viernes, 3 de marzo de 2017

Retourne

Por los pasillos del submarino. 


Hoy me he encontrado conmigo.

¡Y qué guapa estaba!

Hoy he hablado conmigo, me he ido de fiesta, me he puesto esos pantalones que no me gustaban nada, me he perdido en una gran ciudad y luego, me he mirado a los ojos mientras sonreía.

Hoy he bailado conmigo ese vals que no me atrevo a empezar con nadie.
Me he cogido de la cintura sin miedo a perderme, a pisarme o a quedar como una imbécil.

He abierto agendas viejas, y he visto todos los exámenes que he hecho, las series que me hicieron cambiar la forma de ver la vida, todas las citas que llegué tarde y todos los cafés que he compartido con esas personas que también estuvieron conmigo.

Como lo estoy yo ahora.

Hoy he vuelto a oler a huevo, ketchup, mostaza, vinagre e ilusión por los comienzos.
He recordado las llamas que ahora ya son cenizas, y me ha dado miedo soplar por si las perdía.

He vuelto a saltar en todos los conciertos con los que ya perdí la voz una vez,
y con los que la perdería mil veces más.

He hecho de nuevo aquellas duras carreras, las de la vida, las de la pista de atletismo y las de los miedos.
También me he encontrado conmigo, exhausta al final.
Y qué horrible estoy cuando sudo, pero que feliz se me ve cuando lo consigo.

Después de eso me he paseado por el ventrículo derecho, el que es irracional, y he visto todos esos rostros, los que besé alguna vez.
Pero sobre todo he visto todos los que nunca pude ni siquiera acariciar.

Aunque mi momento favorito ha sido cuando he visto todas mis sonrisas: las forzadas, las de boba, las de ilusionada, las de medio lado y las que no se pueden esconder. También he visto todas esas que vosotros no veis, las que solo me dedico a mi.

Me he visto de niña, tierna, con esas ganas de comerme el mundo, de vivir en otra piel sin saber que la mejor de todas iba a ser la mía propia, aunque me costara verlo.

Luego me he reconciliado con mis peros, mis miedos, mis centímetros y kilómetros, mis noches tontas y mis días negros.

¡Hasta me he atrevido a visitar los martes!

Y la verdad es que no ha estado mal.


Porque a veces la mejor compañía que puedes tener eres tú y solo tú.



Y yo hacía tiempo que no te/me regala un ratito de tiempo, ese que es solo nuestro, que nadie entiende y que nos hace fuertes.





Ese que te recuerda que eres preciosa cuando (te) sonríes.