Quisiera que mi voz fuera tan fuerte
Muchas veces en mi vida me han preguntado que en qué pienso cuando escribo, incluso muchas veces mis amigas me han preguntado con una sonrisilla en los labios "¿por quién va tu última entrada del blog?"
Y es que no se cómo explicarlo, es algo que surge, que sale y que aunque quieras no puedes evitar.
Ya he dicho muchas veces que mi mente es como un gran submarino, con distintos compartimentos herméticos: están los recuerdos malos, cerrados bajo llave para que ni en los días blanditos pueda entrar; Están los recuerdos de infancia, las tareas de cosas por hacer y uno de mis favoritos: una habitación gigante para todos esos (im)posibles futuros en los que pienso cuando me acuesto y espero para dormirme.
Siempre he considerado una suerte tener la capacidad de pensar en varias cosas a la vez, de escuchar varias conversaciones a la vez.
Aunque a veces, sobre todo en época de exámenes, desee con todas mis fuerzas dejar de repasar los apuntes incluso mientras duermo.
Cuando escribo es diferente, es igual que cuando leo.
Los únicos momentos en los que mi mente se centra al 100% en una cosa.
Y todo lo demas desaparece.
Dejo de escuchar lo que me rodea, de prestar atención a lo que tengo delante.
No hay nada, solo están las palabras.
Hace años, cuando escribia historias, era mágico, iba andando por la calle, en el tranvía, en clase o en el baño y entonces aparecía.
Tan clara como una escena de película.
Y yo los veía, veía a los personajes escuchaba en mi cabeza sus voces,
aún a riesgo a que esto suene a que me vuelvo loca, estaba ahí.
En la escena, en la historia.
A veces la esribia, otras las vivía intensamente como un recuerdo más y se quedaba ahí, en la habitación de todas las historias que he vivido sin ser yo la protagonista.
Y ahora mismo, no pienso. Solo siento.
Solo escribo.
Y no puedo explicar cómo sé qué escribir, es como cuando escuchas una canción que ya te sabes y sigues la letra despreocupada aunque haga años que no la cantas.
Simplemente lo sabes, sale solo, no lo puedes frenar.
Y a veces es tan fuerte que hasta en medio de la noche me despierto, y me desvelo yo creo que de la necesidad de escribir.
Y no siempre va por alguien.
No siempre soy yo.
Solo sale y tienes que escribirlo porque no te pasa otra cosa por la mente que estas palabras.
Y joder, quiero dormir la siesta y o te escribo o pierdo el tiempo porque al final todos mis pensamientos volverán aquí, a donde te deje, pendiente de pasar a palabras.
No siempre lo público, no siempre lo escribo en papel.
Pero siempre lo expresó porque sino se hace costra y luego duele cuando se cae.
Y a veces escribo tonterías, mierdas, jeroglíficos sin sentido
Muchas veces ni yo sé que significan
Pero están ahí y no se van si no les abro las puertas.
Y es magia
He llegado a vivir días enteros en los que he pasado más tiempo en mis historias y palabra que en el mundo real.
He sentido mucho, muchísimo más en palabras que en la vida real.
Aunque eso duela.
Mi vida nunca superará mi ficción pero yo al menos tengo la suerte de crear todo lo que no tengo.
De vivir en todos esos mundos y recuerdos en los que no se me ha permitido entrar como protagonista.
Y esto, es, una vez más una declaración, no de intenciones, no de emociones.
Es solo un momento más en el que todo se apaga y salen las palabras
Y joder, quiero dormir la siesta así que o las escribo o la pierdo.
Aquí estamos, una vez más, escribiendo lo que me sale.
Y nada más.