domingo, 30 de abril de 2017

Donde lo dejó el marcapáginas

Curiosa la vida y su tiempo. 


Ayer conocí al chico del que me enamoré cuando tenía unos 12 años,
obviamente no era exactamente él, pero encontré al chico que en su momento busqué.

Mismos gustos, mismo pelo, misma sonrisa y color de ojos.
Quizá por eso cuando lo vi, una parte de mi pensaba "que le sonaba de algo"

¡Claro, tantas noches en mis sueños, como para olvidarte!

Y si bien es verdad que tu eras el chico de mi sueños,
yo ya no era la chica que te buscaba en cada esquina.

Y por eso, es curiosa la vida.

Que al final es cierto que nos muestra lo que buscamos,
que nos concede nuestros deseos, lo que pasa es que,
tan caprichosa ella siempre, lo hace cuando lo cree conveniente.

Y como ayer conocí al chico misterioso hoy he tenido reencuentro con mi yo de entonces.

No estábamos solas, porque nunca lo hemos estado en verdad,
hay amigas que estuvieron y permanecen.

Hay personas que por suerte, la vida te presenta a tiempo, para que cuando llegue el momento, te lancen ese salvavidas que te hará falta.


Y ayer, ante el fuego de la hoguera (esa que también estuvo en mis sueños alguna vez), me he dado cuenta de cómo cambiamos, de que hasta el corazón evoluciona.


He podido volver a constatar que es cierto que he dejado un pedacito de mi en cada libro que he leído, y que a veces tienes que hacer muchos kilómetros de bus para encontrarte con las personas.

Pero que si está en tu camino que las encuentres, lo harás, aunque sea 8 o 9 años tarde.


Así que supongo que esta entrada va para ti,
para el chico misterioso que ya tiene nombre (curiosamente uno de los que alguna vez yo imaginé).

Esta entrada es para ti, que nunca sabrás que antes de que tu supieras prácticamente leer libros, yo ya te imaginaba en cada historia de amor/aventuras que leía.

También es para mi antiguo yo.

Últimamente parece que tengo 13 años a todas horas,
parece que el instituto vuelve a ser este pasillo y a veces hasta me veo imaginando que vienen a recogerme a la puerta.


Hemos vivido mucho desde entonces,
hemos aprendido muchas cosas, y aunque a costa de algunos raspones en las rodillas, también hemos tomado buenas decisiones.


Si te soy franca, no sé que vendrá ahora, supongo que me han trastocado las reglas del juego.

Tampoco sé si mañana me encontraré al misterioso de los 17 (que es el mismo que el de los 12 pero más mayor y con el pelo más corto)

Ni siquiera sé si volveré a poner cara a mis sueños,
yo también quiero ponérselo difícil a la vida.

Solo sé que es curioso, que por muchos años que tengas, al final siempre buscas lo mismo,
que por muchos exámenes que haga, tardes entre apuntes y siestas que no acaban, volvemos a encontrarnos.



Y creo que eso es importante.








No olvidar nunca, la adolescente enamorada que todos tenemos dentro

miércoles, 26 de abril de 2017

Lo que no te explican de las re(l)acciones.

Era la letra pequeña que nadie quería leer. 


De todas las hormonas, sustancias, reacciones y demás cosas químicas que ocurren en tu cuerpo, siempre hay uno del que no te hablan.

La letra pequeña de los sentimientos,
el "he leído y acepto las condiciones" que te plantea la vida y que tú, cual idiota marcas sin prestarle ni un segundo de tú tiempo.


Dime, ¿te engancharías a algo si supieras sus efectos secundarios?
¿Seguirías adelante si alguien te dijera que cuando tus niveles de éxtasis momentáneo se queden atrás, no podrás vivir con tu dosis diaria de felicidad, esa con la que sobrevives ya algunos años?


Puedes estudiarte las reacciones químicas, saber el puto nombre de la hormona en latín y hasta en arameo, que eso no te hará ser más razonable,
no hará que te escueza menos la piel.

No evitará que el efecto rebote te alcance,
no te protegerá del déficit de después.


Y podrán contarte mil historias,
algunas bonitas, algunas de libro adolescente y hasta de las malas.


Que eso no te acompañará cuando recorras tus pasillos con las canciones viejas sonando en los cascos.


Y te verás, en el carrusel de siempre, como una idiota dando vueltas montada en un caballo que no va a ninguna parte.




Será entonces cuando comprendas que saber más no te hace sentir menos.
Y que siempre hay que leer la letra pequeña cuando haces un trato con el corazón.




sábado, 8 de abril de 2017

No solo en Murcia hay sequía

No todas las jaulas tienen barrotes


No hay peor augurio que el tener ganas de escribir.
ya sabéis lo que significa.


