jueves, 31 de diciembre de 2015

De mí para mí

2.0.1.5.

A diferencia del día de antes de unas elecciones, hoy sí que es jornada de reflexión.

Hoy es ese día que todos pensamos en lo que dejamos atrás, hacemos autoevaluación de lo que ha ido bien, lo que ha ido mal, lo que queremos cambiar y lo que ojalá que no me lo cambien.

Es el día de ponernos guapos porque a todos nos gusta estar bien para las presentaciones aunque sean de años nuevos.

Hoy escribimos todo lo que nos ha pasado, lo que queremos que pase y que nos encantaría que pasara. Miramos hacia atrás, a los que se fueron, los que ya no están. Los que llegaron y nos recuerdan que lo mejor está por pasar y a los que siempre estuvieron ahí.

A todos nos gusta recordar.

El último día del año, un día que no tiene relativamente nada nuevo, que quitando las 12 uvas poco se diferencia de esas noches en las que bebes hasta perder el sentido. La diferencia es que hoy se bebe para festejar o para olvidar un poquito más fuerte que otras veces.

¿Qué decir de mi 2015? si ya lo habéis dicho todo los demás por facebook o similares.

Empezaste con un dolor de piernas que pensé que ni llegaba a comerme todas las uvas y terminas con un extraño dolor, esta vez nada físico (bueh).

Este año tuve la oportunidad de acercarme a lo que se supone me gusta: los niños.

Las prácticas fueron una gran oportunidad para probarme antes los que en un futuro me juzgarán y para acabarlas con más dudas que nunca pero con muchas experiencias y recuerdos.
Y Enero se cerró por todo lo alto, porque las cosas que empiezan mal, no siempre tienen que acabar mal.


Febrero,  a ti: que puta fuiste.
Me enseñaste el efímero calor solo para que viera que también existe el frío.


Marzo fue tan yo, tan melancólico, tan sumido en recuerdos que no volverán que odié  -y odio- tanto a los veinte que a veces me desquician las agujas del reloj.

¡Qué injusticia que el tiempo nunca pare de correr!

Abril y mayo pasaron discretos, rápidos, intensos, con sus idas y venidas y con sus subidas y bajadas.

Y antes de darme cuenta ya era verano.

Un verano peculiar, rodeado de personas que fueron de paso pero que, como otras muchas veces, dejaron su pequeña huella.

Un verano con lágrimas de felicidad y orgullo. Un verano de gente que yo ya llamo familia.
un verano ante todo de tiendas de campaña, de sentimientos a flor de piel y de miradas.

Y con el verano, sus ceremonias, sus apretones de mano izquierda y sus abrazos se dejó atrás mucho más que el bikini y unas risas.

Septiembre, con su gran banda sonora real, volvió cargado de ilusión y de buenos propósitos y sobre todo cargado de 30 lobatos dispuestos a enseñarme que nunca hay que dejar de aprender, que los más pequeños nunca te dejan de enseñar algo nuevo.

Y de nuevo el tiempo que no deja de pasar, el pasado que ya no volverá.

Para cuando me fui a dar cuenta octubre, noviembre y diciembre ya eran hojas arrancadas entre enfados, frustración ante la inutilidad humana y una nueva etapa.

Y ahora aquí estamos tu y yo, 31 de diciembre.

Tiene que ser bonito ser el último día del año.
Ese día lleno de buenas intenciones, de ganas de volver a soñar y de gente que realmente quiere dejar todo lo malo atrás.

Tiene que ser bonito ser el final cuando sabes que un "buen" comienzo viene detrás.


Y el 2015 ha puesto mi vida patas arriba.

Dejándome con un futuro aún más incierto, con más responsabilidades, con un nombre nuevo, con una pañoleta vieja, con muchos planes de futuro, con el aprendizaje de que el dinero no da la felicidad pero que todo esfuerzo tiene su recompensa, con mucha gente que ha entrado y sobre todo con gente que ya tenía que salir.

El corazón me ha dado tantos tumbos que realmente siento que este año es cuando ha empezado a vivir y al hígado dejémoslo cogiendo fuerzas.

Y realmente no sé que será de mi esta noche, ni como despediré el 2015.

No sé que me voy a poner, si voy a salir, ni si alguien me enviará ese estúpido mensaje a las 00:00 que todas las treceañeras esperan.

No sé con quién empezaré el 2016 (aunque mi cama parece que ha comprado todas las papeletas), no sé que me deparará enero ni quién estará conmigo para vivir todo lo que me llegue.

Solo sé que el 31 se merece que lo reciba con ganas y con fuerzas


Ya tendré tiempo para pelearme en ver de qué color pinto los otros 365 días






martes, 22 de diciembre de 2015

Somos el tiempo que nos queda

Querido 2015

Querido año, ahora que te vas, que esto se termina y que sé que no volverás me paro a pensar, a echar la vista atrás y a recordar todo lo que me dejas.

Aún no ha pasado el tiempo suficiente para que te eche de menos, para que sea capaz de mirarte desde lejos, con perspectiva y recordarte con ese cariño con el que recordamos las cosas que sabemos que no van a volver.

Es cierto que no has sido el mejor año, tampoco el peor.

Noviembre fue una puta, pero bueno, a eso ya estoy acostumbrada.

Algunos de tus martes fueron especialmente cuesta arriba y febrero empezó con un calor en el pecho que terminó siendo hielo.

Contigo he sudado, real y metafóricamente, más que nunca.

He sufrido en forma de apuntes que ni siquiera eran para mi y he disfrutado del orgullo de conseguir las cosas por tu propio esfuerzo.

Este año me he pegado las que yo creo que han sido las mejores fiestas de mi vida y las siestas más amorosas en compañía gatuna.

Obviemos el hecho de que tener un gato me ha hecho la persona más feliz del mundo, porque si solo me fijara en eso habría sido el mejor año de mi vida por goleada.

Cuando empezó el año me propuse aprovecharte al máximo, no dejar nada por probar, no quedarme con la duda del ¿y si.....?

Bueno, el resultado no ha estado mal; algunas hostias, que se compensan con lo bueno que he sacado de todo eso.

Este año he dicho muchas veces adiós, a veces esa despedida era necesaria y otras ha sido impuesta.
Pero también me ha enseñado a valorar los reencuentros.

Sin duda ha sido un año de tener momentos en los que no te cabe más felicidad en el pecho.

He podido escuchar a varios de mis grupos favoritos y por mucho que intente explicaros lo que es cantar a gritos tu canción favorita rodeada de una masa de gente feliz hay cosas que tienes que vivir para entenderlas.

He aprendido a vivir en soledad más que nunca, a valorar mi simple compañía y a asumir que solo cuando yo sea capaz de quererme al 100% será el momento de compartirme.

También he dicho muchas veces que no, ¡y Dios que bien sienta cuando lo haces de corazón!

He escogido mi camino de la horquilla dejando atrás una etapa maravillosa de la mejor forma y he ganado 30 personitas que me están enseñando cada día cosas nuevas.

