sábado, 14 de febrero de 2015

Fue solo un segundo, luego desapareció.

Agridulce


Tenía una personalidad eléctrica, capaz de iluminarlo todo incluso cuando te encontrabas en la más profunda oscuridad.

Era capaz de paralizarte con una sola palabra
y a la vez darte la vida con un silencio.

Podía hacer vibrar todas tus terminaciones con un simple gesto, y con sus labios fundir todas las luces de la calle.

Había quien decía que iba siempre acompañada del viento y que sus enfados nada envidiaban a las tormentas.

Ella era todo un huracán de sentimientos encontrados, recuerdos pasados y premisas futuras.

Incluso algunas hipótesis afirmaban que los que la conocían no eran capaz de verla,
otros que incluso ni existía.

También los hay que la comparan con el café, intensa, pura, amarga y a la vez tan dulce...
Capaz de quitar el sueño si se lo propone.

Era los extremos opuestos.

Era un rayo que caía y luego desaparecía.

Y si la buscabas posiblemente nunca te toparías con ella.

Era el frío y el calor en una misma carne.

Energía en estado puro.
Tan etérea que no se podía tocar.

Capaz de darlo todo y a la vez no ofrecerte nada.

La suerte después de una mala racha
el dolor del esfuerzo



Era exactamente ese punto de seguridad que solo se tiene cuando te atreves a introducirte de lleno en el caos de un corazón herido.



lunes, 2 de febrero de 2015

Te lo dije y me escuchaste.

Quizá tenga que asumir que hay cosas que no son para mi. 

A lo mejor tengo que dejar de intentar sentir lo que otros sienten, ver lo que otros ver y jugar a lo que otros juegan.

No hablo de seguir a la gente, de querer ser uno más, ni siquiera hablo de intentar encajar.

Me refiero a esas cosas que todos saben y yo no, a esos secretos que eres el último en escuchar y esas canciones que todos tararean cuando tu ni has podido terminar.

No hablo de los tacones
que todas dominan como si fueran una parte de su ser.

No me refiero a los gustos que nunca entenderé, como el del yogur helado, demasiado agrio para mi gusto,
demasiado frío e insustancial para endulzarme los problemas.

Ni si quiera yo sé de qué hablo
o bueno, si lo sé, pero ni yo me entiendo en estas noches que solo quieres vomitar lo que te atormenta y sin embargo no eres capaz de soltar palabra.

En esos momentos en los que lo que  quieres no lo tienes y sientes que es la mayor injusticia a la que te vas a encontrar.


Y es que esto te pasa por jugar a juegos de mayores, por querer quitarle los ruedines a la bici sabiendo que tu estabilidad era tan pobre como tus ganas de fingir que no te importa la vida.

Y el libro se acaba, y las clases vuelven y ya noto al siguiente que va a venir a dar toques en la puerta de mi cabeza, sabiendo que no le hace falta entrar porque está dentro.

¿Por qué no puede ser como todo el mundo?
¿Por qué siempre tengo que ser jodidamente sentimental cuando todos me ponen de fría y borde?

¿Por qué mi maravilloso cerebro que solo sirve para estudiar no es capaz de gritarme más fuerte que pare?

Porque todos sabiamos que esto iba a pasar.
Porque no se puede cambiar la esencia

Que yo no soy de las que acarician y esconden la mano, ni siquiera de las que tiran piedras.

Pero me resignaré a dejarlo pasar como todas las cosas que ya pasaron, llenando entradas de este estúpido blog

Dejando pasar los días teniendo claro que la soledad es mía.

Porque ser única es una mierda
si tienes que dejarte la voz ante paredes que no escuchan y que no te entienden,


Así que me resigno,
No quiero este mundo de mayores



Solo quiero que febrero se vaya, con sus estúpidas casualidades, con sus aparentes buenos principios y con sus ganas de recordarme que hay algo que sigue roto