martes, 20 de junio de 2017

Ni los videos de gatitos.





A veces hay que hablar de fracasos.

De esos momentos en los que lo diste todo y no fue suficiente.
Y el dolor que eso te provoca en el pecho.

Hay días en los que todo sale mal,
en los que te arrepientes de todo lo que has dejado atrás.

Te planteas que por qué tú,
te dan ganas de no volverlo a intentar.

No hay sonrisas que valgan,
no hay ánimos que te sirvan.

Hoy el "tú puedes con todo" no va a cambiar nada.

Será la poca tolerancia al fracaso,
o que a nadie le gusta no llegar a la meta.

Es doloroso, desalentador,
es como un arañazo desde dentro.

Porque no puedes culpar a otro,
porque sabes que es solo cosa tuya.

Y no hay peor juez que tu mirada,
ni peor testigo de tu fracaso que el que te anima desde la grada.


No hay ganas de buscar alternativas,
no hay ganas de levantarse y seguir.

Solo de quedarse hundido, revolcarse en los errores,
pensar en todas las cosas que podían haber sido diferentes.

Dramatizar, exagerar, gritar,
y llorar....

Que las lágrimas no van a cambiar nada,
pero a veces limpian los arañazos.

Porque abajo se está muy solo,
se está muy oscuro.



Aquí no hay luces.

viernes, 2 de junio de 2017

Los días felices también dejan resaca.

Efervescente y con sabor a limón. 


Nos hablan mucho de las rachas malas, 
de las épocas en las que se ve todo negro. 

Todos hemos escuchado alguna vez lo de,
"eres fuerte, mira todo lo que has pasado". 

Y el "todo lo que has pasado" siempre son cosas malas, 
siempre son momentos que pensaste que no podías más y los superaste. 

Y tenemos la falsa creencia de que solo las malas rachas nos enseñan,
que solo aprendemos a base de caídas. 

El mal consuelo de decir, 
"ya que me he dado la hostia, al menos voy a aprender de la herida"

Pero las buenas temporadas también duelen, 
los paisajes bonitos tampoco se olvidan, 

Algunas sonrisas también se clavan en el alma, 
a veces tardas tiempo en olvidarlas. 

No solo se aprende a base de hostias, 
a veces las resacas duelen más que los errores.

Y cuesta volver a tu vida de siempre, a las calles de todos los días, 
cuesta olvidarte de un amor de verano, de una sonrisa, de una aventura, 
de unas vacaciones o de algunas rutas.  

Cuesta no pensar en las épocas buenas. 
Cuesta no pensar en las personas que se han quedado atrás.


Y yo no sé nada de relaciones, pero siempre he pensado que lo más duro tiene que ser estar todo el día reviviendo momentos y pensando que antes "eras feliz". 

Por eso los momentos felices también duelen.

Duele envidiarte a ti mismo, 
envidiarte hace unos días, meses o años. 

De nuevo duele no volver a atrás. 

Y pasas un periodo de luto,
de echarte de menos en aquellos momentos.


Tienes Jet lag emocional. 







Y eso es una verdadera putada.