domingo, 23 de febrero de 2014

Agárralo


Se despertó como se despertaba todos los domingos desde que había empezado a entrar el calor, con el pelo revuelto y pegado a la nuca, posiblemente a causa de algún sueño o pesadilla que le había provocado, de nuevo, ese aleteo alocado del corazón dentro del pecho.

Fuera apenas había empezado a salir el sol, aún quedaban los restos de la noche del sábado; aún podía oír las risas de la gente al pasar bajo su balcón.
Se levantó apartando el revoltijo de mantas en las que se había convertido su ordenada cama y de nuevo ese escalofrío que la recorre al apoyar el pie desnudo sobre las frías baldosas la pillo por sorpresa.

Una vez en pie se encogió bajo la camiseta de manga corta que usaba de pijama; podía notar el roce de la tela de algodón en su espalda desnuda, un roce absurdo en comparación con los que ella echaba de menos.

Fue al baño y después de mojarse la cara observo su reflejo en el espejo mientras se concentraba en escuchar el ruido del agua correr, se recogió el pelo de manera despreocupada con una pinza, luego, notando el frío pasar por sus piernas desnudas cogió su móvil, no se molestó en mirar los mensajes y notificaciones que tenía pendientes.

Se acercó al cristal del balcón y ahí se quedó, como cada domingo desde que había empezado a entrar el calor, observando su reflejo en la transparente superficie mientras de fondo, una vez más, el sol salía, ajeno a todo.



De fondo sonaba aquella canción, la que compuso solo para ella, lo único que le demostraba que todo fue real.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Creando sueños

Viviendo realidades...

Hace 6 meses yo ni imaginaba lo que era compartir casa, lo que era tener alguien a quien llamar "compañera de piso"

Pensaba que era compartir casa con alguien, vivir en el mismo espacio que otras personas, normalmente con personas conocidas.

Podía pensar que era como en las películas, vivir con dos amigas, celebrar cada semana una fiesta donde al terminar pareciera que había pasado un huracán por la casa, usar platos de plástico porque los de verdad normales están en una pila enorme en el fregadero, esperando a que los laven, tener la música a todo trapo las 24 horas o comer pizza cada día.

Ahora sé que las fiestas no son nunca en tu casa, que la que ensucia limpia y que pa música ya tenemos a las de arriba.

Pero hablando de ellas....

Podría decir que nunca he tenido un hermano, pero claramente estaría mintiendo, porque sí que tengo uno (de los mejores además) y aunque ellas no me hacen el desayuno, no me amenazan y chantajean con chivarse a mamá o me enseñan a jugar a la play; cada día me enseñan algo nuevo, me roban la manta del sofá y las peleas para elegir el canal son una versión light de las de hace unos años.

Son esas personitas que cuando llegas de un mal día de clase te escuchan (o no, pero no te interrumpen mientras le cuentas tu vida), son esas que te dicen "¿Espárragos con mayonesa? MAAAAAL SARA MAAAL"

Las que te prestan lo que sea.
Y las que te dejan post-it de ánimo y suerte para los exámenes en el espejo del baño.

Son las mejores compañeras de manta y sofá.

Porque pocas cosas unen tanto como tender la ropa interior de otra persona 
Esos grititos cuando vemos fotos de cosas blanditas y achuchables.

Porque la familia no se elige, las amigas te apoyan en todo y las compañeras de piso son la fusión perfecta.

Tan bordes como las amigas, tan cariñosas como la familia.

Con ese punto de calidez propia de las que comparten frigorífico, sudor en el gimnasio y charlas a deshoras.

Y  no sé que será de nosotras, de las carreras y futuros trabajos.

No sé si estarán ahí para reirse de nuestros cuadros de macarrones, para ver crecer a Pepi o para aguantar las épocas de exámenes que nos esperan.

No sé si será nuestro último año juntas aquí, si después se acabaran las peleas tontas y los whatsapp haciéndonos bulling mutuamente.

Solo sé que hacéis que estar en el congelador que tenemos por casa sea lo mejor del mundo.
Porque vosotras sois las que aportáis calidez a este puñado de habitaciones, las que hacéis que la universidad sea la mejor época de todas.

Gracias por estar ahí.

Por soportarme (que ya tiene mérito) por todo lo que hemos vivido desde nuestra primer visita a ver casas cuando la Marijose nos dejo tiradas hasta el día de hoy.

Me habéis regalado momentos que no cambio por nada, enseñanzas que no olvidare, fiestas irrepetibles y risas irreemplazables.


Porque lo que une la jarapa ya no lo separa nada.



Siempre seréis mis ángeles de Henry 



viernes, 7 de febrero de 2014

Del tiempo que nos queda.

Persigamos a la luna
Bailemos entre las estrellas.


Hablemos de montañas rusas, de luces y sombras.

Hablemos de odio y suficiencia.
Hablemos del día que se va, y de los que ya no vuelven.

Hablemos de ese amor que está de moda, el que se mide en emoticonos y últimas conexiones.

Hablemos del miedo a enamorarnos
y del pánico a que nos hagan daño.