He leído muchas veces que las víctimas de algunas depresiones, problemas mentales, anorexia etc, muchas veces afirmaban que su cabeza se dividía en dos partes: la buena y "el monstruo", "la oscuridad" o como lo quieras llamar.


Supongo que si yo tuviera que dividirme en dos partes la cosa quedaría así: por una lado la parte racional y por otro la irracional.

Espera que os las presento.


La parte racional es la que hace que cuando me suene el despertador y este cómodamente acostada con mi tierno gato encima muriendo de amor, en lugar de posponer la alarma me levante para ser una mujer de provecho. Es la que me dice que me acepte como soy, que si no me quieren el problema es de los demás. Es la que me recuerda a gritos que sabemos que cuando llegue junio todo estará entregado en fecha, que sabemos que llegaremos. También es la que no le gustan los donuts y te dice que beber tanto trae problemas y que no hable con nadie después de ver una película.

Por otro lado, tenemos la parte irracional. Ella me dice que la ilusión a kilómetros también merece la pena. Que salir a correr hoy no me va a cambiar la vida y que venga "cinco minutitos más y nos levantamos". Pero también es la que me dice que el problema lo tengo yo, no la sociedad. Que la que está rota soy yo. Es la que me empuja a querer acostarme a todas horas con el pretexto de "estoy muy cansada, me merezco un descanso". Es la que me susurra que me voy a quedar fuera si no voy, que nada va a cambiar y que no va a salir bien. La que me dice que no me peine ni me vista, total, hoy tampoco voy a ver a nadie.

¿Que con cuál me quedo de las dos?

La vida es demasiado corta para ser racional todo el tiempo, pero también lo es para estar todo el día dentro de la cama llorando y posponiendo la alarma.

Digamos que yo era muy feliz con mi punto medio.

Pero al final todo se reduce al tiempo,
el tiempo que pierdes,
el que malgastas,
el que ya no vuelve....

Y es curioso porque hace 23 días que el reloj se me quedo sin pilas.

Pero algo que también es muy de depresivas, de series de televisión y de libros es la ducha.

Esas veces que el protagonista se mete en la ducha, te ponen un primer plano de su cara dramática, con música de Alex Ubago de fondo mientras empieza a llorar.

Esas mujeres deprimidas cuyas madres obligan a tomar un baño y que cuando salen todas limpias y arregladas tienen la vida resuelta.

Esos hombres que esperan que por el sumidero se escape su matrimonio fallido.

A mi me gustan mucho las duchas de agua caliente,
muy caliente.

Me hacen expresar con palabras lo que se ahoga en mi cabeza.

De alguna forma lavo mis heridas y relajo la tensión de la lucha interna.

Y es que no hay peor dolor que el de saber de manera racional que estás sufriendo irracionalmente.



Antes tenia en la pared de una de mis últimas 5 habitaciones una frase que decía algo así como "el dolor es inevitable, el sufirmiento es opcional".

Me encanta la moda esta de las frases profundas de azucarillo de bar de mala muerte.



Pero realmente no le deseo a nadie que tenga la capacidad de analizarse desde fuera.
Es realmente agotador ver que eres idiota pero no cambiarlo.

Ser capaz de asumir que no tienes razones, que no deberías, que sabes que pasará.
Y aún así pasarlo mal.




Quedarte acostada en la cama, ignorando al mundo, con música blandita de fondo.
Quién sabe, tal vez el disco de Operación Triunfo versión Disney.


Yo ya lo he escuchado dos veces entero esta semana.


O una de funambulista,

Esa que dice:

"Y si al dormir, sueño...







Ven hasta aquí, sálvame tú
ponte a reír, prende la luz"



martes, 4 de abril de 2017

Además, huele a fresas

No hay dolor más irracional que el que sabes de manera racional que no tiene ningún sentido.

Están por todos lados,
ahora he aprendido a verlas.

A veces las conoces,
otras te mueres por descubrirlas.

Por algunas merece la pena morir,
y por otras hasta matarías.

Las que más me gustan son las que llegan a los ojos,
y te agrandan el corazón.

Son soplos de aire fresco,
te permiten coger aire cuando pesan los pulmones.

Lo bonito de ellas es que nunca las malgastas,
hasta cuando las regalas a quien no las merece.

Dejadme contaros un secreto,
porque creo que tengo un problema.

Y es que me estoy aficionando a coleccionarlas,
y creedme si os digo que eso puede ser peligroso.

Porque tal vez debamos pararnos a pensar,
que la culpa no es del que se enamora de una sonrisa,

Si no del que la deja suelta,
sin darse cuenta del arma con la que cuenta.




Porque hay algunas que una vez que las ves,
ya no te olvidas de ella.