Hay muchos sentimientos que odio o que me hacen daño. Está el miedo, la tristeza, la melancolía...
Aunque de todos ellos, personalmente el que más me destruye es la impotencia; esa mezcla de rabia, miedo y frustación, el ver que todo se está estropeando, se está viniendo abajo y no puedes hacer nada.
Yo nunca lloro, bueno, ese nunca no es del todo cierto; digamos que habitualmente no lloro. Nunca he llorado con una película ñoña y mucho menos por un chico, pero la impotencia tiene ese poder, el de hacerme vulnerable y hacerme soltar todo lo que normalmente guardo.
La mayoría de las veces que las lágrimas se deslizan por mis mejillas son por su culpa.
Ahora me encuentro de nuevo ante ella.
Eso me hace recordar como hace 5 años, buah....5 años ya...por estas fechas, una tarde de primavera/verano quedé con Marta, una amiga. Ella estaba mal, no recuerdo por qué, puede que ni siquiera fuera ella la que estaba mal si no que fuera yo la que estaba depre. Pero recuerdo que me dijo que un día, ella estaba triste y su profesora de natación al verla así le dijo que en la vida solo hay dos clases de problemas: los que tienen solución y los que no. Y que si eso que te atormentaba tiene solución dejaras de lamentarte y lo solucionaras y que por el contrario, si era uno de esos problemas que no tenía solución, entonces no valía la pena estar mal porque no ibas a conseguir nada. Fue una cosa que me marcó,de esos recuerdos que tienes con total nitidez; siempre he tenido curiosidad por conocer a esa mujer la verdad.
Y así vuelvo a la causa de que esté aquí escribiendo en lugar de estar estudiando. Digamos que no es un problema, pero que tampoco tiene solución. Pero no puedo estar bien. Me lo propongo, anoche, mientras esperaba que Morfeo viniera a llevarme con él me di cuenta de que yo no era como hasta ahora, que yo no soy una amargada, que siempre estoy bien y que soy de las que sonríen a tiempo completo y me propuse volver a ser esa que había dejado olvidada y parecía que lo estaba cumpliendo.
Pero todos sabemos que las malas noticias siempre aparecen en el momento menos oportuno.
Y no me siento con ánimo de nada, me apetece estar con mis amigas, con la cabeza ocupada y no escribiendo estas líneas sobre una fría hoja de libreta.
Me gustaría estar entre los brazos de alguien capaz de hacer que lo olvidara todo, alguien que me me prometa que todo va a salir bien, aunque ni él mismo lo crea; o me apetece estar en la orilla del mar, con un buen libro, un día de estos de verano sin preocupaciones.
Pero estoy aquí, en la misma silla de siempre, con las mismas vistas desde mi ventana; y mañana será otro día, iré a clase, al médico, afrontaré esto con impotencia y de la mejor manera posible. No creo que cuente a mucha gente lo que me pasa, ellos ya tienen bastante con sus problemas...
Y todo sigue su rumbo, el mundo no se va a parar por mi.
Ya se sabe ''todo tiene solución menos la muerte''
Y quizás ese sea el problema....