miércoles, 20 de diciembre de 2017

Ponle nombre a los barrotes y podrás destruirlos todos

Ya no hay vértigo en los tacones


Podría empezar pidiendo(me) perdón por no escribir en todo este tiempo y
podría inventar mil escusas pero ninguna sería tan real como decir que he estado ocupada.

Ocupada conociéndome un poco más si todavía se puede,
ocupada conociendo otros lugares, otras miradas, otras risas con acentos diferentes.

Podría hablaros de recuerdos bonitos con sabor o comida que antes estaba prohibida
o de la sudadera de las tardes tristes de estudiar que descansa en el armario casi sin usar. 

Pero no vengo a redimir el tiempo perdido,
vengo a deciros que os perdáis en el vuestro.

Que lleguéis al punto en el que no sepáis qué día es, 
que pase noviembre como pasan los terremotos que amenazan pero no destruyen.

Porque solo cuando te pierdes en tus miedos, 
en tus tiempos, 
descubres que no tienes que huir de ellos, 
que es agotador una batalla perdida de antemano.

Es entonces cuando todo tiene tanto sentido que no tiene ninguno. 

Y paseas por las calles y no te fijas en tu reflejo en los escaparates, 
y llegas tarde, corriendo, despeinada y en lugar de escusas solo sonrisas. 

Te encuentras frases bonitas como esta que te hacen pensar:

"Cuando me amé de verdad comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta y en el momento exacto, entonces pude relajarme"
(Charles Chaplin)

 Me pareció majestuosa,
mágica.

Y fue en ese momento cuando el adjetivo contenta formó parte de mi realidad constante, 
cuando por fin entendí eso que todos dicen que tienes que entender, 
que tu eres lo más importante.

No fue fácil, los artículos que te prometen quererte a ti misma en 5, 10, 15 o un millón de pasos.
Esos mienten.

Porque los únicos pasos que te llevan a quererte son los tuyos. 


Y entonces todo cobra sentido perdiéndolo por completo.

No importan las tallas, las horas, las apariencias, las ruedas de bici pinchadas,
los tranvías perdidos, las horas nunca muertas y los errores. 



Nada importa porque lo único importante es seguir tus pasos,
estar en tu propia compañía,
y después, cuando no te das cuenta miras hacia un lado y la ves, 







la felicidad que siempre ha estado ahí,
y pierdes el norte porque ahora tu eres tu única brújula

                                                

miércoles, 18 de octubre de 2017

Pluma y cadena

¿Y si lo que nos destruye es a la misma vez lo que nos da la vida?

Fuerte, ¿no?
Explosivo diría yo.

Voy a explicar el por qué de la frase, siempre hay un porqué en la frase en cursiva.

Esta mañana, como cada mañana, estaba mirando mis "recuerdos" de Fb y me he encontrado con un artículo que mi sabio yo del pasado compartió.

Digamos que el artículo, por resumirlo, decía que actualmente padecemos la enfermedad de "estar siempre ocupados" y que eso nos impide conocernos y disfrutarnos a nosotros mismos. Que hemos pasado de "seres humanos" a "haceres humanos". Que no disfrutamos la vida, los cafés, el trabajo...que hacemos las cosas pendientes del tiempo y de lo que tenemos que hacer después.

En definitiva, que no vivimos, producimos.

Y estoy de acuerdo con ello, con tanta nueva tecnología que iba a hacernos la vida más fácil nos hemos alejado de las personas y ahora solo buscamos aprovechar hasta los descansos de 10 minutos.

Pero a la misma vez esto me crea un enorme conflicto, los que me conocéis sabéis por qué.

Últimamente he estado viendo la serie de Sherlock Holmes, y mi conclusión es que envidio a ese hombre y su cerebro (como todos supongo) pero sobre todo envidio su vida de retos, intelectuales y morales, una carrera de fondo donde cada día hay un enigma nuevo.

Porque yo no puedo estar en una terracita hablando con alguien hasta que se pase la tarde.

