jueves, 24 de abril de 2014

Sé el viento que mueve la nube.

Eso era todo lo que deseaba...

Nos pasamos la vida siendo espectadores de besos, de reencuentros, de sonrisas y de locuras hechas en nombre del amor.

Vemos a menudo como la gente se equivoca, la vemos llorar y somos fieles seguidores de sus derrotas.

En la vida se nos enseña a decir la verdad, a dar las gracias y a perdonar.

                                                           Pero no nos enseñan a decir la verdad con el corazón, a dar las gracias con una sonrisa sincera y a perdonar con las lágrimas en los ojos y el dolor en el alma.


A lo largo de mi vida he tenido la suerte de leer historias de amor de las de verdad, de las que ponen el vello de punta y te hacen pensar y confiar, estúpidamente, que esta sociedad aún tiene salvación.
Pero entonces cierras el libro, apartas las palabras y miras a la realidad.

Nos pasamos la vida viendo besos en la tele y escuchando palabras de amor que en el fondo, no son más que acciones interpretadas por unos actores.

A menudo vemos como en las películas cosas siempre acaban bien, como la amistad triunfa siempre por encima de las cosas.
Y luego somos los primeros que nos cuesta perdonar.


Yo me he propuesto buscarlo.

Buscar alguien que pida perdón, aún con el rostro mojado, alguien que bese de verdad, con la sinceridad de los que nada más que son capaces de ver a la otra persona.
Me he propuesto salir a la calle y ayudar a cualquiera que lo necesite, solo por el placer de ver una sonrisa que no sea la de las fotos falsas de instagram.

Creo que está sociedad está patas arriba, que ha olvidado los valores y lo que de verdad importa.
Pero también creo que aún podemos salvarla.

Porque todos nos equivocamos
                                                y todos tenemos derecho a una segunda oportunidad.

Porque la vida es eso, oportunidades.

Yo ya he empezado a perdonar, que creo que es el primer paso para que la vida, vuelva a merecer un poquito la pena.


Así que ahora, voy a salir a la calle a buscar a gente que como yo




Tenga ganas arreglar y limpiar un poquito el mundo.

domingo, 20 de abril de 2014

Já con J de Sarriu te Jodes

Ya lo decía mamá, las mentiras tienen las patitas muy cortas y los ocultamientos también.

¿Qué hacer cuando alguien sobrepasa la línea?
¿Qué haces cuando alguien te hace algo capaz de darte ganas de tirarlo todo al mar?

Todos nos enfadamos, todos tenemos malos días.
Todos le hemos puesto alguna vez mala cara a alguien que no lo merece o hemos deseado pegarle un puñetazo a una persona que nos importa.

Pero sin cruzar la línea.

Quedándote en eso.

En una pelea, una discusión acalorada, incluso un par de frases un poco fuertes.

                                     Pero sin cruzarla,

Sin irte al otro lado.


Y puede que parte sea culpa mía, de hecho en las peleas las dos partes siempre tienen un poco de culpa.
Y puede que no debiera haberme enterado nunca, al fin y al cabo ese era tú plan.

No debí hacerlo.
                                           No debiste dar pie a que lo hiciera.

Pero la culpa está claro que es mía, por no ser capaz de olvidar, por no pasar página.

Me corte con la estúpida página y ahora esa herida no me deja en paz.

Eras eso, una herida, algo que supongo que con el tiempo se habría curado.

Supongo....¿a mi qué me dices? si no he conseguido curarme.

Y ahora me siento traicionada por la persona que debía estar ahí, acompañándome mientras esa herida se cerraba.

Por la que debía darme la razón incluso aunque no la tuviera ¿para eso están no? 


Yo ya me he cansado de intentar cambiar, de intentar hacer las cosas bien, de ir de frente y poner sonrisas.
Me he cansado de querer avanzar y no poder, y cansada de recorrer los mismo metros incluso pensar que podría llegarse a un punto medio.



Pero ya no, 
                                 He llegado a lo que la gente llama un punto de inflexión, un lugar de no retorno.

Aunque yo tampoco quiero retornar.

No quiero que esto quede en una pelea sin más, incluso aunque tus explicaciones sean las más convincentes, incluso aunque tengas razón e incluso aunque nada sea lo que parece.



Simplemente no me apetece.

Quiero cerrar el puto libro, prenderle fuego a la estantería e irme tan lejos donde ni el humo se vea.

