viernes, 30 de octubre de 2015

Tú la cerveza yo la espuma

Estábamos borrachos de la situación,

Embriagados de compañía y con ganas de otra.

- La última y me voy, ¡lo prometo! - me mentía a mi mismo

Ella me nublaba todos los sentidos, cada vez que se apartaba el pelo de la cara, despreocupada mientras seguía hablándome yo perdía el hilo de la conversación y solo podía pensar en las ganas que tenía de quitarle ese mechón que le caía sobre los ojos.

Y yo quería otra ronda más.

porque cuando me sonreía yo me volvía espuma.

Quería olvidar, ahogar las penas, mandarlas al fondo del vaso, que se convirtieran en residuos de noches pasadas.

¡Dios, qué ganas de que seas mi resaca!

Y a cambio yo prometo  seguirte el ritmo, no derramarte ni buscar más compañía.

Prometo dejar atrás mis dudas, pulir tus inseguridades y besar tus "y si..."  hasta que se volvieran tan pequeños como mis "peros"

Oh, vamos, salgamos a la calle.
Salgamos como si no nos hubiéramos desnudado literariamente hablando.

Como si no me hubieras leído hasta con las manos.

Pero el vaso tiene fondo, y yo lo apuro y tu no estás abajo.

Así que cada noche saldré a buscarte en cada copa, yo prometo no dejarte a medias abandonada en cualquier barra.


Tu solo debes estar tan chispeante como siempre





Y de que te olvides de todo y te diviertas ya me encargo yo.


A metros

Dicen que a las tías nos gustan los chicos malos.

A mi me deben de gustar los idiotas.

Los que no ven mas allá de su nariz, los que no se dan cuenta de lo que pasa a su alrededor o los que quieren hacer como que están ciegos....

Si tuviera que describir mi currículum sentimental con una palabra seria suficiente:

Catastrófico

Como esos huracanes que destruyen todo pero que son ciertamente bellos si sabes como apreciar su belleza.

Como cuando llegas a la cima de la montaña y te prometes que no volverás a subir ni las escaleras y luego siempre quieres más.

Siempre buscas más.

Porque si ellos son idiotas yo no soy mucho mas espabilada.

Dejando pasar y buscando sin encontrar.

Y entre medias el frío que entra y las contracturas que no se van.

Quizá ya va siendo hora de que ponga un anuncio en el periódico
"se buscan unas manos dispuestas a acabar con los miedos y de paso compartir el café matutino"

O lo mismo debo acostumbrarme a esta nueva sociedad de amor de madrugada, de noches de un revolcón y de tardes de "leídos" en whatsapp.

Quien sabe.


Lo mismo es culpa de mi mal gusto que lleva tu nombre

viernes, 23 de octubre de 2015

Háblale de mi, a otro como yo.

Hay un calor que solo te lo puede dar unas manos ajenas

Si, tú, no te hagas el tonto.
No hagas como que no sabes de lo que hablo; no me vengas con el rollo ese de que no te hace falta  nadie.

Y es que yo soy la primera que defiende que no hay nada más importante que el amor propio, que lo que tu das por ti no lo va a dar ninguna otra persona.

Soy de las que afirman con la mano en el corazón y con promesa de meñique que no me hace falta nadie para estar completa; que yo soy un todo no la media mitad de nadie.

Pero eso no quita que todos busquemos ese suplemento, esa persona que haga que tus días feos sean un poco más agradables, que los martes sean menos martes.

Alguien que te pregunte qué tal el día, y no hablo de tu madre que te pregunta hasta que te vas a hacer de comer.

Una persona con la que compartir manta en las tardes sin fuste de noviembre (Dios, cómo te odio noviembre).
Que es cierto que la manta puede ser de uno, pero siempre te entrará frío por el lado, el lado que en el fondo tu también quieres que este ocupado por alguien.


Y no hablo de nadie en concreto, esto no es una declaración de intenciones, una de esas tantas veces que escribo aquí lo mucho que me frustra tener que hacerme un gusano al ver la tele porque me sobra manta y me falta calor.

Pero todos lo buscamos.

Para algunos es solo sexo, para otros alguien con quien reír, una persona a la que acudir cuando a las 4 de la mañana te duele tanto la barriga que quieres decirle tus últimas palabras por si mueres sin que tu gato sepa lo mucho que lo quieres.

Y es que el frío es una putada, solo sirve para que te sientas sola.

O bueno, esa es la visión de quien nunca lo ha pasado en compañía.
Supongo que para las parejas felices que pasean de la mano acurrucados, que se enfrían jugando a meterse las manos por la espalda o que simplemente se mandan mensajes diciendo el puto frío que hace por la mañana cuando pierdes el tranvía el frío será genial.

Bueno, pues yo cuando pierdo el tranvía lo pongo en tuiter y con suerte algún otra alma desamparada me da RT, como diciéndome "hey oye, que yo tampoco tengo a nadie a quien quejarme de pasar frío con cara de idiota"

Que 20 noviembres son unos cuantos.
Incluso cuando no te acuerdas de todos.

Así que no me vengáis con artículos hipócritas sobre que no necesitais a nadie, como que os da igual que nadie os pregunte que tal el día cuando llegas a casa y te quitas las 3 capas de ropa que llevas.

Puede que no sea una necesidad, pero si un complemento, una ayudita para hacer la vida un poquito más bonita.

Y esa persona no tiene porque ser una pareja, puede ser un amigo, un compañero de clase, la vecina del quinto que hace unos bizcochos riquísimos...

Pero no me digas que tu no lo buscas, que te da igual.



No me digas que te resulta indiferente que te regalen un poquito de felicidad.



Porque sé que el frío que yo siento también lo sientes tu.





jueves, 22 de octubre de 2015

Las mejores reflexiones siempre son después de una fiesta

Con el sabor de la alegría aún en los labios.