Miento, puedo.

Una vez, dos veces, tres veces....ya no más.

La ausencia de hacer cosas, el exceso de tiempo libre me provoca lo que llamo "ansiedad temporal", ansiedad de no aprovechar el tiempo, de no buscar retos (en su mayoría intelectuales), la falta de estar ocupada, de sentir que aprovecho mi vida.

¿Veis la contradicción?

Si hago muchas cosas me siento una más en la serie de producción, me siento máquina y no humana.

Siento que no soy yo.

Si me quedo en casa, cual alma libre, duermo cuando quiero, salgo cuando me apetece y dedico tiempo aleatorio a cosas "triviales" siento que desaprovecho la vida y ya sabéis cuál es mi mayor miedo.

Entonces...
¿existe ese equilibrio?

Sí, pero es una lucha constante para que la línea no se difumine.

Y eso, me hace libre y a la vez me ata al tobillo con una cadena.




Todo se reduce, de nuevo, a la batalla más anciana, la razón contra el corazón

martes, 4 de julio de 2017

Carta a todos los que aún se mantienen en pie.

Querido lector, amigo, conocido o simple persona que se ha dejado caer por mis líneas:

Esta carta hoy es para ti.

Porque sigues al pie del cañón, incluso cuando otros han caído,
incluso cuando otros ya lo han conseguido.

¡Eres increíble!

Y sé que no te lo digo mucho,
y sé que no te lo dices mucho.

Pero has logrado cosas que no imaginas.

Ahora que es tiempo de graduaciones, de estudiar para julio o de disfrutar de un merecido descanso, necesitas que te recuerden lo lejos que has llegado.

Tu que empezaste tu mundo de cero.
Has sabido construir donde antes no había nada.

Y muchas veces nos hablan de las personas que brillan, las que se ven entre la multitud.

Yo hoy venga a hablar de las personas que vibran.
Esas que al pasar por tu lado te erizan la piel.

Las que te hablan de sus logros y se les dilatan las pupilas,
esas que hacen que te crezca el corazón al escucharles.

No dejéis que el desanimo pueda con vosotros,
no dejéis que el calor o la luz artificial de las salas de estudio apaguen con vuestros sueños.

Porque todos hemos ganado,
aunque solo sea por haberos encontrado.

Es cierto que a veces es duro,
y que tirar la toalla suena mejor,
sobre todo si la lanzas sobre la arena de la playa.

Pero habéis sido capaces de encontrar la felicidad en las cosas pequeñas:
un café en los descansos, una visita inesperada, o dormir una horita más un domingo por la mañana.

Sois fuertes, sois duros,
sois la esperanza para los que no cumplieron sus sueños.

La viva imagen del esfuerzo,
incluso aunque sea porque una vez os equivocasteis.

Dais envidia a los que no pudieron,
la perseverancia os hará libres.

Y todo el mundo envidia vuestra libertad,
y lo claro que tenéis el siguiente paso.

Hoy esto va por vosotros.

Por los que os habéis ido lejos de casa para cumplir vuestros sueños,
para los que no os ha dado miedo empezar una aventura,
o lo que es más difícil, continuarla cuando todo estaba oscuro.

Para los que habéis decidido seguir, continuar
dar otro paso a pesar de los calambres.

Y no hablo de los musculares.


A todos vosotros:
no dejéis nunca de ser magia.


Porque yo quiero que sigáis erizándome la piel al pasar,
quiero que me hagáis vibrar.


Quiero sentir envidia de lo que estáis construyendo,
y sobre todo, quiero que me animéis porque gracias a vosotros, sé que yo también puedo construir.




A todos vosotros:
Gracias.


martes, 20 de junio de 2017

Ni los videos de gatitos.





A veces hay que hablar de fracasos.

De esos momentos en los que lo diste todo y no fue suficiente.
Y el dolor que eso te provoca en el pecho.

Hay días en los que todo sale mal,
en los que te arrepientes de todo lo que has dejado atrás.