He colgado mi pañoleta tricolor que paso a ser roja para volver a ser la de siempre.

He llorado de alegría, incluso cuando sé que técnicamente eso no existe.

Bailé, bailé mucho.
Bailé borracha, bailé en compañía y bailé sola cuando nadie me veía.
Bailé en mi habitación con la música a tope y también me bailó brevemente el corazón.

Y aunque no todo ha sido bueno, aunque hay cosas que no van a volver y nunca superaré el que el pasado no vuelva, sé que te vas dejándome muchas cosas buenas, muchas experiencias y el aprendizaje de que en la vida lo que importa no son las cosas que conseguimos, las notas que sacamos, el dinero que tenemos....lo que realmente importa son las personas con las que compartimos lo que tenemos, los momentos que vivimos y los lugares que visitamos.

Así que ahora que esto se acaba, toca proponerse cosas bonitas








y sobre todo esperar con ilusión que lo que venga en el 2016 sea, por lo pronto, tan fantástico como lo que se lleva el 2015.


lunes, 14 de diciembre de 2015

Chirría

Quise jugar a juegos de mayores y me di cuenta que estaba en otra liga.

Intenté dejar la mente en blanco y sentir, dejar atrás los pensamiento y a lo único a lo que le quité el color fue a mi sonrisa.

Me miré a los ojos a ver si en ellos me encontraba y ví mareas y huracanes que se avecinaban con sus ganas de cambiarlo todo.

Sufrí dislexia emocional al confundir un error con el clavo que me arreglara los problemas.

Olvidé que la vida está llena de demasiadas cosas maravillosas como para andar tonteando con la absurda idea de que puedes controlar el futuro.

De nuevo te busqué en los pasillos, en los autobuses y ventanas llenas de polvo que no dejaban pasar la luz

Tonteé con el fuego y me quemé


Y por encima de todas las cosas me convencí que podía crear un  sentimientos sobre unas cenizas aún sin recoger



De nuevo, qué equivocada estaba

sábado, 5 de diciembre de 2015

Suerte en esta vida que nos ha tocado

¿Cómo no voy a creer en la magia?

Si he cantado a pleno pulmón rodeada de mil personas, unidos, sintiendo que nos iba a estallar el pecho

Si he visto la mismísima inocencia en los ojos de un niño

Si con una mirada me han hecho sentir cosas que no sabría escribir,

¿Acaso eso no es magia?


Me vas a negar que cuando ves algo tan tremendamente adorable, que te hace pensar que lo malo no existe, que sientes que vas a explotar de amor, ¿qué me dices de eso?

Que yo he sentido a gente cerca estando a cientos de kilómetros,
que me he encontrado contigo, entre miles de personas, en un preciso momento y lugar

¿Eso no es mágico?

¿No lo es cuando ves a un viejito medio sordo  incapaz de escuchar nada pero si entender a su esposa?



Porque si cogerte un libro y viajar a un historia no es magia no sé que lo es para ti.

Por no hablar de todos esos hechos cotidianos que pasamos por alto, como llegar y que pase el tranvía; ver una película y sentir que tu forma de vida no es la misma o conocer a alguien y que te destroce todos los esquemas.

Porque si todo eso no es magia; si las cosas tiernas, los momentos bonitos, las increíbles casualidades y los instantes que crees que te va a estallar el corazón no son magia, entonces, ¿qué lo es?

¿Los trucos esos donde hacen desaparecer cosas?

Bien, hay gente que es capaz de hacerte desaparecer los miedos con las manos

¿Las palabras mágicas?

Créeme, conozco unas cuantas que hacen auténtica magia con las personas, lo que pasa es que ya cada vez se escuchan menos


Yo realmente creo en la magia, creo en la capacidad de los demás para hacernos mágicos y sobre todo creo en la magia de las pequeñas cosas, esas que nos hacen grandes.



Pero contestame, ¿acaso no es magia que después de conocerte no haya encontrado otras palabras como las tuyas?





Y si eso no es magia,  ¿se lo explicas tu a mis manos que te buscan en cada momento?

domingo, 15 de noviembre de 2015

Para esto yo no quiero ser "humana"

No entiendo.

No entiendo la humanidad ni los humanos, las ganas de pelea, la incapacidad de respetar a los demás.

¿Qué más te da que sea cristiano, musulmán, ateo, gay o le guste bailar sevillanas encima de una banqueta?

¿Qué más te da en lo que crean o no crean? ¿a quién quieran o cómo lo hagan? siempre y cuando no hagan daño a los demás.

No entiendo las faltas de respeto, el odio por generalizaciones.

Ni todos los cristianos son la Santa Inquisición, ni todos los musulmanes son yihadistas,  ni todos los ateos odian a los creyentes.

¿quién te da derecho para generalizar? ¿quién te crees que eres para opinar sobre millones de personas por unos cuantos?

Y si nos ponemos a hablar de Francia, nadie puede justificar la muerte a partir de ninguna creencia y eso es algo por lo que no voy a pasar. Para mi, esa gente no son seres humanos, ni creyentes. Para mi no son personas.

Pero incluso en momentos de duelo, siempre están los que en lugar de querer ver los gestos de bondad, empatía, solidaridad....tienen que sacar mierda. Es cierto que se le da más bombo a los atentados de Francia sobre otros lugares subdesarrollados, pero no por eso hay que despreciar los buenos gestos.

El problema no es la religión, ni el islam, ni ninguna otra, sino los creyentes que la interpretan.

Todas las religiones son creadas por el hombre y TODAS son vividas de forma individual, me da igual que vayas a una sinagoga, a una Iglesia o le reces al microondas.

Ninguna religión defiende la muerte porque la religión lleva intrínseco la búsqueda de paz.
Así que si estás matando en nombre de un Dios estás haciendo lo que te sale de las pelotas buscando una excusa para matar.

Pero por favor un poquito de cabeza, no culpéis a los que interpretan como quieren las cosas, no culpeis a los que viven su fe de una forma pacífica o correcta atacando a todos y sobre todo, tanto ateos como creyentes, tener siempre presente que las escrituras en las que os apoyais (ya sea para estar a favor o en contra) son documentos antiguos, tienen un contexto y eso nunca debe olvidarse, que a veces parece que habéis perdido el sentido común.

Pensamiento crítico, tener vuestra opinión en todo.
Que seas cristiano no significa que estés a favor de las violaciones de niños por parte de curas, ni del dinero que tiene la Iglesia. Ni ser ateo significa que desprecies o te rías de los creyentes (y estos solo son ejemplos). Tu debes tener una opinión y unos valores por encima de todo independientemente del colectivo al que quieras pertenecer.

No seáis borregos y abrir un poquito los ojos.

Y es cierto que la muerte no tiene excusa.

Pero tampoco las ganas de bronca.

Hoy he leído tantas barbaridades que hasta he dejado de leer porque realmente me asusta el hombre..

