencia.

Se le notaba a kilómetros que era libre, que nada de lo que pudieras proponerle iba a atarla.

Que ni aunque le pintaras el mejor de los castillos en el aire, ni aunque le regalaras la luna te daría más que un pedacito de ella.

Y que daría yo por ese pedacito....

Esa ilusión que tenía al hablar, hasta cuando te contaba el más tonto de sus locos planes le brillaban los ojos.

Por no hablar de cuanto te contaba sus planes de futuro.

A veces incluso juraría que con la luz adecuada era capaz de verle las alas salirle por la espalda.

Y yo como un mísero mortal debía contentarme con esos ratos que me regalaba, nunca suficientes para saciar mis ganas de tocar el cielo.

Contentarme con verla tomar café, incluso con que algunos los compartiera conmigo, con que me mirara con esos profundos ojos marrones que me hacían querer perderme y no volver jamás.




Porque en eso consistía la belleza de las personas independientes, en que pudiendo hacer algo por ellas mismas decidan compartirlo contigo.