Te planteas que por qué tú,
te dan ganas de no volverlo a intentar.

No hay sonrisas que valgan,
no hay ánimos que te sirvan.

Hoy el "tú puedes con todo" no va a cambiar nada.

Será la poca tolerancia al fracaso,
o que a nadie le gusta no llegar a la meta.

Es doloroso, desalentador,
es como un arañazo desde dentro.

Porque no puedes culpar a otro,
porque sabes que es solo cosa tuya.

Y no hay peor juez que tu mirada,
ni peor testigo de tu fracaso que el que te anima desde la grada.


No hay ganas de buscar alternativas,
no hay ganas de levantarse y seguir.

Solo de quedarse hundido, revolcarse en los errores,
pensar en todas las cosas que podían haber sido diferentes.

Dramatizar, exagerar, gritar,
y llorar....

Que las lágrimas no van a cambiar nada,
pero a veces limpian los arañazos.

Porque abajo se está muy solo,
se está muy oscuro.



Aquí no hay luces.

viernes, 2 de junio de 2017

Los días felices también dejan resaca.

Efervescente y con sabor a limón. 


Nos hablan mucho de las rachas malas, 
de las épocas en las que se ve todo negro. 

Todos hemos escuchado alguna vez lo de,
"eres fuerte, mira todo lo que has pasado". 

Y el "todo lo que has pasado" siempre son cosas malas, 
siempre son momentos que pensaste que no podías más y los superaste. 

Y tenemos la falsa creencia de que solo las malas rachas nos enseñan,
que solo aprendemos a base de caídas. 

El mal consuelo de decir, 
"ya que me he dado la hostia, al menos voy a aprender de la herida"

Pero las buenas temporadas también duelen, 
los paisajes bonitos tampoco se olvidan, 

Algunas sonrisas también se clavan en el alma, 
a veces tardas tiempo en olvidarlas. 

No solo se aprende a base de hostias, 
a veces las resacas duelen más que los errores.

Y cuesta volver a tu vida de siempre, a las calles de todos los días, 
cuesta olvidarte de un amor de verano, de una sonrisa, de una aventura, 
de unas vacaciones o de algunas rutas.  

Cuesta no pensar en las épocas buenas. 
Cuesta no pensar en las personas que se han quedado atrás.


Y yo no sé nada de relaciones, pero siempre he pensado que lo más duro tiene que ser estar todo el día reviviendo momentos y pensando que antes "eras feliz". 

Por eso los momentos felices también duelen.

Duele envidiarte a ti mismo, 
envidiarte hace unos días, meses o años. 

De nuevo duele no volver a atrás. 

Y pasas un periodo de luto,
de echarte de menos en aquellos momentos.


Tienes Jet lag emocional. 







Y eso es una verdadera putada.





jueves, 25 de mayo de 2017

Hay lugares que no olvidas y sonrisas que no superas nunca.

Y por eso todo está bien.


Hay momentos en la vida que ocurren cosas que no esperas.
Esas veces que sin saber cómo cambias de planes.

Y acabas en aquella isla que te prometiste no volver a pisar,
y te bañas de nuevo en aquel mar de ojalás.

Nunca sabes cuándo volverá a ocurrir,
ni siquiera si lo volverás a sentir.

Pero cuando pasa,
no lo olvidas.

Y ya pueden ser palabras escritas en un papel,
miradas entre el humo o sonrisas a distancia.

Y ya pueden ser en un sentido,
o que te cambien de dirección.

Solo sabes que te va a trastocar.
que va a hacer ponerlo todo patas arriba.


Y yo no sé si fue su forma de caminar
o como se aparta el pelo para las fotos,
solo sé que a mi me ha vuelto loco.

Que tenía fecha de caducidad
y billete de vuelta.

Y aún con esas me tuvo en vilo hasta los créditos de la película.
Hasta que encendieron las luces de la sala.

Y aún ahora la busco,
entre la gente, entre los libros, entre las palabras,
entre el humo y la risa.

A veces me asomo a ver si está detrás de los barrotes.