Los que dicen que debemos acabar con todos los musulmanes (claro, matemos a miles de personas "por si acaso"), como los que dicen que todas las religiones son lo peor y solo rezan a "amigos imaginarios" (así, ¡ale! No solo generalizo la fe, las personas y sobre todo su forma de vivirla sino que con dos cojones hablo en nombre de todos)

Y la religión es solo uno de los temas en los que la gente menos respeto tiene. Los machismos, feminismos y demás, la sexualidad, los toros, la inmigración....en definitiva, cualquier tema en el que haya dos opiniones o formas de interpretarlos diferentes

No entiendo la humanidad..


Realmente ¿tanto os cuesta entender que cada persona vive su vida, religión, sexualidad, gustos etc de una manera?

Hay cosas que no se pueden permitir: los abusos, los atentados, la violencia, el acoso....
En eso estamos de acuerdo todos (o eso espero),

pero si no hacen daño a nadie, ¿por qué os molesta tanto que vaya a misa, que se acuesten dos hombres o que se pongan un filtro de colores?

Todos deberíamos estar de acuerdo en que tu libertad (en cualquier aspecto) termina donde empieza la mía...

Pero no me seáis hipócritas y pongáis entraditas en fb y tuits defendiendo la paz mundial si lo haces faltando al respeto.

¿Que crees que la religión solo trae muerte y adoctrinamiento? Perfecto! Me parece parece magnifico y respeto tu opinión pero no la expreses faltando a los demás, no impongas lo tuyo sobre lo mío porque en ese momento estas perdiendo toda la razón que crees que tienes.

Hoy he perdido más la fe en la humanidad aún si cabe, ni vídeos de gatitos ni noticias de gente buena pueden hacer que me sienta mejor.

Hoy me da asco ser humana, por los atentados, por los que los aprovechan para atacar, por los que hablan de superioridad....

Y ahí estamos nosotros, el hombre.

El ser que se impuso sobre la naturaleza y domino el planeta, el que fue capaz de evolucionar para luego acabar destruyendo todo lo que le rodea.

El animal "inteligente"....por favor no me hagas reír que hasta los perros son mas leales y respetuoso entre ellos.


Porque hasta en algo tan mundialmente querido y deseado como la paz se está convirtiendo en racismo, faltas de respeto, y como siempre la imposición de unos sobre otros.

Ni tu tienes la verdad absoluta.

Ni los demás están equivocados.

Un poquito de respeto y cordura por favor.







Tampoco pido más.


PD: Y sí, me pongo la banderita en el fb y la fotito de la entrada, no porque piense que las muertes en otros países son menos importantes, porque crea que hay muertes de primera o de segunda o porque piense que estoy ayudando a la paz por ponerme un filtro de colores. Me la pongo porque es una forma de mostrar mi empatía y sencillamente porque me da la gana. Como si me apetece ponerme un mono lavándose los dientes que por lo menos tendrá la boca más limpia que muchos de vosotros.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Pisando charcos

Estaba guapa hasta el éxtasis 

Así era ella. Sencillamente magnífica

No desde el punto de vista físico donde sus curvas eran dignas de recorrer sin límite de velocidad. Ni tampoco desde el punto de vista intelectual, aunque créeme que la atracción mental la inventó ella.

Era algo que escapaba a toda lógica, a cualquier sentido y a toda regla que pudieras encontrar.

Es ella y nada más.


Y muchos no la ven, pero está ahí.

Inocentes caballeros sin escudo ni blasón por el que luchar que ciegos buscan princesas que rescatar de torres que no existen solo con la esperanza de poder pillar algo más que sangre real.

Pero a ella la tienes ahí, sin cuentos ni hadas.

Haciendo ruido en frecuencia exclusiva y sonriendo en todas las ondas que pudieras captar.

Así que ata en corto la cordura porque ella siempre va pisando fuerte
Conquistando mentes y ansiando corazones.



Ata en corto la razón porque ella promete nublartela siempre.


domingo, 1 de noviembre de 2015

Hagamos todo como la primera vez (o mejor)

Voy a volver....

Voy a volver a buscarte en cada esquina,
a reconocerte en cada semáforo.

Voy a volver a perder mil noches imaginando escenas en mi cabeza,
luego si quieres te dejo escoger la que más te guste.

Voy a volver a pasar horas dando vueltas a conversaciones pasadas.

Voy a volver a tener frío solo porque tu no estás.

Voy a volver a versarte,
aspirando a besarte.

Voy a repetir mil miradas que no van a ninguna parte,
hasta que te des cuenta de que lo que buscas lo tienes delante.

Voy a agachar la cabeza cuando me hables de otra,
y volver a sonreír cuando me cuentes de que os va genial.

Voy a volver a escribir entradas buenas,
porque no hay mejor inspiración que lo que duele.

Voy a volver a esperar tus mensajes
que nunca ponen lo que yo espero.

"Voy a volver a quererte




Voy a volver a esperarte aunque no vuelvas del todo"

viernes, 30 de octubre de 2015

Tú la cerveza yo la espuma

Estábamos borrachos de la situación,

Embriagados de compañía y con ganas de otra.

- La última y me voy, ¡lo prometo! - me mentía a mi mismo

Ella me nublaba todos los sentidos, cada vez que se apartaba el pelo de la cara, despreocupada mientras seguía hablándome yo perdía el hilo de la conversación y solo podía pensar en las ganas que tenía de quitarle ese mechón que le caía sobre los ojos.

Y yo quería otra ronda más.

porque cuando me sonreía yo me volvía espuma.

Quería olvidar, ahogar las penas, mandarlas al fondo del vaso, que se convirtieran en residuos de noches pasadas.

¡Dios, qué ganas de que seas mi resaca!

Y a cambio yo prometo  seguirte el ritmo, no derramarte ni buscar más compañía.

Prometo dejar atrás mis dudas, pulir tus inseguridades y besar tus "y si..."  hasta que se volvieran tan pequeños como mis "peros"

Oh, vamos, salgamos a la calle.
Salgamos como si no nos hubiéramos desnudado literariamente hablando.

Como si no me hubieras leído hasta con las manos.

Pero el vaso tiene fondo, y yo lo apuro y tu no estás abajo.

Así que cada noche saldré a buscarte en cada copa, yo prometo no dejarte a medias abandonada en cualquier barra.


Tu solo debes estar tan chispeante como siempre





Y de que te olvides de todo y te diviertas ya me encargo yo.


A metros

Dicen que a las tías nos gustan los chicos malos.

A mi me deben de gustar los idiotas.

Los que no ven mas allá de su nariz, los que no se dan cuenta de lo que pasa a su alrededor o los que quieren hacer como que están ciegos....

Si tuviera que describir mi currículum sentimental con una palabra seria suficiente:

Catastrófico

Como esos huracanes que destruyen todo pero que son ciertamente bellos si sabes como apreciar su belleza.

Como cuando llegas a la cima de la montaña y te prometes que no volverás a subir ni las escaleras y luego siempre quieres más.

Siempre buscas más.

Porque si ellos son idiotas yo no soy mucho mas espabilada.

