jueves, 25 de mayo de 2017

Hay lugares que no olvidas y sonrisas que no superas nunca.

Y por eso todo está bien.


Hay momentos en la vida que ocurren cosas que no esperas.
Esas veces que sin saber cómo cambias de planes.

Y acabas en aquella isla que te prometiste no volver a pisar,
y te bañas de nuevo en aquel mar de ojalás.

Nunca sabes cuándo volverá a ocurrir,
ni siquiera si lo volverás a sentir.

Pero cuando pasa,
no lo olvidas.

Y ya pueden ser palabras escritas en un papel,
miradas entre el humo o sonrisas a distancia.

Y ya pueden ser en un sentido,
o que te cambien de dirección.

Solo sabes que te va a trastocar.
que va a hacer ponerlo todo patas arriba.


Y yo no sé si fue su forma de caminar
o como se aparta el pelo para las fotos,
solo sé que a mi me ha vuelto loco.

Que tenía fecha de caducidad
y billete de vuelta.

Y aún con esas me tuvo en vilo hasta los créditos de la película.
Hasta que encendieron las luces de la sala.

Y aún ahora la busco,
entre la gente, entre los libros, entre las palabras,
entre el humo y la risa.

A veces me asomo a ver si está detrás de los barrotes.

Pero ella era libre,
tenía unas alas demasiado grandes para lo pequeñas que eran mis ganas.


Y hay días que pienso en cómo hubiera sido todo si yo hubiera tenido los cojones, y ella los labios menos rojos.

Y me intento imaginar en aquella estación, diciéndole que no subiera,
que no me abandonara, que yo podía demostrarle que esto merecía más la pena que la vida que le esperaba a la vuelta.

Yo, que hubiera curado sus cicatrices con caricias
y borrado sus preocupaciones con canciones de esas que luego no te sacas de la cabeza.

Como ella que está en replay en mi lista de reproducción,
que aparece en cada esquina, se voltea, me sonríe con esa risa atronadora.

Y me dice que no me inquiete, que la vida tenía otros planes,
que puede que me los vuelva a cambiar en el último segundo.

Pero desde que se fue hace frío y no porque el tiempo esté loco,





sino porque creo que es ella la que se ha llevado mi cordura

domingo, 14 de mayo de 2017

Esto también estaba preparado.

Y tú,  ¿tenías que leerlo?

¿Qué pasa si al final la gente tiene razón?

Si es cierto que hay un roto para un descosido,
que acabará apareciendo quien tanto buscas.

Y si estáis en la misma estación, esperando para subiros al mismo vagón, solo que hay cientos de personas entre vosotros.

¿Y si el día que teníais que encontraros empezó a llover y al final no saliste de casa porque no tenías paraguas?

¿Y si la chica de tus sueños estaba en el autobús que acabas de perder por estar mirando tus notificaciones de FB?

¿Qué hacemos si el chico que debías conocer no llego a comprar la entrada de aquel concierto en el que teníais que encontraros cantando a pleno pulmón?

¿Cómo le explicas al Karma que no conociste a la persona indicada solo porque tu madre te mandó a comprar pan en el último segundo?

Si es cierto la teoría del caos, la de la mariposita que mueve las alas y crea un huracán.

Si una cosa tan insignificante es capaz de cambiarlo todo,
si a cada segundo cambiamos de carretera y la voz del GPS de nuestra vida tiene que estar recalculando la ruta correcta para llegar a la meta,

si hay tantas posibilidades, factores, variables, datos, imprevistos y detalles que forman cada segundo de mi vida, ¿cómo quieres que me crea que todos ellos se alinearan para que un día salga al balcón y te encuentre?

¿Cómo quieres que me crea que con un simple "no te preocupes que llegará" deje todo en manos de los engranajes que ponen a cada persona en un lugar en un momento preciso?

¿Quién te dice a ti que no has dejado pasar la oportunidad de tu vida por perder un par de minutos en leer estas líneas?

¿quién te asegura que no acabas de destrozar tu futuro por llegar hasta aquí?

Así que no me pidas que espere,
no me digas que me quede sentada esperando que alguien o algo me cambie el rumbo.

No me mires con cara condescendiente como si tuviera muchos años por delante como para perderlos esperando la siguiente jugada del que toma las decisiones.

Y no se te ocurra decirme que no hay nada que hacer, que las cosas ocurrirán porque tienen que ocurrir, llámalo trabajo duro, esfuerzo o suerte.

Pero a mi no me llames.

Porque no te lo voy a coger.
Porque no acepto que no me quede otra que esperar.


Porque no me gustan las respuestas pre-cocinadas
No soporto los "tía no te rayes lo que tenga que venir vendrá"

Porque a lo mejor te digo que ya no,
que tu oportunidad ha pasado ya.


Que me he cansado de jugar,
que ya no quiero ver a los otros coger el control,
que ahora quiero yo probar



Total, si sale mal siempre podemos echarle la culpa a la mariposa de tu estómago.

miércoles, 10 de mayo de 2017

Como decirle a un río que se pare y deje de flui

Carta sin destinatario ni destino

Hoy vengo a hablar de lo mismo,
De lo que ya sabéis de mi.

Y es que si yo fuera uno de los autores que se estudian en literatura lo primero que aprenderíais de mi es que mis “obras” solo tratan de dos cosas:

El tiempo y el desamor.
Para mi, la misma cosa contada desde dos puntos de vista.

Todos los desamores acaban con el tiempo,
Y las cosas buenas, con el paso del tiempo, crean desamores.

Todas cuentan las ganas de parar el reloj,
Pero de lo que disfruto esos granos de arena.

De la felicidad del amor,
Aunque solo, a veces, no se está tan mal.

Y hoy tampoco iba a ser diferente,
Hoy nada va a cambiar.


Así que os seré breve:
"Te quiero y no te vayas".