Pero ella era libre,
tenía unas alas demasiado grandes para lo pequeñas que eran mis ganas.


Y hay días que pienso en cómo hubiera sido todo si yo hubiera tenido los cojones, y ella los labios menos rojos.

Y me intento imaginar en aquella estación, diciéndole que no subiera,
que no me abandonara, que yo podía demostrarle que esto merecía más la pena que la vida que le esperaba a la vuelta.

Yo, que hubiera curado sus cicatrices con caricias
y borrado sus preocupaciones con canciones de esas que luego no te sacas de la cabeza.

Como ella que está en replay en mi lista de reproducción,
que aparece en cada esquina, se voltea, me sonríe con esa risa atronadora.

Y me dice que no me inquiete, que la vida tenía otros planes,
que puede que me los vuelva a cambiar en el último segundo.

Pero desde que se fue hace frío y no porque el tiempo esté loco,





sino porque creo que es ella la que se ha llevado mi cordura

domingo, 14 de mayo de 2017

Esto también estaba preparado.

Y tú,  ¿tenías que leerlo?

¿Qué pasa si al final la gente tiene razón?

Si es cierto que hay un roto para un descosido,
que acabará apareciendo quien tanto buscas.

Y si estáis en la misma estación, esperando para subiros al mismo vagón, solo que hay cientos de personas entre vosotros.

¿Y si el día que teníais que encontraros empezó a llover y al final no saliste de casa porque no tenías paraguas?

¿Y si la chica de tus sueños estaba en el autobús que acabas de perder por estar mirando tus notificaciones de FB?

¿Qué hacemos si el chico que debías conocer no llego a comprar la entrada de aquel concierto en el que teníais que encontraros cantando a pleno pulmón?

¿Cómo le explicas al Karma que no conociste a la persona indicada solo porque tu madre te mandó a comprar pan en el último segundo?

Si es cierto la teoría del caos, la de la mariposita que mueve las alas y crea un huracán.

Si una cosa tan insignificante es capaz de cambiarlo todo,
si a cada segundo cambiamos de carretera y la voz del GPS de nuestra vida tiene que estar recalculando la ruta correcta para llegar a la meta,

si hay tantas posibilidades, factores, variables, datos, imprevistos y detalles que forman cada segundo de mi vida, ¿cómo quieres que me crea que todos ellos se alinearan para que un día salga al balcón y te encuentre?

¿Cómo quieres que me crea que con un simple "no te preocupes que llegará" deje todo en manos de los engranajes que ponen a cada persona en un lugar en un momento preciso?

¿Quién te dice a ti que no has dejado pasar la oportunidad de tu vida por perder un par de minutos en leer estas líneas?

¿quién te asegura que no acabas de destrozar tu futuro por llegar hasta aquí?

Así que no me pidas que espere,
no me digas que me quede sentada esperando que alguien o algo me cambie el rumbo.

No me mires con cara condescendiente como si tuviera muchos años por delante como para perderlos esperando la siguiente jugada del que toma las decisiones.

Y no se te ocurra decirme que no hay nada que hacer, que las cosas ocurrirán porque tienen que ocurrir, llámalo trabajo duro, esfuerzo o suerte.

Pero a mi no me llames.

Porque no te lo voy a coger.
Porque no acepto que no me quede otra que esperar.


Porque no me gustan las respuestas pre-cocinadas
No soporto los "tía no te rayes lo que tenga que venir vendrá"

Porque a lo mejor te digo que ya no,
que tu oportunidad ha pasado ya.


Que me he cansado de jugar,
que ya no quiero ver a los otros coger el control,
que ahora quiero yo probar



Total, si sale mal siempre podemos echarle la culpa a la mariposa de tu estómago.

miércoles, 10 de mayo de 2017

Como decirle a un río que se pare y deje de flui

Carta sin destinatario ni destino

Hoy vengo a hablar de lo mismo,
De lo que ya sabéis de mi.

