lunes, 21 de octubre de 2013

Querido yo

En el coche, en algún punto entre mi pasado y mi futuro.


Dejar el instituto, dejar mi casa, dejar a mis amigos...

Y aquí estoy, escribiendo esto mientras voy en el coche, mientras peleo con mis recuerdos  con el aleatorio del reproductor que parece que se ha propuesto que al final del viaje no sea capaz de ponerme en pie.

Ahora toca mirar un nuevo techo cada noche desde mis cálidas mantas, toca pasearme por otras habitaciones mientras me lavo los dientes y pasar nuevas horas sentada en otra silla.

Siempre me han gustado los nuevos comienzos, los he visto como nuevas oportunidades.

Poder olvidar a quien te hizo daño.
     
                                                        Pero también a quien te hizo reír.

Dejar atrás las calles que recorrer con el fresco de la noche

                                                        Esas que a veces te vieron fracasar

¿Y si lo mejor está por venir?

                                                        ¿Lo mejor? ¿Ya olvidaste esos momentos de reir hasta que te duela la barriga? ¿Ya olvidaste esas noches que solo tu conservas?¿Ya olvidaste los logros y victorias? ¿qué hay de todo eso? ¿Qué hay de los que no merecen quedar atrás, de todos esos ''mañana me levanto temprano y estudio'' de los ''el lunes me pongo en serio con la dieta'' y los '' 5 minutos más y me acuesto''

¿Acaso no habrá más?
Yo no pido borrón y cuenta nueva, solo pido que los recuerdos no duelan, que la vida no sea muy guarra y lo que venga no sea peor.


Pero es que la felicidad no está encerrada en las cuatro paredes que he dejado atrás.
La felicidad está en cada segundo que he pensado que la vida no podía ser más perfecta.
Está en cada abrazo, en cada día de clase que deseado que no termine; incluso está en cada te quiero, aunque el tiempo los emborronara un poco.

                                                               Que atrás dejas tu casa, no tu vida.

Todos dejamos un poquito de nosotros en cada sitio que llamamos hogar.

Y aunque no me da miedo lo que venga ahora y aunque los cambios sean buenos.




En el fondo no puedo negarme que si algún día vuelvo, sé que nada será igual

Paredes desnudas

Recuerdos pasados


Siempre es más fácil empezar de cero cuando todo a tu alrededor cambia.
Cuando dejas de ver a las mismas personas, cuando no encuentras fotos dolorosas en el ordenador, cuando borras cualquier prueba de que alguna vez existió algo.

Esa oportunidad es la que tengo yo.

Nuevas paredes para decorar, nuevas noches para pasar hasta las tantas.
Nuevas calles por las que pasear y otros amaneceres que disfrutar.

No me duele dejar mi casa, mi antigua vida, mi otro yo.

No duele porque se que lo mejor lo seguiré llevando conmigo, porque los amigos que me importan siguen ahí y los buenos momentos no se olvidan.

Me apetece dejarte atrás.

Adiós a las mismas cuatro paredes que me vieron llorar cuando no me salieron las cosas bien.

Que sufrieron mis nervios y decepciones. Mis mentiras y borrones.

Y solo espero que si algún día vuelvo (porque sé que volveré) pueda dormir bajo ese mismo techo y pueda sonreír y a lo bueno e ignorar lo malo.

Atrás te quedas, yo no te llevo conmigo.

Ahora mi único compañero de viaje es la oportunidad.
La oportunidad de conocerte, la oportunidad de regalar sonrisas nuevas, la oportunidad de disfrutar los mejores años de mi vida.

¿Por qué no decirlo? La oportunidad de ser feliz.

Así que, que caiga el telón,



Que esta mala obra ya ha terminado

Hablemos de los dragones que matan a los heroes

Ojalá que me levante y no busque razones


Siempre he echado la culpa de que mi vida fuera un desastre a lo mismo pero, ¿qué pasa cuando solucionas eso y descubres que nada cambia?

¿Y si la culpa siempre ha sido tuya?