Dejando pasar y buscando sin encontrar.

Y entre medias el frío que entra y las contracturas que no se van.

Quizá ya va siendo hora de que ponga un anuncio en el periódico
"se buscan unas manos dispuestas a acabar con los miedos y de paso compartir el café matutino"

O lo mismo debo acostumbrarme a esta nueva sociedad de amor de madrugada, de noches de un revolcón y de tardes de "leídos" en whatsapp.

Quien sabe.


Lo mismo es culpa de mi mal gusto que lleva tu nombre

viernes, 23 de octubre de 2015

Háblale de mi, a otro como yo.

Hay un calor que solo te lo puede dar unas manos ajenas

Si, tú, no te hagas el tonto.
No hagas como que no sabes de lo que hablo; no me vengas con el rollo ese de que no te hace falta  nadie.

Y es que yo soy la primera que defiende que no hay nada más importante que el amor propio, que lo que tu das por ti no lo va a dar ninguna otra persona.

Soy de las que afirman con la mano en el corazón y con promesa de meñique que no me hace falta nadie para estar completa; que yo soy un todo no la media mitad de nadie.

Pero eso no quita que todos busquemos ese suplemento, esa persona que haga que tus días feos sean un poco más agradables, que los martes sean menos martes.

Alguien que te pregunte qué tal el día, y no hablo de tu madre que te pregunta hasta que te vas a hacer de comer.

Una persona con la que compartir manta en las tardes sin fuste de noviembre (Dios, cómo te odio noviembre).
Que es cierto que la manta puede ser de uno, pero siempre te entrará frío por el lado, el lado que en el fondo tu también quieres que este ocupado por alguien.


Y no hablo de nadie en concreto, esto no es una declaración de intenciones, una de esas tantas veces que escribo aquí lo mucho que me frustra tener que hacerme un gusano al ver la tele porque me sobra manta y me falta calor.

Pero todos lo buscamos.

Para algunos es solo sexo, para otros alguien con quien reír, una persona a la que acudir cuando a las 4 de la mañana te duele tanto la barriga que quieres decirle tus últimas palabras por si mueres sin que tu gato sepa lo mucho que lo quieres.

Y es que el frío es una putada, solo sirve para que te sientas sola.

O bueno, esa es la visión de quien nunca lo ha pasado en compañía.
Supongo que para las parejas felices que pasean de la mano acurrucados, que se enfrían jugando a meterse las manos por la espalda o que simplemente se mandan mensajes diciendo el puto frío que hace por la mañana cuando pierdes el tranvía el frío será genial.

Bueno, pues yo cuando pierdo el tranvía lo pongo en tuiter y con suerte algún otra alma desamparada me da RT, como diciéndome "hey oye, que yo tampoco tengo a nadie a quien quejarme de pasar frío con cara de idiota"

Que 20 noviembres son unos cuantos.
Incluso cuando no te acuerdas de todos.

Así que no me vengáis con artículos hipócritas sobre que no necesitais a nadie, como que os da igual que nadie os pregunte que tal el día cuando llegas a casa y te quitas las 3 capas de ropa que llevas.

Puede que no sea una necesidad, pero si un complemento, una ayudita para hacer la vida un poquito más bonita.

Y esa persona no tiene porque ser una pareja, puede ser un amigo, un compañero de clase, la vecina del quinto que hace unos bizcochos riquísimos...

Pero no me digas que tu no lo buscas, que te da igual.



No me digas que te resulta indiferente que te regalen un poquito de felicidad.



Porque sé que el frío que yo siento también lo sientes tu.





jueves, 22 de octubre de 2015

Las mejores reflexiones siempre son después de una fiesta

Con el sabor de la alegría aún en los labios.


Si bien todos estamos de acuerdo en que las resacas son lo peor, yo pienso que los días post-fiesta son importantes.

Cuando te despiertas después de haber estado en estado catatónico 12 horas durmiendo y descubres que el mundo ha seguido girando mientras dormías la mona.

Y tus padres que te han llamado por teléfono, y los grupos que ya están petados de fotos, y tus compañeras que han vivido una tarde más que tú.

Porque el mundo siempre sigue girando, ya estés durmiendo, aprovechando el tiempo o tirada en el sofá como un oso en invierno.


Pero los días post-borrachera son importantes. 

Ese 1 de enero que cuando te despiertas, sin saber cómo has llegado a casa y entonces te pasas lo que queda de día pensando en que este año lo vas a llevar todo al día, te vas a perdonar con nosequién, vas a ir al gimnasio....y todas esas cosas que tu realmente el día 1 de enero piensas que vas a hacer.

Bueno pues hoy le doy vueltas al ayer.
Al ayer en general y al ayer como día concreto.

Me acuerdo de mis novatadas, de volver a mi casa no sé ni cómo, con dos huevos en la cabeza, chorreando mierda y con un olor poco recomendable.
Y me acuerdo de ese éxtasis de emoción después de la primera fiesta con los que me iban a dar el follón por lo pronto dos años más.

Hoy pienso en los pollicos de ayer, en el subidón de ser tu la que los llena de mierda y en ver como algunos hablaban entre ellos por primera vez.
Y mirarlos y pensar "jo, que monos, lo que les queda por pasar juntos"

Y en ese momento es cuando te sientes la persona más vieja del mundo, cómo un árbol de raices grandes que ve a las hojas crecer y caer sin poder hacer otra cosa que resignarse y disfrutar de la belleza del paso del tiempo.

Porque eso es la vida, resignarse a asumir que no puedes ir contra las horas, que tienes que aprender a ver la belleza de que todo es efímero.

De que no sirve de nada enfadarse con alguien, que incluso a muy muy largo plazo, da igual cómo te haya salido ese examen que te tiraste horas y horas empollando.

Porque la vida siempre sigue, incluso aunque ese examen fuera decisivo, y por una décima no lo sacaras.
La vida va a seguir, ¡tu vida va a seguir!

Por un camino o por otro.

Pero sigue.

Como los 20, que siguen.
Que por más que quiera frenarlos pasan los días.

Días de cambios y despedidas.
Días de horquillas y huevazos.



En definitiva, días de hacernos mayores y de asumir que no vamos a tener una vida de serie americana, que no vamos a ser niñeras o camareras en un burguer, sacando matriculas de honor en todo y saliendo con el guapo de la uni todo eso mientras tienes un grupo de amigas super genial que con las que comer helado sin engordar.

Que no vamos a ser posiblemente ni tan geniales ni tan fantásticos como nosotros mismos esperamos.


Vamos a ser sencillamente nosotros.






Con unos años más, con más experiencias que contar y con más cosas por lo que mirar atrás.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Jornadas de reflexión en tu reflejo

Justo en ese momento se le dio la vuelta a la tortilla

Durante toda mi vida he pensado que mi mayor cualidad es la responsabilidad y mis ganas de querer hacer mil cosas.

Mi ansia por no tener ni un hueco libre en el que aburrirme.
Mis ganas de aprovechar la vida al máximo sin dejar que se pierda ni un minuto tontamente.