Y es que si yo fuera uno de los autores que se estudian en literatura lo primero que aprenderíais de mi es que mis “obras” solo tratan de dos cosas:

El tiempo y el desamor.
Para mi, la misma cosa contada desde dos puntos de vista.

Todos los desamores acaban con el tiempo,
Y las cosas buenas, con el paso del tiempo, crean desamores.

Todas cuentan las ganas de parar el reloj,
Pero de lo que disfruto esos granos de arena.

De la felicidad del amor,
Aunque solo, a veces, no se está tan mal.

Y hoy tampoco iba a ser diferente,
Hoy nada va a cambiar.


Así que os seré breve:
"Te quiero y no te vayas". 



domingo, 30 de abril de 2017

Donde lo dejó el marcapáginas

Curiosa la vida y su tiempo. 


Ayer conocí al chico del que me enamoré cuando tenía unos 12 años,
obviamente no era exactamente él, pero encontré al chico que en su momento busqué.

Mismos gustos, mismo pelo, misma sonrisa y color de ojos.
Quizá por eso cuando lo vi, una parte de mi pensaba "que le sonaba de algo"

¡Claro, tantas noches en mis sueños, como para olvidarte!

Y si bien es verdad que tu eras el chico de mi sueños,
yo ya no era la chica que te buscaba en cada esquina.

Y por eso, es curiosa la vida.

Que al final es cierto que nos muestra lo que buscamos,
que nos concede nuestros deseos, lo que pasa es que,
tan caprichosa ella siempre, lo hace cuando lo cree conveniente.

Y como ayer conocí al chico misterioso hoy he tenido reencuentro con mi yo de entonces.

No estábamos solas, porque nunca lo hemos estado en verdad,
hay amigas que estuvieron y permanecen.

Hay personas que por suerte, la vida te presenta a tiempo, para que cuando llegue el momento, te lancen ese salvavidas que te hará falta.


Y ayer, ante el fuego de la hoguera (esa que también estuvo en mis sueños alguna vez), me he dado cuenta de cómo cambiamos, de que hasta el corazón evoluciona.


He podido volver a constatar que es cierto que he dejado un pedacito de mi en cada libro que he leído, y que a veces tienes que hacer muchos kilómetros de bus para encontrarte con las personas.

Pero que si está en tu camino que las encuentres, lo harás, aunque sea 8 o 9 años tarde.


Así que supongo que esta entrada va para ti,
para el chico misterioso que ya tiene nombre (curiosamente uno de los que alguna vez yo imaginé).

Esta entrada es para ti, que nunca sabrás que antes de que tu supieras prácticamente leer libros, yo ya te imaginaba en cada historia de amor/aventuras que leía.

También es para mi antiguo yo.

Últimamente parece que tengo 13 años a todas horas,
parece que el instituto vuelve a ser este pasillo y a veces hasta me veo imaginando que vienen a recogerme a la puerta.


Hemos vivido mucho desde entonces,
hemos aprendido muchas cosas, y aunque a costa de algunos raspones en las rodillas, también hemos tomado buenas decisiones.


Si te soy franca, no sé que vendrá ahora, supongo que me han trastocado las reglas del juego.

Tampoco sé si mañana me encontraré al misterioso de los 17 (que es el mismo que el de los 12 pero más mayor y con el pelo más corto)

Ni siquiera sé si volveré a poner cara a mis sueños,
yo también quiero ponérselo difícil a la vida.

Solo sé que es curioso, que por muchos años que tengas, al final siempre buscas lo mismo,
que por muchos exámenes que haga, tardes entre apuntes y siestas que no acaban, volvemos a encontrarnos.



Y creo que eso es importante.








No olvidar nunca, la adolescente enamorada que todos tenemos dentro

miércoles, 26 de abril de 2017

Lo que no te explican de las re(l)acciones.

Era la letra pequeña que nadie quería leer. 


De todas las hormonas, sustancias, reacciones y demás cosas químicas que ocurren en tu cuerpo, siempre hay uno del que no te hablan.