Hablemos de amaneceres tintados de rosa y de noches entre sus sábanas.

Hablemos del dolor que te provoca el reír sinceramente,
y de esa pureza que aparece tras las lágrimas.

Hablemos de como nos enfrentamos al nuevo día, de como nos peleamos cada noche.

Hablemos de metas alcanzadas y fracasos dolorosos.

Hablemos de cosas que se rompen y de ese nudo en el estómago.

Hablemos de las famosas mariposas y de la fingida soledad del catorce de febrero.

Hablemos de días normales,
de tardes de buena compañía.

Hablemos de acordes y palabras silenciadas.
Hablemos de palabras impresas y sonrisas dibujadas.

Hablemos de polvo y suciedad,
de heridas sin sanar.

Hablemos a ras de la piel,
sin olvidar hablar en susurros.

Hablemos de espacios, de gentes, de coches en marcha y autobuses que se retrasan.

Hablemos de una pañoleta,
de una canción de infancia.

Hablemos de mares tan profundos donde no seas capaz de ver el fondo
y de esa mano que siempre te acompaña.

Hablemos de ese lunar en el cuello, de cómo sabrán sus labios.

Hablemos de lo que pudimos ser y no fuimos,
de lo que ya nunca seremos.

Hablemos de cielos inmensos donde falten dedos para contar las estrellas.

Hablemos a gritos.

Hablemos de la pieza que no encaja,
de la pantalla que no te pasas.

Hablemos por móvil, a la cara,
o por mensajes en una botella.

Hablemos sin decirnos nada, solo por el placer de mirarnos a los ojos.

Hablemos de cómo sabe el chocolate,
y de la gota de sudor que resbala por tu frente.

Hablemos de cosas adorables,
y hablemos de las promesas que se quedan en el aire.

Hablemos de tus buenos días,
y hablemos de los intentos de despedida.

Hablemos de los hasta pronto que se quedan sin retorno,
de la resaca del sábado y del último abrazo.

Hablemos de fantasmas y horrores que vuelven cada madrugada.
Hablemos de luces apagadas.

Hablemos de números y comas. De vasos medio vacios.

Hablemos de ti y de mi y de los sueños que nos quedan por cumplir.
Hablemos del hueco de tu clavícula, de la forma de tu espalda.

Hablemos de fracasos, desengaños y dulces de navidad

Hablemos de papelitos de colores y dados.

Hablemos del sonido de tu risa,
de tu música.

Hablemos de mis ganas de desaparecer,
hablemos en clave de fa.

Hablemos de vocaciones frustradas.

Hablemos del murmullo que no calla y de mis ganas de abrazarte.

Hablemos de ilusiones, falsas esperanzas,
y canciones a pie de calle.

Hablemos en francés, en inglés o en el idioma de los sueños.

Hablemos del hambre, la injusticia.
Hablemos de las pompas de jabón.

Del olor a nenuco y del calor de la estufa en invierno.

Hablemos de caricias y paseos en bicicleta.
Hablemos de las nuevas experiencias.

Hablemos de montes demasiado altos y de autoestimas demasiado bajas.

Hablemos de la lluvia, los gatos y de tu forma en mi colchón.

Hablemos de ellas y del asqueroso poder del dinero.
Hablemos del peso de un buen libro.

Hablemos de la magia de las primeras veces y del peso de las mantas.

Hablemos de todo y de nada.



Hablemos de lo que quieras, pero hablemos.

Con fecha de antes de ayer

Las palabras se las lleva el viento, los hechos en cambio, se clavan en el alma. 

He leído tantas veces eso de "como cambian las cosas en un año" y cosas por el estilo que ya ni le prestaba atención; hasta que llega un día que recuerdas perfectamente qué estabas haciendo hace 365.
Dónde estabas, con quién....Todo.

Y entonces es cuando lo ves, cuando te das cuenta.

Y ahora yo me pongo a hacer memoria, aquí, en el tranvía a las ocho y cuarto de la mañana, con la cabeza apoyada en el cristal y recordando qué era de mi hace tan solo un año.

Y hago memoria de los que están, de los que no, de lo que hice, lo que no tenía que hacer. De lo que no conseguí y de mis errores.

¿Me arrepiento?
                               No sé.
¿Debería?
                               Tal vez, pero, ¿Acaso no se aprende fallando?
¿Me siento orgullosa?
                               Para nada.

Pero, ¿acaso puedo hace algo más que vivir con mis demonios? ¿acaso puedo arreglar alguno de los desastres cometidos este último año?

¿y cualquiera de los cometidos mucho antes?

Así que hoy doy un respiro a mi felicidad, salgo de mi burbuja de universitaria con una vida "fácil" que "todo" le sale bien y me permito un momento de silencio.

Un momento de luto por lo que fui, por lo que perdí, por lo que ya no volverá y por todo lo que aprendí a base de caídas y raspones.




Hoy me escapo y me escondo en mis fracasos.



Hoy aprendo de los errores y asumo consecuencias.






Y a ti, felicidades.