Ahora me doy cuenta de que esa no es mi mejor cualidad sino mi mayor defecto.

Todo este tiempo he querido abarcar más de lo que podía.
He buscado apretarme tanto la agenda para no aburrirme que he acabado viviendo los días sin disfrutarlos, solo como una sucesión de cosas que tengo que hacer: ir a clase, hacer la comida, ir al gimnasio, hacer cosas de clase, salir con alguien....todo se reducía a una mera lista de cosas que hacer antes de acostarme a dormir.

Siempre he preferido el estrés de tener que hacer muchas cosas a la desesperación de no tener nada que hacer.

Hasta que me he dado cuenta de que lo que busco no es tener toda mi vida completa de tareas por hacer, si no que las tareas que haga me completen la vida.

Muchas veces he escuchado eso de "no vivas para trabajar sino trabaja para vivir"
y muchas veces lo he ignorado porque yo no "trabajo".

Que idiota he sido por no darme cuenta de que la felicidad no es la ausencia de aburrimiento,
si no disfrutar las cosas que haces.

Y aunque de un tiempo a esta parte he estado eliminando a la gente que no me aporta nada, he dejado de vivir para los demás y terminado con las cosas que no me aportaban, creo que es momento de plantarme frente a mi misma y ordenar mis prioridades.

Dejar de leer páginas que te dan truquitos para ser feliz y sencillamente vivir la vida que por fortuna me ha tocado, el fin y al cabo tengo todo lo necesario.

Estudio lo que me gusta, tengo una familia que me apoya en todo lo que hago, unos amigos que aunque si bien se han reducido han demostrado por qué siguen ahí. Estoy haciendo lo que me gusta, empezando nuevos proyectos y nuevas etapas.

No tengo que sentirme responsable de todo lo que me rodea, no tengo que querer hacerlo yo todo solo porque sé que lo hago mejor.
No tengo que querer hacer mil cosas para no disfrutar ninguna.


Porque ahora por fin me he dado cuenta de que durante todos estos años he querido llenar cada momento de mi vida por miedo a no aprovechar el tiempo.


Y el tiempo es precisamente lo que me impedía disfrutar de cada momento, cada persona, cada instante.





Por fin he visto que la vida es eso que estaba ignorando por intentar vivirla al máximo.

jueves, 20 de agosto de 2015

Tonto el que no entienda

Cuenta una leyenda...

"Yo mataré monstruos por ti" eso decía la canción.

Pero, con mis noches en vela ¿qué harás?

¿y con mis decepciones?
¿qué le dirás a mi escasa fuerza de voluntad?

¿Acaso vas a gritarle tú a mis miedos que se vayan, que ya te quedas tú a acompañarme lo que queda de viaje?

No mates monstruos, para eso ya están los caballeros de cuento. Tú mejor quedate conmigo y en las noches en las que todo se tuerza recuérdame que aunque la vida es un poco puta es la que más placer va a darme.

Que hasta las noches más largas se acaban cuando se asoma el sol.

Dime que existes pero que esta todavía no es tu escena.



No sé, convénceme.




lunes, 17 de agosto de 2015

Totalmente fuera de lugar

Siempre he tenido claro cómo quería que fuera mi vida.

Siempre he sabido que quería magia en ella, que quería palabras, que quería ir a la universidad, dar clase a niños y casarme de blanco.

Siempre he querido volver a Galicia
                      y pasar un tiempo perdida en un pueblecito de esos de los libros,


Hace años que tengo claro que me encantaría trabajar de bibliotecaria de un lugar pequeñito, que quiero tener algun día mi propio huertecito y que sería más feliz si fuera capaz de tocar la guitarra.


Si me pongo a recordar, a irme lo más atrás que pueda en mis recuerdos siempre he tenido claro que quería ser profesora y en mis ratos libres escribir libros.

                              Es algo que tengo tan claro como que me llamo Sara Patricia.


Hay muchas cosas que quiero hacer, muchos sitios que quiero visitar, incluso muchos chicos con los que quiero estar: un argentino, un gallego, uno con los ojos verdes, un pelirrojo....

En mi vida tengo tantas cosas planeadas que a veces me ahogo pensando en que no me de tiempo a hacerlo todo.


Pero con el tiempo me he dado cuenta que una carrera se me queda corta, que quiero saber más, tal vez matemáticas, historia del arte, psicología....
               todos son caminos que me llaman.

Igual que me llama el tener un pelo decente, quitarme las gafas, hacer más deporte, quién sabe, lo mismo hasta me da por bailar  (a mi, que soy la persona más arrítmica que te vas a cruzar)


De todos los posibles escenarios en los que me imagino, de todos los lugares y personas con las que espero cruzarme, en mis futuros alternativos siempre hay cosas que están presentes, ya sea aquí o en la otra punta del globo.

Y una de ellas es mi sueño de escribir.

Es curioso, es algo que sé que haré y a la vez hace tantos años que lo tengo abandonado que no sé si es una idea que asumí y la dejé estar.

Desde que empecé a escribir aquí ya no me molesto en pensar historias, en imaginar personajes.

Recuerdo cuando de repente tenía clara una escena, no sabía lo de antes ni lo de después y los personajes ni siquiera tenían nombre pero en cambio ahí estaban.
                      Tan nítidos en mi cabeza como si realmente ese momento existiera.

Hubo un tiempo que eso me consumía.

Me pasaba el día viviendo momentos robados a historias que aún no había escrito.
                            Y realmente me encantaba.


Incluso hubo un tiempo que hasta me aventuré a escribir, a hacer las cosas bien, a detallar a los personajes, los lugares, la historia con sus partes y su final.

                   Y la escribí.

Y recuerdo lo orgullosa que me sentía, como una madre con las notas de su hija iba enseñándosela a todo el mundo.

                    Pero lo dejé.


Y ahora me pregunto, si tengo tan claro que eso es lo que quiero hacer, ¿por qué no lo retomo?

A lo mejor me he vuelto egocéntrica y me he acomodado a escribir solo sobre mi.
A redactar estas líneas sin sentido ni cohesión.

Quizá la única historia que verdaderamente puedo escribir sea la mía
                            Y no sepa cómo afrontarlo.


Tal vez la imaginación la deje atrás, cosa de la adolescencia y todo eso.



O a lo mejor solo estaba madurando las ganas de volver






Quién sabe, lo mismo deba recordar aquellos años y volver a vivir historias que no son mías



miércoles, 12 de agosto de 2015

Eres recurrente

Coge pluma y papel que el mundo se me queda corto.

Después de tanto tiempo desaparecida no puedo evitar volver con el pasado de la mano.

Con esa afición que estoy cogiendo a cerrar capítulos, a echar de menos y a recorrer mis propias pisadas.

Y es que desde que me obligaron a cumplir los veinte y desterrar la infancia he cogido carrerilla y ya voy sin frenos cuesta abajo.

De todos los pasos que he dado últimamente este verano no llega ni a puntapié de lo rápido que ha pasado; De todo lo que he vivido.