La letra pequeña de los sentimientos,
el "he leído y acepto las condiciones" que te plantea la vida y que tú, cual idiota marcas sin prestarle ni un segundo de tú tiempo.


Dime, ¿te engancharías a algo si supieras sus efectos secundarios?
¿Seguirías adelante si alguien te dijera que cuando tus niveles de éxtasis momentáneo se queden atrás, no podrás vivir con tu dosis diaria de felicidad, esa con la que sobrevives ya algunos años?


Puedes estudiarte las reacciones químicas, saber el puto nombre de la hormona en latín y hasta en arameo, que eso no te hará ser más razonable,
no hará que te escueza menos la piel.

No evitará que el efecto rebote te alcance,
no te protegerá del déficit de después.


Y podrán contarte mil historias,
algunas bonitas, algunas de libro adolescente y hasta de las malas.


Que eso no te acompañará cuando recorras tus pasillos con las canciones viejas sonando en los cascos.


Y te verás, en el carrusel de siempre, como una idiota dando vueltas montada en un caballo que no va a ninguna parte.




Será entonces cuando comprendas que saber más no te hace sentir menos.
Y que siempre hay que leer la letra pequeña cuando haces un trato con el corazón.




sábado, 8 de abril de 2017

No solo en Murcia hay sequía

No todas las jaulas tienen barrotes


No hay peor augurio que el tener ganas de escribir.
ya sabéis lo que significa.


He leído muchas veces que las víctimas de algunas depresiones, problemas mentales, anorexia etc, muchas veces afirmaban que su cabeza se dividía en dos partes: la buena y "el monstruo", "la oscuridad" o como lo quieras llamar.


Supongo que si yo tuviera que dividirme en dos partes la cosa quedaría así: por una lado la parte racional y por otro la irracional.

Espera que os las presento.


La parte racional es la que hace que cuando me suene el despertador y este cómodamente acostada con mi tierno gato encima muriendo de amor, en lugar de posponer la alarma me levante para ser una mujer de provecho. Es la que me dice que me acepte como soy, que si no me quieren el problema es de los demás. Es la que me recuerda a gritos que sabemos que cuando llegue junio todo estará entregado en fecha, que sabemos que llegaremos. También es la que no le gustan los donuts y te dice que beber tanto trae problemas y que no hable con nadie después de ver una película.

Por otro lado, tenemos la parte irracional. Ella me dice que la ilusión a kilómetros también merece la pena. Que salir a correr hoy no me va a cambiar la vida y que venga "cinco minutitos más y nos levantamos". Pero también es la que me dice que el problema lo tengo yo, no la sociedad. Que la que está rota soy yo. Es la que me empuja a querer acostarme a todas horas con el pretexto de "estoy muy cansada, me merezco un descanso". Es la que me susurra que me voy a quedar fuera si no voy, que nada va a cambiar y que no va a salir bien. La que me dice que no me peine ni me vista, total, hoy tampoco voy a ver a nadie.

¿Que con cuál me quedo de las dos?

La vida es demasiado corta para ser racional todo el tiempo, pero también lo es para estar todo el día dentro de la cama llorando y posponiendo la alarma.

Digamos que yo era muy feliz con mi punto medio.

Pero al final todo se reduce al tiempo,
el tiempo que pierdes,
el que malgastas,
el que ya no vuelve....

Y es curioso porque hace 23 días que el reloj se me quedo sin pilas.

Pero algo que también es muy de depresivas, de series de televisión y de libros es la ducha.

Esas veces que el protagonista se mete en la ducha, te ponen un primer plano de su cara dramática, con música de Alex Ubago de fondo mientras empieza a llorar.

Esas mujeres deprimidas cuyas madres obligan a tomar un baño y que cuando salen todas limpias y arregladas tienen la vida resuelta.

Esos hombres que esperan que por el sumidero se escape su matrimonio fallido.

A mi me gustan mucho las duchas de agua caliente,
muy caliente.

Me hacen expresar con palabras lo que se ahoga en mi cabeza.