Si bien todos estamos de acuerdo en que las resacas son lo peor, yo pienso que los días post-fiesta son importantes.

Cuando te despiertas después de haber estado en estado catatónico 12 horas durmiendo y descubres que el mundo ha seguido girando mientras dormías la mona.

Y tus padres que te han llamado por teléfono, y los grupos que ya están petados de fotos, y tus compañeras que han vivido una tarde más que tú.

Porque el mundo siempre sigue girando, ya estés durmiendo, aprovechando el tiempo o tirada en el sofá como un oso en invierno.


Pero los días post-borrachera son importantes. 

Ese 1 de enero que cuando te despiertas, sin saber cómo has llegado a casa y entonces te pasas lo que queda de día pensando en que este año lo vas a llevar todo al día, te vas a perdonar con nosequién, vas a ir al gimnasio....y todas esas cosas que tu realmente el día 1 de enero piensas que vas a hacer.

Bueno pues hoy le doy vueltas al ayer.
Al ayer en general y al ayer como día concreto.

Me acuerdo de mis novatadas, de volver a mi casa no sé ni cómo, con dos huevos en la cabeza, chorreando mierda y con un olor poco recomendable.
Y me acuerdo de ese éxtasis de emoción después de la primera fiesta con los que me iban a dar el follón por lo pronto dos años más.

Hoy pienso en los pollicos de ayer, en el subidón de ser tu la que los llena de mierda y en ver como algunos hablaban entre ellos por primera vez.
Y mirarlos y pensar "jo, que monos, lo que les queda por pasar juntos"

Y en ese momento es cuando te sientes la persona más vieja del mundo, cómo un árbol de raices grandes que ve a las hojas crecer y caer sin poder hacer otra cosa que resignarse y disfrutar de la belleza del paso del tiempo.

Porque eso es la vida, resignarse a asumir que no puedes ir contra las horas, que tienes que aprender a ver la belleza de que todo es efímero.

De que no sirve de nada enfadarse con alguien, que incluso a muy muy largo plazo, da igual cómo te haya salido ese examen que te tiraste horas y horas empollando.

Porque la vida siempre sigue, incluso aunque ese examen fuera decisivo, y por una décima no lo sacaras.
La vida va a seguir, ¡tu vida va a seguir!

Por un camino o por otro.

Pero sigue.

Como los 20, que siguen.
Que por más que quiera frenarlos pasan los días.

Días de cambios y despedidas.
Días de horquillas y huevazos.



En definitiva, días de hacernos mayores y de asumir que no vamos a tener una vida de serie americana, que no vamos a ser niñeras o camareras en un burguer, sacando matriculas de honor en todo y saliendo con el guapo de la uni todo eso mientras tienes un grupo de amigas super genial que con las que comer helado sin engordar.

Que no vamos a ser posiblemente ni tan geniales ni tan fantásticos como nosotros mismos esperamos.


Vamos a ser sencillamente nosotros.






Con unos años más, con más experiencias que contar y con más cosas por lo que mirar atrás.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Jornadas de reflexión en tu reflejo

Justo en ese momento se le dio la vuelta a la tortilla

Durante toda mi vida he pensado que mi mayor cualidad es la responsabilidad y mis ganas de querer hacer mil cosas.

Mi ansia por no tener ni un hueco libre en el que aburrirme.
Mis ganas de aprovechar la vida al máximo sin dejar que se pierda ni un minuto tontamente.

Ahora me doy cuenta de que esa no es mi mejor cualidad sino mi mayor defecto.

Todo este tiempo he querido abarcar más de lo que podía.
He buscado apretarme tanto la agenda para no aburrirme que he acabado viviendo los días sin disfrutarlos, solo como una sucesión de cosas que tengo que hacer: ir a clase, hacer la comida, ir al gimnasio, hacer cosas de clase, salir con alguien....todo se reducía a una mera lista de cosas que hacer antes de acostarme a dormir.

Siempre he preferido el estrés de tener que hacer muchas cosas a la desesperación de no tener nada que hacer.

Hasta que me he dado cuenta de que lo que busco no es tener toda mi vida completa de tareas por hacer, si no que las tareas que haga me completen la vida.

Muchas veces he escuchado eso de "no vivas para trabajar sino trabaja para vivir"
y muchas veces lo he ignorado porque yo no "trabajo".

Que idiota he sido por no darme cuenta de que la felicidad no es la ausencia de aburrimiento,
si no disfrutar las cosas que haces.

Y aunque de un tiempo a esta parte he estado eliminando a la gente que no me aporta nada, he dejado de vivir para los demás y terminado con las cosas que no me aportaban, creo que es momento de plantarme frente a mi misma y ordenar mis prioridades.

Dejar de leer páginas que te dan truquitos para ser feliz y sencillamente vivir la vida que por fortuna me ha tocado, el fin y al cabo tengo todo lo necesario.

Estudio lo que me gusta, tengo una familia que me apoya en todo lo que hago, unos amigos que aunque si bien se han reducido han demostrado por qué siguen ahí. Estoy haciendo lo que me gusta, empezando nuevos proyectos y nuevas etapas.

No tengo que sentirme responsable de todo lo que me rodea, no tengo que querer hacerlo yo todo solo porque sé que lo hago mejor.
No tengo que querer hacer mil cosas para no disfrutar ninguna.


Porque ahora por fin me he dado cuenta de que durante todos estos años he querido llenar cada momento de mi vida por miedo a no aprovechar el tiempo.


Y el tiempo es precisamente lo que me impedía disfrutar de cada momento, cada persona, cada instante.





Por fin he visto que la vida es eso que estaba ignorando por intentar vivirla al máximo.