jueves, 20 de agosto de 2015

Tonto el que no entienda

Cuenta una leyenda...

"Yo mataré monstruos por ti" eso decía la canción.

Pero, con mis noches en vela ¿qué harás?

¿y con mis decepciones?
¿qué le dirás a mi escasa fuerza de voluntad?

¿Acaso vas a gritarle tú a mis miedos que se vayan, que ya te quedas tú a acompañarme lo que queda de viaje?

No mates monstruos, para eso ya están los caballeros de cuento. Tú mejor quedate conmigo y en las noches en las que todo se tuerza recuérdame que aunque la vida es un poco puta es la que más placer va a darme.

Que hasta las noches más largas se acaban cuando se asoma el sol.

Dime que existes pero que esta todavía no es tu escena.



No sé, convénceme.




lunes, 17 de agosto de 2015

Totalmente fuera de lugar

Siempre he tenido claro cómo quería que fuera mi vida.

Siempre he sabido que quería magia en ella, que quería palabras, que quería ir a la universidad, dar clase a niños y casarme de blanco.

Siempre he querido volver a Galicia
                      y pasar un tiempo perdida en un pueblecito de esos de los libros,


Hace años que tengo claro que me encantaría trabajar de bibliotecaria de un lugar pequeñito, que quiero tener algun día mi propio huertecito y que sería más feliz si fuera capaz de tocar la guitarra.


Si me pongo a recordar, a irme lo más atrás que pueda en mis recuerdos siempre he tenido claro que quería ser profesora y en mis ratos libres escribir libros.

                              Es algo que tengo tan claro como que me llamo Sara Patricia.


Hay muchas cosas que quiero hacer, muchos sitios que quiero visitar, incluso muchos chicos con los que quiero estar: un argentino, un gallego, uno con los ojos verdes, un pelirrojo....

En mi vida tengo tantas cosas planeadas que a veces me ahogo pensando en que no me de tiempo a hacerlo todo.


Pero con el tiempo me he dado cuenta que una carrera se me queda corta, que quiero saber más, tal vez matemáticas, historia del arte, psicología....
               todos son caminos que me llaman.

Igual que me llama el tener un pelo decente, quitarme las gafas, hacer más deporte, quién sabe, lo mismo hasta me da por bailar  (a mi, que soy la persona más arrítmica que te vas a cruzar)


De todos los posibles escenarios en los que me imagino, de todos los lugares y personas con las que espero cruzarme, en mis futuros alternativos siempre hay cosas que están presentes, ya sea aquí o en la otra punta del globo.

Y una de ellas es mi sueño de escribir.

Es curioso, es algo que sé que haré y a la vez hace tantos años que lo tengo abandonado que no sé si es una idea que asumí y la dejé estar.

Desde que empecé a escribir aquí ya no me molesto en pensar historias, en imaginar personajes.

Recuerdo cuando de repente tenía clara una escena, no sabía lo de antes ni lo de después y los personajes ni siquiera tenían nombre pero en cambio ahí estaban.
                      Tan nítidos en mi cabeza como si realmente ese momento existiera.

Hubo un tiempo que eso me consumía.

Me pasaba el día viviendo momentos robados a historias que aún no había escrito.
                            Y realmente me encantaba.


Incluso hubo un tiempo que hasta me aventuré a escribir, a hacer las cosas bien, a detallar a los personajes, los lugares, la historia con sus partes y su final.

                   Y la escribí.

Y recuerdo lo orgullosa que me sentía, como una madre con las notas de su hija iba enseñándosela a todo el mundo.

                    Pero lo dejé.


Y ahora me pregunto, si tengo tan claro que eso es lo que quiero hacer, ¿por qué no lo retomo?

A lo mejor me he vuelto egocéntrica y me he acomodado a escribir solo sobre mi.
A redactar estas líneas sin sentido ni cohesión.

Quizá la única historia que verdaderamente puedo escribir sea la mía
                            Y no sepa cómo afrontarlo.


Tal vez la imaginación la deje atrás, cosa de la adolescencia y todo eso.



O a lo mejor solo estaba madurando las ganas de volver






Quién sabe, lo mismo deba recordar aquellos años y volver a vivir historias que no son mías



miércoles, 12 de agosto de 2015

Eres recurrente

Coge pluma y papel que el mundo se me queda corto.

Después de tanto tiempo desaparecida no puedo evitar volver con el pasado de la mano.

Con esa afición que estoy cogiendo a cerrar capítulos, a echar de menos y a recorrer mis propias pisadas.

Y es que desde que me obligaron a cumplir los veinte y desterrar la infancia he cogido carrerilla y ya voy sin frenos cuesta abajo.

De todos los pasos que he dado últimamente este verano no llega ni a puntapié de lo rápido que ha pasado; De todo lo que he vivido.

Antes de cerrar los ojos estaba nerviosa, entusiasmada, con toda la ilusión de la que empieza una nueva etapa en todo.

Si miro dos años atrás veo a la sombra de la chica que se iba de casa a un piso, que dejaba los amigos atrás para entrar en una clase nueva, en una ciudad nueva con todo nuevo.

          Bueno pues antes de que entorne los ojos ya habré terminado la carrera.

Si miro dos veranos atrás leo en mi cara la ilusión de un nuevo proyecto, de la oportunidad de formar un clan con la gente que me ha acompañado todos estos años.

             Y ahora preparo mi propia ceremonia de partida.

Es curioso como sin darte cuenta pasas a estar tu al otro lado de la linea.

Dejas de ser tu la que va a clase para ser la que enseña. Dejas atrás el que te digan como hacerte la mochila para ser tu la que ayudes a los más pequeños a guardar su saco después de 15 días.

¿Y qué decir?

Si hace 10 días ni me imaginaba que iba a echar de menos un sitio y unas personas que prácticamente no sabia ni sus nombres.

Pero aquí estamos, estancados, pensando en los recuerdos que ya no se repetirán, en la gente que no volveré a ver y en lo que viene ahora.

Me resulta curioso la facilidad con la que me puedo aislar, como puedo empezar capítulos nuevos y adaptarme a un sitio o a las personas.

    Como puedo llamar hogar a algo que antes ni existía.

Pero más me sorprende lo que me cuesta olvidar, asumir que las cosas no se repetirán, que hay que dejar ir y admitir que todo tiene un momento y que luego solo queda la sombra de lo que fue.

         Lo que ya no será más.


Y solo me salen palabras ñoñas, pensamientos recurrentes de momentos que me hicieron feliz.

No es que no crea en mi futuro, tengo muchas expectativas de las puertas abiertas, pero sencillamente no puedo evitar que me duela pensar que no se puede volver atrás.


Asumir que en la vida no suena dos veces la misma canción


Que siempre hay que bailar hasta que duelan los pies que nadie va a estar ahí para darle al replay