De alguna forma lavo mis heridas y relajo la tensión de la lucha interna.

Y es que no hay peor dolor que el de saber de manera racional que estás sufriendo irracionalmente.



Antes tenia en la pared de una de mis últimas 5 habitaciones una frase que decía algo así como "el dolor es inevitable, el sufirmiento es opcional".

Me encanta la moda esta de las frases profundas de azucarillo de bar de mala muerte.



Pero realmente no le deseo a nadie que tenga la capacidad de analizarse desde fuera.
Es realmente agotador ver que eres idiota pero no cambiarlo.

Ser capaz de asumir que no tienes razones, que no deberías, que sabes que pasará.
Y aún así pasarlo mal.




Quedarte acostada en la cama, ignorando al mundo, con música blandita de fondo.
Quién sabe, tal vez el disco de Operación Triunfo versión Disney.


Yo ya lo he escuchado dos veces entero esta semana.


O una de funambulista,

Esa que dice:

"Y si al dormir, sueño...







Ven hasta aquí, sálvame tú
ponte a reír, prende la luz"



martes, 4 de abril de 2017

Además, huele a fresas

No hay dolor más irracional que el que sabes de manera racional que no tiene ningún sentido.

Están por todos lados,
ahora he aprendido a verlas.

A veces las conoces,
otras te mueres por descubrirlas.

Por algunas merece la pena morir,
y por otras hasta matarías.

Las que más me gustan son las que llegan a los ojos,
y te agrandan el corazón.

Son soplos de aire fresco,
te permiten coger aire cuando pesan los pulmones.

Lo bonito de ellas es que nunca las malgastas,
hasta cuando las regalas a quien no las merece.

Dejadme contaros un secreto,
porque creo que tengo un problema.

Y es que me estoy aficionando a coleccionarlas,
y creedme si os digo que eso puede ser peligroso.

Porque tal vez debamos pararnos a pensar,
que la culpa no es del que se enamora de una sonrisa,

Si no del que la deja suelta,
sin darse cuenta del arma con la que cuenta.




Porque hay algunas que una vez que las ves,
ya no te olvidas de ella.

viernes, 3 de marzo de 2017

Retourne

Por los pasillos del submarino. 


Hoy me he encontrado conmigo.

¡Y qué guapa estaba!

Hoy he hablado conmigo, me he ido de fiesta, me he puesto esos pantalones que no me gustaban nada, me he perdido en una gran ciudad y luego, me he mirado a los ojos mientras sonreía.

Hoy he bailado conmigo ese vals que no me atrevo a empezar con nadie.
Me he cogido de la cintura sin miedo a perderme, a pisarme o a quedar como una imbécil.

He abierto agendas viejas, y he visto todos los exámenes que he hecho, las series que me hicieron cambiar la forma de ver la vida, todas las citas que llegué tarde y todos los cafés que he compartido con esas personas que también estuvieron conmigo.

Como lo estoy yo ahora.

Hoy he vuelto a oler a huevo, ketchup, mostaza, vinagre e ilusión por los comienzos.
He recordado las llamas que ahora ya son cenizas, y me ha dado miedo soplar por si las perdía.

He vuelto a saltar en todos los conciertos con los que ya perdí la voz una vez,
y con los que la perdería mil veces más.

He hecho de nuevo aquellas duras carreras, las de la vida, las de la pista de atletismo y las de los miedos.
También me he encontrado conmigo, exhausta al final.
Y qué horrible estoy cuando sudo, pero que feliz se me ve cuando lo consigo.

Después de eso me he paseado por el ventrículo derecho, el que es irracional, y he visto todos esos rostros, los que besé alguna vez.
Pero sobre todo he visto todos los que nunca pude ni siquiera acariciar.

Aunque mi momento favorito ha sido cuando he visto todas mis sonrisas: las forzadas, las de boba, las de ilusionada, las de medio lado y las que no se pueden esconder. También he visto todas esas que vosotros no veis, las que solo me dedico a mi.