Antes de cerrar los ojos estaba nerviosa, entusiasmada, con toda la ilusión de la que empieza una nueva etapa en todo.

Si miro dos años atrás veo a la sombra de la chica que se iba de casa a un piso, que dejaba los amigos atrás para entrar en una clase nueva, en una ciudad nueva con todo nuevo.

          Bueno pues antes de que entorne los ojos ya habré terminado la carrera.

Si miro dos veranos atrás leo en mi cara la ilusión de un nuevo proyecto, de la oportunidad de formar un clan con la gente que me ha acompañado todos estos años.

             Y ahora preparo mi propia ceremonia de partida.

Es curioso como sin darte cuenta pasas a estar tu al otro lado de la linea.

Dejas de ser tu la que va a clase para ser la que enseña. Dejas atrás el que te digan como hacerte la mochila para ser tu la que ayudes a los más pequeños a guardar su saco después de 15 días.

¿Y qué decir?

Si hace 10 días ni me imaginaba que iba a echar de menos un sitio y unas personas que prácticamente no sabia ni sus nombres.

Pero aquí estamos, estancados, pensando en los recuerdos que ya no se repetirán, en la gente que no volveré a ver y en lo que viene ahora.

Me resulta curioso la facilidad con la que me puedo aislar, como puedo empezar capítulos nuevos y adaptarme a un sitio o a las personas.

    Como puedo llamar hogar a algo que antes ni existía.

Pero más me sorprende lo que me cuesta olvidar, asumir que las cosas no se repetirán, que hay que dejar ir y admitir que todo tiene un momento y que luego solo queda la sombra de lo que fue.

         Lo que ya no será más.


Y solo me salen palabras ñoñas, pensamientos recurrentes de momentos que me hicieron feliz.

No es que no crea en mi futuro, tengo muchas expectativas de las puertas abiertas, pero sencillamente no puedo evitar que me duela pensar que no se puede volver atrás.


Asumir que en la vida no suena dos veces la misma canción


Que siempre hay que bailar hasta que duelan los pies que nadie va a estar ahí para darle al replay



sábado, 30 de mayo de 2015

Oesed

¿De verdad soy la única que le duele tantísimo el pensar que nunca más va a poder volver al pasado, que no podrá volver a vivir los recuerdos y que eso no se va a repetir nunca?

Me ahogo al pensar que esa felicidad no va a volver.

No digo que no pueda volver a ser feliz, que ese fuera la cima de la felicidad de mi vida, solo digo, que ya no habrá otra felicidad igual.

Habrá otros momentos tan o mejores incluso, pero ya no serán iguales.
Incluso si volvemos a estar las mismas personas, en el mismo lugar ya nunca será ese mismo momento.


¿De verdad soy la única que cuando piensa en las épocas buenas se le encoge el corazón que parece que te duele el alma?


Es que es un dolor físico, es.....asombroso e incluso hermoso.


No me considero una persona que viva en el pasado, disfruto mi presente y tengo altas expectativas de futuro, me gusta mi vida, me siento bien con las decisiones que tomé que me han hecho estar donde estoy ahora pero cuando pienso en unos años.

Cuando veo fotos, cuando leo las entradas del blog como si las hubiera escrito otra persona.

Y me agarra la melancolía, la envidia, la morriña....no sé que es pero me aprisiona y ya se queda unos días conmigo.



Estudiar es malo, cuando bajas el ritmo te encuentras con esos momentos en los que después de tantos días sin parar ni a pensar te ves con un montón de minutos para pensar en lo que quieras

Y vuelves.


Vuelves a las personas, a los lugares, a las canciones, ruidos, colores....
Vuelves a verte a ti, a ver cómo la gente ha cambiado.

La gente que se ha graduado, los que han asentado la cabeza, los que se han equivocado y hasta han arreglado sus errores.


Y tú.

Tan bonica, tan tú sin saber todo lo que te iba a pasar, sin saber que estabas viviendo una época dorada. Una de tantas.


Y quieres volver, no porque no estés bien aquí,
sino porque a todos nos gusta el calor de los buenos momentos.

La felicidad que no cabe en el pecho,
los momentos que solo valoras cuando los ves desde fuera, con el paso del tiempo.


Que curioso es echar de menos.

Tienes esa necesidad de decirlo, de volver aunque sea hablando con la gente de antes, recorriendo los mismos caminos o sacando los recuerdos a relucir.


Y les haces hueco entre los montones de apuntes, la vida ajetreada de la nueva época dorada que hasta dentro de unos años no serás capaz de valorar.


Es tan hermoso y doloroso a la vez que parece irónico que quepa tanto en algo tan chiquitito.


Pero qué se yo, si solo es otra época de post-exámenes, de gastar toda la energía que cuando te queda sin nada estás ahí, pasiva, limitándote a extrañar y a mirar el mundo.


Que como yo no me conoce nadie, y esta es otra de esas temporadas de nudo en el estómago, de echar de menos, de felicidad suprema seguida de momentos sin música.

Y es normal, porque a veces hay que pararse, tomarse unos días libres del mundo para ver la película de tu vida y agradecer lo que tienes, lo que no tienes y no poder tragar palomitas porque algo no te deja respirar.


Que el pasado no vuelve y eso es lo que lo hace grandioso






Incluso aunque tu sigas viendo a veces los ojos color coca-cola en el espejo

viernes, 24 de abril de 2015

Permíteme preguntar

¿Por qué no queremos ser mediocres?


Esta pregunta la ha lanzado hoy una compañera de clase y me ha impactado tanto que llevo desde entonces dándole vueltas, como una pelota saltarina que está rebotando en mi cabeza, formando estas palabras que tenía que sacar de alguna forma.

Es una pregunta tan aplastante que hasta corta el aire,
porque es absolutamente cierta, porque todos deberíamos planteárnosla.

Y es que al mundo le hace falta menos tele y más pensar.

Pero, yo me vuelvo a preguntar, ¿por qué no queremos ser mediocres?

Por qué desde pequeños nos enseñan a estar por encima, a esforzarnos por no quedarnos atrás.
Esa necesidad de pertenencia al grupo pero brillando más que nadie.

Como cuando eramos adolescentes y teníamos la imperiosa necesidad de mostrar que éramos únicos, que no éramos del montón. Que no eramos uno más.

Exactamente como todos los demás.

Yo creo que es miedo y falta de valor.

Hace falta valor para admitir que te quieres quedar donde estas, que no buscas destacar, que te conformas.

Porque eso también nos dicen que está mal.

Que ser un conformista es ser una persona insulsa, que no lucha por sus sueños, que se deja pisar o mandar.

Bueno, tan necesaria es la persona que mueve a los demás como la masa que se mueve con ella.

No defiendo que te conformes con tu vida si no te gusta, te digo que si te gusta lo dejes estar.

Aunque tu vida se base en ser mediocre, en ser de los que estudian, se casan, tienen un trabajo y se mueren de viejos.

Si es lo que te gusta, ¡adelante!