¿Y si es tu sonrisa la que no enamora?¿Y si no puedes crear mariposas?

¿Qué te queda?

Ya no hay metas, ni premios al final del camino.
Ni siquiera es un camino, es una sucesión de días que no provocan en nadie ninguna sensación.

Que mi media naranja hace años que se hizo zumo.
que eso no es para mi.

Que yo no sé acelerar el pulso, que no consigo dilatar pupilar y ni mucho menos provocar noches en vela.

Pero, un día me levantaré y todo habrá cambiado
       
                                                                      ¿No?

¿No es eso lo que pasa?

Que tirar la toalla no es una opción cuando te juegas unos besos, pero continuar no va a ser fácil.

Y ahora me siento condenada a viajar por las páginas de una historia que no es mía.




Al menos hasta que aparezca quien me quite la condena

martes, 15 de octubre de 2013

Palabras sin más. Palabras de menos.


Sácate las manos de los bolsillos, necesitas agarrarte a la vida

Llevo como unos cinco minutos plantada delante de la pantalla sobre la que ahora mismo veo estas palabras aparecer, no tengo muy claro lo que estoy esperando.
A lo mejor a que venga la inspiración, a lo mejor a que él me hable, a que tú te des cuenta de lo idiota que has sido o a que ellas vean que todo ha cambiado.

O a lo mejor simplemente estoy esperando a que se pasen los efectos del café que me he tomado

Solo sé que en las noches en las que estás ''blandita'' debería estar prohibido estar sola.
Debería existir alguna ley que dijera que todos tenemos derecho a un abrazo de oso en las noches de soledad y lágrimas estúpidas.

¿Y si no es más que una broma de la vida?

Me paro a pensar, lo dejo todo en silencio, a mi alrededor la gente anda por la calle ajena a mi, el ventilador del ordenador continua con su incansable susurro y mi móvil vibra por unos mensajes que seguro que no son de quien querría.

Cara a cara.

La realidad y tu. El amor y el odio.

El siempre que se convierte en nunca más.

Y de nuevo el mismo escalón, la misma piedra ¡llámalo como quieras! incluso llámalo error.

Pero cáete, tropieza con la piedra, déjate los dientes contra el suelo si hace falta,  pero sobre todo no dejes de vivir.

No permitas que la obra siga sin su protagonista, no dejes que el sol se acueste a dormir sin haber hecho nada de provecho, sin haberle sonreído, sin haber esperado un cruce de miradas y sin haber abierto las heridas.

Que las pompas de jabón solo existen para que las explotemos.
Que el amor solo es para la gente con suerte.

                                                                Y yo no creo en la suerte.

Creo en las historias bonitas, en las risas nocturnas hasta que te duela la barriga con gente que merece a pena. Creo en las segundas oportunidades y en los capítulos que se cierran, se queman y las cenizas siguen ahogándote.

A ver si va a ser verdad que me estoy enamorando, porque la cantidad de chorradas que ando poniendo es demasiado hasta para mi.

A ver si la gente tiene razón y he empezado a disfrutar de la vida, a salir de mi pompa de jabón, a ver si al fin alguien se ha atrevido a romperla, a sacarme de mi seguridad, a hacer que olvide, que quiera arriesgarme y que merezca la pena cada uno de los minutos que estoy aquí.

Que los recuerdos están muy bien, que a veces duelen y otras te crean una pelota en la garganta, pero que sobre todo son lo que queda atrás.

¡TE DI UNA OPORTUNIDAD Y NO LA USASTE!

¿Por qué me sigo torturando?

¿Por qué sigo pensando en la gente que dejé atrás? En esos amores que se quedaron en pequeños brillos en los ojos, en esas palabras en el tintero y esas comisuras levantadas que indicaban que eras fuerte.

Y es que en noches como está, cuando se mendigan abrazos debería estar prohibido estar sola.




Porque me he dado cuenta que en noches como esta, ya sé a quién quiero a mi lado.







Y que mierdas escribo cuando estoy sola, ñoña y echándolo de menos.