Me he visto de niña, tierna, con esas ganas de comerme el mundo, de vivir en otra piel sin saber que la mejor de todas iba a ser la mía propia, aunque me costara verlo.

Luego me he reconciliado con mis peros, mis miedos, mis centímetros y kilómetros, mis noches tontas y mis días negros.

¡Hasta me he atrevido a visitar los martes!

Y la verdad es que no ha estado mal.


Porque a veces la mejor compañía que puedes tener eres tú y solo tú.



Y yo hacía tiempo que no te/me regala un ratito de tiempo, ese que es solo nuestro, que nadie entiende y que nos hace fuertes.





Ese que te recuerda que eres preciosa cuando (te) sonríes.










sábado, 7 de enero de 2017

Re(s)catada

Dite-moi


Y si hablamos de todas las veces que pudo ser y no fue

De las medias tintas, de los casi pero, no.

De los "y si si...." que se quedaron en un "va a ser que no"

Y si hablamos de las noches que te espere, está claro que en el sitio equivocado.

Si recordamos los besos no robados, ni escuchados, a veces creo que ni deseados.

Qué te parece si hablamos de los amores de biblioteca que tienen fecha de devolución.

De las noches de sexo y alcohol, que siempre acaban con resaca.
(Como odio a esa puta que nos separa siempre al día siguiente...)

Por qué no ponemos las cartas sobre la mesa y me enseñas lo que eres capaz de hacerme encima de ella.

Comentamos el azul de tus ojos o el rojo de mis bragas.

Si quieres hablamos de la distancia, de los pisos de altura entre tu mundo y mi realidad.

De los tacones altos, de tus corbatas baratas y de mis ganas locas de quitártela.

O de las noches de verano, en las que siempre faltan estrellas.


Si quieres hablamos de las medias tintas, las lunas llenas y los "quita que me agobias".


No sé, por qué no quedamos un día, me invitas a dos cervezas y me explicas por qué nunca te atreviste a ser un hombre si no te importaba jugar conmigo como un niño.




No sé, si quieres quedamos un día, me invitas a dos cervezas y te presentas en mi vida.





Esta vez intenta no hacer las cosas tan mal, que por las dudas nunca se da una segunda oportunidad

lunes, 2 de enero de 2017

Están lloviendo estrellas

Empezar por los lugares que nunca quisiste abandonar.


A veces pienso que quien diga que no ha vivido el amor es porque realmente no sabe lo que es el amor.

No todo es tener un novio con el que cumplir meses, con el que darte un beso de película después de la última uva.

A veces hay cosas intensas,
intensas de verdad,
de las que no sacas fotos,
de las que no cuentas a los demás.

A veces el amor está en las palabras,
en los pasillos que has recorrido mil veces,
lejos de todos los demás,
de los que te pueden verdaderamente tocar.

A veces el amor son noches a escondidas,
mañanas de levantarte antes que el sol,
solo para dar las buenas noches al mejor amigo de la luna.

Es coger a alguien de la mano sin que te vean,
mirarse entre la gente y sonreír,
saber que no existe,
y que por eso es maravilloso.

La magia de los números y el azar,
de las palabras y las notas musicales.

Con el tiempo he aprendido que el amor no son cosas materiales,
no son mensajes dándote los buenos días,
ni noches de sexo sin pensar en nada más.

Que está muy bien compartir el frío,
pero es mejor tener a alguien que no te deje estar helada.

Siempre pensé que mi mayor arrepentimiento fue no tener un amor de esos locos a los quince.

Y lo último que me enseñó el 2016 fue que si que lo tuve, solo que no lo había visto.


Y eso es lo grandioso de todo esto,
que hay cosas que no se ven,
que hay personas que no te tocan,
pero que hay amores mejores que las películas.

Solo, si aprendes a verlos desde otra óptica.

Y ahora si me disculpáis,
voy a volver a enamorarme,
a volver a los pasillos,
a volver a mi pasado.


Prometo volver




Que aún me quedan otros amores por vivir.