No tienes que luchar por un 14 en selectividad si te sirve un 8, no tienes que aspirar a ser millonario si eres de los que llevan las mismas zapatillas gastadas y hechas mierda 4 años seguidos.

Ser mediocre no es malo, que te obliguen a destacar si.

Porque si algo he aprendido en clase de lengua (ojo, aprender a pensar es realmente difícil, mucho más que cualquier contenido que te enseñen en la carrera), he aprendido a preguntarme, a cuestionarme.

He aprendido a escucharme a mi misma por encima de lo que gritan los demás.

Porque no hay nadie más sabio que tú.

Haz lo que te apetezca, lo que realmente quieras. No porque te lo impongan, porque es lo que deberías hacer con esa edad, lo que esperan tus padres que hagas o lo que deberías hacer.

                                             Que las necesidades no existen, son creadas por la sociedad. 

Y cuando te das cuenta de eso notas como si alguien hubiera soplado en tu fantástico castillo naipes y ahora tuvieras todo el suelo lleno de cartas.

Tanto que ya no sabes ni de que palo ibas.

Párate a analizar la frase.

                                                              Las necesidades no existen. 

Guau, ¿cómo te quedas?

Es fuerte eh...mira a tu alrededor, ¿todo lo que tienes es realmente necesario? ¿de verdad esos pantalones ya no te gustan o es que llevas 6 meses aguantando anuncios de que es momento de renovarte el armario?

¿En serio te apetece leer ese libro o es que lo has visto en todos los escaparates de las tiendas por las que has pasado?

Por no hablar de la segunda parte

                                                    Las necesidades las crea la sociedad

Si la de antes te daba que pensar esta te produce dolores de cabeza.

¿Y qué hago yo ahora si en lo que me apoyaba resulta que es tan poco real que me deja desnudo y solo para decidir?

PARA DECIDIR

Seamos sinceros, que nos toque decidir es una putada.
Tener que plantearnos cosas, pensar, hacernos dueños de las consecuencias. Desechar opciones.

Es una gran putada.

Con lo bien que se estaba antes, cuando no tenias que elegir, cuanto no era o ciencias o letras, o una carrera o la otra, o salir o quedarte estudiando.

Que bonito todo cuando no tenias necesidades, cuando eras realmente tú.

¿Te acuerdas de esa época?

Quizá deberías volver a ella y si eso te vuelve mediocre, si ser tú  y hacer lo que quieras es ser mediocre. Bueno, quizá seas una persona mediocre.






¿Cuál es el problema?



jueves, 2 de abril de 2015

Con la melancolía como compañera de viaje

Soy consciente de que continuamente hablo del pasado pero sencillamente no me siento con el poder de hablar del futuro.

Y si esta tarde estoy aquí es porque me ha vuelto a pasar.
Esa fuerza que te hace escribir, que te obliga a decir lo que sientes y que cuesta tanto callar como un grito en mitad de una noche de pesadillas.

Aunque por suerte hace mucho tiempo que en mi vida no hay pesadillas.

De hecho mi vida ya no es como la de la última entrada, ni como la de ayer
                                        de eso vengo a hablar.

Aún a riesgo de ser odiada e incomprendida por la gente mayor que yo es cierto que no llevo bien lo de cumplir 20 años, incluso aunque la gente se lo tome a broma he sufrido la crisis de los veinte.

Durante las semanas, incluso meses antes de mi cumpleaños me pasaba horas enteras pensando en todo lo que había hecho, lo que no había hecho y ya no podía hacer (entendedme, no es que me vaya a morir por cumplir los veinte, pero hay cosas que no se viven igual con una edad con otra y nadie me lo puede negar) y también he pensado mucho en todas las cosas que hice y que ya no podré repetir.

Y me asfixia el pasado.

Y eso que puedo decir muy muy orgullosa que me siento en absoluta paz con él, con todas las personas que han pasado y sobre todo, y tras mucho, mucho luchar, me siento en paz con mi yo del pasado, mi yo en todos los planos que hay (incluso aunque aún queden batallas pendientes que a veces salen a relucir)

Pero no he superado los veinte.

Tener veinte es genial, incluso aunque aparentemente tu vida no haya cambiado. No sé si será que yo los utilicé como frontera para tomarme la vida de otra forma o que una magia desconocida hizo que con mi dos en las decenas me cambiara la forma de verlo todo.

Pero sigo sin superar el pasado.

Sigo constantemente con ganas de frenar el mundo, ese que va tan rápido ¡Por Dios si me queda un mes de clase y fue ayer cuando estaba nerviosa por empezar Bachiller!

¿En qué momento pasaron estos últimos tres años?

Y miro atrás con pena porque de verdad siento pena por este mundo, y puede que suene egoísta pero de realmente me da tristeza pensar que los niños de ahora no vivirán lo mismo que nosotros, de ver que no salen a la calle, que con 9 años (ojo, que esto lo he visto yo) ya tienen móviles y usan redes sociales donde suben fotos que aparentan más años que yo (por suerte o por desgracia hay quien me sigue echando 16 o 17 años)

Y me matan los nuevos cambios, las nuevas tecnologías, el afán de más y más. La corrupción, los desastres, el hambre, las injusticias y este mundo que parece que se cae a pedazos.

Y repito que ahora soy más feliz que nunca, eso sí, en un mundo que pienso que está en decadencia.

Porque se han perdido los valores, la educación, el respeto por los demás y por lo que te rodea.

Por la falta de diversión en los niños, por la competitividad latente antes de que sepas pronunciar la primera palabra.

Por los amores en red, porque ya no hay gestos espontáneos.

Porque el mundo se marchita y me parece increíble que la gente no lo vea. Aunque claro, qué vas a ver si solo miras la pantalla del móvil.

Que los paisajes siguen siendo hermosos, que sigue habiendo gente buena y que internet te permite ver unos videos de gatitos preciosos con los que se te puede caer la baba durante horas.

Pero eso no me vale.

Y no puedo cambiarlo, porque no puedo ir contracorriente, aunque seguiré haciéndolo.

Puedo decir que estoy en contra de las consolas y que mis hijos no tocarán ninguna hasta una edad decente, pero sé que eso los aislaría de la sociedad.

Puedo negarme a las redes sociales, puedo quitarme WhatsApp y lanzar mi móvil a la basura, pero entonces estaré incomunicada del nuevo mundo.

Puedo buscarme un novio al que no querer por iconos pero lo más probable es que me deje por pasar de él y no contestar sus mensajes de buenos días con mil caritas y corazoncitos de colores.

Puedo no ver las noticias pero el horror seguirá ahí.

Mirar hacia otro lado tampoco cambiará las cosas.

Y no he superado el hecho de que el pasado no volverá, de que nadie vivirá lo mismo que yo.
                                      De que yo tampoco volveré a vivirlo. 

Y me desgarra, tanto que miro incrédula a mi alrededor preguntándome si soy la única que lleva a  la melancolía de compañera de viaje.

Porque no se puede leer un libro dos veces y esperar que sea como la primera vez.

