sábado, 29 de septiembre de 2012

Me haces falta para encajar.

Ese momento en el que te das cuenta de que estás enganchada a algo...o a alguien.

A lo largo de todo este tiempo, de todos estos inviernos sola bajo la manta frente a la televisión he estado buscando mi gran defecto, esa esquina rota que impide a la pieza del puzzle encajar.

De todos mis defectos creo que el que más me frena, es sin duda, junto con mi inexistente autoestima y confianza esa capacidad que tengo para volverme dependiente de los demás.
No es una dependencia de las que te hablan en el instituto o de las que te protegen tus padres desde pequeñito; es algo peor.
Es esa necesidad de algunas  personas. Ese dolor desgarrador que te atraviesa cuando te vuelves invisible...

Y no digo que esté sola, que va. Puedo decir con orgullo que tengo muchos amigos pero...no es solo eso.
Ahora no os hablo del amor, ese gran invento de las tiendas y de los libros para vender mucho más.
Nah, ahora me refiero a cuando alguien se vuelve necesario; y le hablas, quedas, lo veas y siempre tienes ganas de más. Pero llega un momento en el que te das cuenta de que corres sola, que esa persona se ha quedado atrás, que has abusado y se ha cansado de ti y entonces retrocedes, preocupada, le agarras de la mano y piensas que tu puedes tirar por los dos.

Hace tiempo me dijeron que una persona podía tirar sola de una relación si creía en ella ..gracioso es que te digan eso y meses después ni hables con esa persona...pero no quiero hablar de batallas perdidas, no.
Quiero hablar de lo insoportable que es ser dependiente de los demás. Necesitas sus saludos, sus risas, sus preocupaciones y cuando no los tienes llamas su atención, les hablas, te vuelves pesada y te entra el  miedo.
Seamos sinceros siempre es mejor tener un poquito de algo que abusar y quedarte sin nada.
Y debo admitir que  yo tengo miedo de abusar y quedarme sin nada. Y hago como que no pasa nada, tiro sola de muchas relaciones y de otras que ni siquiera son relaciones, pero de noche, cuando no me veo las palmas de las manos y todo está en silencio me pregunto una y otra vez: si me fuera de vuestras vidas,¿ lo notaríais? posiblemente no, seguiríais como si nada y meses más tarde os acordaríais de que un día fuimos amigos.

Y luego esta eso, lo que no tiene nombre. No tiene nombre, ni futuro, ni solución. Y tiraría encantada de la vida por los dos...pero no hay nada de lo que tirar.

Y quizá la dependencia más dolorosa sea esa, en la que te vueles adicto de algo que no tienes, de alguien a quien no consigues.
Pero me he cansado, ya va siendo hora de aprender a vivir sola, sin necesidad de nadie.





Sin tu necesidad.




martes, 25 de septiembre de 2012

Solo te pido que me calles.

A veces los silencios pesan más que las palabras....

Soy de esas personas que crean las cosas cuando las nombran.
Las cosas que conocemos las nombramos, lo que no tiene nombre, no existe....Será por eso que algunas cosas es mejor no decirlas en voz alta.Si nadie las escuchas no son más que ideas que burbujean en tu cabeza, reflexiones de una noche de verano o sentimientos escondidos tras un libro viejo y polvoriento.

Pero en realidad hablo mucho y no digo nada. párate a pensar, ¿qué sabes de mi? cuando me pasa algo, no lo cuento, me lo cayo hasta que no aguanto más.
Será por eso que ahora no quiero hablar, no quiero decir las cosas, no quiero ponerle nombre a lo que siento o pienso. No quiero que sea real.
Porque lo real duele, te puede hacer daño, mientras que tus ideas son nubes suaves en tu mente aburrida.
Porque todo está bien hasta que dices ''tengo miedo'' en voz alta, entonces esos miedos se hacen realidad; las cosas son más fáciles hasta que de tu boca sale un ''no aguanto más'' y te derrumbas...todo es especial hasta que dices ''le quiero'' y la realidad te aplasta. Hasta ese momento puedes callar, sonreír y hacer que todo está genial.
Y tal vez llegue el día que lo cuente, porque hay cosas que son demasiado grandes para soportarlas sola, y puede que ese día llore una noche entera o ría hasta el amanecer; puede que se lo cuente a la primera persona que me encuentre por la calle o a la única persona que no tiene que saberlo. Puede que la cague, de hecho, estoy segura de que la cagaré, no se me da bien aguantar el dolor ni estas cosas. Soy una rajada, una cobarde.
Y tengo demasiadas cosas en que pensar, no es el momento ni el lugar, pero ¿y si sale bien? ¿y si mis dolores terminar? ¿ y si empiezan a irme mejor las cosas? ¿me arriesgo?¿lo intento? ¿o por el contrario me quedo quieta, segura y evitando minimamente el dolor?

Las cosas se complican, los saltos son más altos, las caídas son más duras y las palabras tienen un filo dispuesto a acuchillarme.

Y la nube se hace densa, pesa, amenaza con precipitaciones. Los pensamientos se vuelven contra mi, los sentimientos no me obedecen y el corazón va por su propio camino.
¿Qué me pasa? me siento como a los 13 años, sin poder dominarme y sin experiencia. Vacía de oportunidades pero con ganas de luchar.

Pensé que me había caído lo suficiente, que ya sabía con que piedras tenía que tener cuidado con tropezar....



......Pero estaba equivocada, esto solo acababa de empezar.


jueves, 13 de septiembre de 2012

No es más que un hasta luego. No es más que un simple adiós...

Cierra, apaga y vámonos.....

Creo que a esto se refieren cuando dicen que maduras, a cuando tomas decisiones que te duelen porque es lo mejor; cuando eres capaz de ser objetivo con tu propia vida, de poner todas las posibilidades en la balanza y acatar el resultado aunque no sea el deseado.

Hay decisiones que se hacen de rogar; están en tu mente, van, vienen, desaparecen un tiempo y luego vuelven  a aparecer por alguna esquina y llega un momento que no puedes ignorarlo más y te enfrentas.
Te plantas frente a ti misma y te das cuenta de que hay cosas que es mejor dejarlas pasar, heridas que es mejor dejar curar con el tiempo, amores olvidados que no vale la pena ni arreglar y personas que siempre te acompañaran aunque sean en recuerdos.
Hoy cierro algo importante, mucho, más de lo que la mayoría ni siquiera es capaz de rozar con los dedos.
Mañana espero que cambien algunas cosas que deberían haberse arreglado mucho tiempo y este fin de semana pongo el broche final a una etapa de esas que cuando miras a atrás no puedes evitar recordar con una sonrisa.
Me encantan esos momentos en los que te das cuenta de lo insignificante que es todo y lo mucho que puede afectar algo tan sencillo como una palabra o un silencio...supongo que por muchas etapas que cierre siempre seré la misma ñoña de siempre, con más heridas de batalla y más recuerdos acumulados, pero en el fondo, la misma.
Y me gusta.
Hay muchas cosas que quiero cambiar de mi, pero mi esencia, mi yo básico, ese me encanta, con sus cosas buenas y malas.


Soy lo que soy por mi y por todos los que alguna vez se cruzaron en mi camino, por muy insignificante que fuera la huella de su paso.




Y cuando ande perdida, me refugiaré en mis recuerdos donde siempre seré yo y donde siempre me espera esa sensación en el estómago que te hace sonreír.