Me siento traicionada y de verdad que espero que este sentimiento me dure mucho, porque no quiero perdonar, no quiero que se arreglen las cosas, ni que todo vuelva a estar bien.



Porque has cruzado la línea.




Y los amigos, pase lo que pase, nunca lo hacen. 

jueves, 17 de abril de 2014

Como la luz de las pesadillas.

Jugando a ser irracional

Hacia tiempo que no me pasaba por aquí, lo cual debe interpretarse como algo bueno ya que cuando suelto estas palabras suele ser por necesidad de expresarme, de soltar lo que llevo dentro y de haceros saber que es lo que pienso

¿Por qué? ¿qué sentido tiene publicar mi vida?

No sé, supongo que por terapia, supongo que porque todos necesitamos contar lo que sentimos o simplemente por algo totalmente irracional.

Y como la razón últimamente en mi vida parece que ha pasado de moda voy a hablaros de la irracionalidad.

Hoy voy a escribir sobre algo que tenemos todos, algo que está presente en la vida del más feliz y del más desgraciado.

Del más rico al más pobre.

Algo que tu también conoces.
                                                                              Voy a hablar del miedo.

De esa sensación de sudor frío en la espalda, de ese tembleque en la voz y de ese puño que te oprime por dentro.


Y más aún, voy a hablar de los miedos absurdos e irracionales.

Como el miedo a perder algo que te importa.
                                                O alguien demasiado necesario.


Todos hemos tenido alguna vez ese miedo absurdo a contarle algo a nuestros padres, a pedirles permiso para algo que sabes que no te van a dejar cuando, si te paras en frío y lo analizas, ¿qué te van a hacer?

¿Acaso te van a echar de casa? ¿van a dejar de dirigirte la palabra?
No, claro que no.

Pero sin embargo ese miedo absurdo sigue ahí, como una losa que no te deja hacer lo que más deseas.

¿Por qué?

El por qué es eso que yo me llevo cuestionando unos días. Básicamente desde que una mañana me desperté y me dí cuenta de que me importaba una mierda lo que pensaran los demás, de que me daba igual que todos me dijeran que me estaba equivocando solo por hacer lo que de verdad sentía.

Ir en contra de todos solo por el placer de vivir mi vida es lo mejor que he sentido en mucho tiempo.

Así que ahora me dedico a eso, a hacer lo que siento sin preguntar si alguien opinará que está mal, si alguien contará por ahí que Sara está tan loca como para hacer cosas que muchos, a priori, no entienden.

Pero con tus padres es diferente, igual que con las personas que realmente quieres, que de verdad te importan.

No puedes evitar que su opinión te afecte, no puedes mirar para otro lado cuando les escuchas decirte que te equivocas, que cometes un error, incluso cuando no te importe darte de bruces contra el suelo solo por el placer de disfrutar tu vida.

De manera que llevo varios días dándole vueltas a este tema del miedo tonto, del miedo irracional, no a la reprimenda o a las consecuencias.

Dudo que sea miedo a un castigo o algo así.

Es algo mucho más profundo, y sobre todo, doloroso.

Es el miedo más doloroso que existe: el miedo a decepcionar a esa persona que quieres.

El pánico a ver en sus ojos reflejados el dolor, el enfado o incluso, la culpa (muchos padres, por ejemplo, se culpan de los errores de sus hijos)

Y yo creo que es que nadie está preparado para hacer daño a los demás, ni si quiera aunque sepan que se les va a pasar, que en unos meses nadie recordará nada.

Porque ese instante te va a doler.
                                                    Y mucho.


Y sé que la gente que te quiere te perdona, te acompaña, incluso cuando no te apoyan o no están de acuerdo.

Pero quizá sea porque ya perdí a personas que prometieron nunca irse.
Porque ya vi el final de muchos "para siempre" que no quiero arriesgarme, no quiero cruzar la línea.

Y estoy decidida a hacerlo, a seguir con mi filosofía de vivir verdaderamente mi vida, sin hacer lo que esperan de mi solo por no llevar la contraria.

Porque si me apetece hacer algo, lo hago. Ya habrá tiempo de arrepentirse después.

Porque todo en esta vida tiene solución salvo la muerte.
Y lo que no tiene solución no merece la pena que te amargue, total, no puedes hacer nada.


Así que creo que voy a echarle valor y por una vez superar mi miedo.


Voy a tomar aire y de paso, alguna decisión.


Porque ya sabéis lo que dicen.




Al miedo, solo se le derrota con recuerdos felices.