Y estoy cansada de que la gente te diga, ¡encima con una sonrisilla! que los años que vienen pasarán más rápidos, que disfrute la universidad que son los mejores años, que esto es lo mejor.

Incluso aunque me encuentre con los defensores de que los treinta es la mejor época, de que toda tu vida merece la pena blablabla

El nudo en el estómago cada vez que recuerdo algo de mi pasado me recuerda que la vida es esto, que es natural, que tengo que asumir, digerir y seguir escribiendo mi historia.

Pero esto es como cuando en el juego del SuperMario querías volver atrás y no podías.
                               Solo que sin poder reiniciar la partida



No quiero vivir en el mundo que se está construyendo, el que veo todos los días que se forma a mi alrededor, pero sin embargo no puedo salirme de él.

Si algo he aprendido de mis constructivas clases de lengua es que no podemos vivir completamente incómodos, haciendo cosas que no queremos. No podemos vivir en contra de nosotros mismos porque sino, acabaremos locos, viviendo una vida que nos viene dada desde fuera y que no es la nuestra.

Y sinceramente, visto como está el patio y la velocidad, no estamos precisamente para desperdiciar días engañándonos a nosotros mismos.

Yo ya me he negado a este mundo, a esta sociedad muerta con cada vez menos sentimientos, con ese afán de aparentar que te hace sentir mal si no cumples la norma, ser parte de ese todo, en un absurdo intento de destacar de la misma forma que todos quieren destacar haciéndote, de nuevo, parte del montón.

Puede que no pueda cambiar la sociedad, el mundo, el concepto de amor, la tecnología que nos vuelve idiotas a cada minuto y los desastres y maldad que cada vez están mas presentes, pero puedo cambiar mi vida, puedo elegir qué hacer con ella, como pestañear y que vuelvan a pasar otros tres años

Y quién sabe, lo mismo algún día supero esta sensación de agobio con el tiempo, ese boggart con forma de reloj de arena. Lo mismo algún día soy capaz de asumir que me muero a cada instante, que esto ya no se volverá a repetir. Que somos flor de un día y esa es la gracia de vivir.




Que la vida es efímera para no ser nosotros mismos



Y no debemos olvidar como llegamos aquí

sábado, 14 de febrero de 2015

Fue solo un segundo, luego desapareció.

Agridulce


Tenía una personalidad eléctrica, capaz de iluminarlo todo incluso cuando te encontrabas en la más profunda oscuridad.

Era capaz de paralizarte con una sola palabra
y a la vez darte la vida con un silencio.

Podía hacer vibrar todas tus terminaciones con un simple gesto, y con sus labios fundir todas las luces de la calle.

Había quien decía que iba siempre acompañada del viento y que sus enfados nada envidiaban a las tormentas.

Ella era todo un huracán de sentimientos encontrados, recuerdos pasados y premisas futuras.

Incluso algunas hipótesis afirmaban que los que la conocían no eran capaz de verla,
otros que incluso ni existía.

También los hay que la comparan con el café, intensa, pura, amarga y a la vez tan dulce...
Capaz de quitar el sueño si se lo propone.

Era los extremos opuestos.

Era un rayo que caía y luego desaparecía.

Y si la buscabas posiblemente nunca te toparías con ella.

Era el frío y el calor en una misma carne.

Energía en estado puro.
Tan etérea que no se podía tocar.

Capaz de darlo todo y a la vez no ofrecerte nada.

La suerte después de una mala racha
el dolor del esfuerzo



Era exactamente ese punto de seguridad que solo se tiene cuando te atreves a introducirte de lleno en el caos de un corazón herido.



lunes, 2 de febrero de 2015

Te lo dije y me escuchaste.

Quizá tenga que asumir que hay cosas que no son para mi. 

A lo mejor tengo que dejar de intentar sentir lo que otros sienten, ver lo que otros ver y jugar a lo que otros juegan.

No hablo de seguir a la gente, de querer ser uno más, ni siquiera hablo de intentar encajar.

Me refiero a esas cosas que todos saben y yo no, a esos secretos que eres el último en escuchar y esas canciones que todos tararean cuando tu ni has podido terminar.

No hablo de los tacones
que todas dominan como si fueran una parte de su ser.

No me refiero a los gustos que nunca entenderé, como el del yogur helado, demasiado agrio para mi gusto,
demasiado frío e insustancial para endulzarme los problemas.

Ni si quiera yo sé de qué hablo
o bueno, si lo sé, pero ni yo me entiendo en estas noches que solo quieres vomitar lo que te atormenta y sin embargo no eres capaz de soltar palabra.

En esos momentos en los que lo que  quieres no lo tienes y sientes que es la mayor injusticia a la que te vas a encontrar.


Y es que esto te pasa por jugar a juegos de mayores, por querer quitarle los ruedines a la bici sabiendo que tu estabilidad era tan pobre como tus ganas de fingir que no te importa la vida.

Y el libro se acaba, y las clases vuelven y ya noto al siguiente que va a venir a dar toques en la puerta de mi cabeza, sabiendo que no le hace falta entrar porque está dentro.

¿Por qué no puede ser como todo el mundo?
¿Por qué siempre tengo que ser jodidamente sentimental cuando todos me ponen de fría y borde?

¿Por qué mi maravilloso cerebro que solo sirve para estudiar no es capaz de gritarme más fuerte que pare?

Porque todos sabiamos que esto iba a pasar.
Porque no se puede cambiar la esencia

Que yo no soy de las que acarician y esconden la mano, ni siquiera de las que tiran piedras.

Pero me resignaré a dejarlo pasar como todas las cosas que ya pasaron, llenando entradas de este estúpido blog

Dejando pasar los días teniendo claro que la soledad es mía.

Porque ser única es una mierda
si tienes que dejarte la voz ante paredes que no escuchan y que no te entienden,


Así que me resigno,
No quiero este mundo de mayores



Solo quiero que febrero se vaya, con sus estúpidas casualidades, con sus aparentes buenos principios y con sus ganas de recordarme que hay algo que sigue roto

sábado, 31 de enero de 2015

Con un boli de cuatro colores

De repente aparecen.

Todas esas oportunidades que siempre pensaste que ya habían pasado, todas esas buenas personas que parecían estar escondidas mientras te rodeabas de otros que no valían ni para una cerveza un viernes por la noche.

Otras sonrisas dispuestas a recordarte que no todo es sexo, dinero o fiesta. Que el dinero no da la felicidad y que hasta el más tonto sabe disfrutar de un día de sol.

Vuelven las ganas de empezar de cero, de dar otra oportunidad a los que agotaron todos los Game Over, de probar cosas nuevas, de lanzarse a la piscina en pleno febrero, sin mirar y con la sudadera de "los domingos valen más si son contigo"

Hoy es día de llorar por que lo bueno se acaba, de que lo mejor empieza y de que es realmente curioso la forma en la que te cruzas con la gente en tu camino.


Y qué se yo,



Si ni si quiera consigo explicar lo que siento.