jueves, 18 de diciembre de 2014

Poco hace falta para sonreir

A veces pesa el billete en el bolsillo 


Desde bien pequeños escuchamos eso de que el dinero no da la felicidad.

Escuchamos esas palabras mientras nos bombardean con publicidad de productos que realmente no nos hacen falta

Nos crean absurdas necesidades, esa corriente de renovación en la que estamos ahora por la que no puedes tener un móvil más de un año, por la que cada navidad tienes que comprarle a tu hijo una consola nueva o por la que no te puedes poner la ropa de hace 5 años porque está pasada de moda.

¿Sabéis qué es lo que se ha pasado de moda?

Se ha pasado de moda el sentarte en un banco a comer pipas con tus amigos sin nada más que ellos.

Se ha pasado de moda el pasar horas y horas jugando a las cartas, sin necesidad de comprar unas nuevas a no ser que estén destrozadas o tengas la baraja incompleta (incluso más de uno ha dibujado la carta que faltaba en un folio, puteando al que le tocaba ya que todos sabían que tenía el tres de oros, o mejor el rey de bastos)

Se ha pasado de moda que lo bonito de la navidad sea la ilusión de los niños, el pasear por las calles con luces o ir a la cabalgata.
                                              Yo me acuerdo de cuando eso era lo bonito.

Y luego está esa palabra que no deja de salir en todos lados, que escuchamos en la radio, en el taxi o en la carnicería.

                                                      Crisis.

En crisis no estamos porque no haya dinero, en crisis estamos porque hay gente que es capaz de acostarse a dormir sabiendo que ha robado dinero cuando hay gente en la calle que no tiene un misero techo bajo el que resguardarse.

Crisis es que pasemos por al lado de una persona que pide en la calle y apartemos la mirada.


Yo no creo que estemos en una crisis económica,
Yo creo que estamos en una crisis de humildad, de humanidad,
                                             
                                          estamos en crisis de valores.


Y ahora que "gano" mi propio dinero, entendiendo por ganar el que haga algo para conseguirlo y no que me lo den mis padres.

Ahora me doy cuenta de que es cierto de que la felicidad no se mide en dinero.

Por fin he sido consciente de que vale más dormir la siesta un frío día de invierno, o quedar con tu amiga sin tener que estar pendiente del reloj porque no te da tiempo a "hacer tu trabajo" que todo el dinero que te puedan pagar por ello



Porque lo bueno de la vida no es comprarse un vestido nuevo cada nochevieja, sino salir con tus amigos a empezar el año con la gente que te importa.


Que un móvil nuevo está bien, pero cenar con tus amigas, olvidándote del WhatsApp, de los exámenes y del madrugón del día siguiente.
                                                           Eso es lo que no se compra con dinero.


Porque al fin y al cabo lo único que vale más que los billetes es el tiempo.
                                Que es lo único que ni se compra, ni se vende.


Y  es lo único que todos tenemos, lo que nos hace iguales, lo que elimina las diferencias.


De manera que, yo no sé vosotros, pero yo voy a dejar de permitir que un trozo de papel me deshumanice, me convierta en lo que no soy y me robe lo único que nos queda.



El tiempo.


Así que deja de leer esto, llama a tus amigos e invitales a un café, a una cerveza, o a un chocolate con churros.
Cuando pases por al lado de alguien que necesita ayuda no te apartes, y si no puedes hacer nada por él, regalale una sonrisa.

 Que en verdad, esa es la única felicidad que se compra con dinero.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Tú la llevas

Blancas mueven primero, y después sigue el juego

Vamos a jugar a un juego en el que yo me escondo y tu no me buscas.

En el que ya no duelen las ausencias y puedes darle al START para parar la partida.


Y haremos como que no nos damos cuenta que nos queremos con la mirada porque a lo mejor no nos atrevemos a buscarnos con las manos.

Pasearemos bajo las luces de navidad, cada uno en una ciudad, y tan cerca que ya no tendré las manos frías.

Porque solo las estrellas, reflejadas en cada esquina sabrán lo que nunca dije.
Lo que ya nunca diré.


El uno de enero está cerca, con todos los malos recuerdos, los buenos propósitos y esas mentiras que cada año, ingenuos, nos decimos a nosotros mismos mientras intentamos no ahogarnos con las campanadas.

Y habrá besos y sonrisas.

                             Sé que ninguno como los que no me diste

Que la vida es para el que se atreve a intentarlo,
para el que arriesga su última vida para conseguir lo que después de días jugando no ha conseguido.

Somos tan inútiles, que idiotas, gastamos todas las oportunidades, esperando,
que esta vez algo sea diferente y salga bien.

Yo no lo llamo ser idiotas,
                                 tal vez locos, inocentes
          o simplemente luchadores

¿Quién sabe donde se encuentra el próximo corazón?¿La siguiente estrella o la siguiente manzana?

Nadie me asegura que esta sea la batalla final.
Nunca sabes cuando derrotarás al malo.

Y yo propongo terminar todos esos juegos que empezamos.

Todas esas primeras sonrisas que ni acordamos.
Esos roces aparentemente despreocupados.

Esos bailes que escondían deseo de verdad.
Las miradas que podían acabar con el dolor.

Animo a todo el que se atreva a llegar a estas líneas a que diga lo que siente, a que se aleje de quien no le hace feliz, se atreva a acercarse a quién produce calor en su pecho y a no separarse de los que están contigo, incluso cuando les jodes la partida porque no sabes jugar.




Y como anoche me recordó un amigo:
"Como diría Robin Williams en El Indomable Will Hunting, tú mueves ficha chaval"

lunes, 1 de diciembre de 2014

Una carta sin destino. Un boceto en grafito

Abriría la ventana, pero tengo miedo de que la vida se me escape volando.


Últimamente me siento en otra piel, como si todo este agobio, esta vida sin frenos y esas prisas por producir y producir hubieran reducido mi ser a una pequeña personita, ahora escondida en un rincón de mi.

Y siento mariposas.

No creo que sean las famosas mariposas de amor, las de los poemas y las letras empalagosas de las canciones de radio.

                                   Pero se mueven.

Son esos nervios cada noche, tal vez por no saber qué vendrá mañana.
Tal vez porque sé que nadie vendrá mañana.


Y algunas noches, bajo las no suficientes pesadas mantas recreo ese pasado que nunca tuve, y ese futuro que ya no tendré.

Busco la inspiración en brazos equivocados.
                                       Eso me repito en cada semáforo.

Pero aquí estamos, yo escribiendo frases sin sentido y tu intentando entenderlas.

En el fondo pienso que es decepción.

Decepción de mi, que ya no soy la de antes.
De ti que ni siquiera existes.
O de todos que dan lugar a mi existencia.

Solo sé que no soy yo, porque yo nunca he buscando en el fondo de una mirada lo que sé que no está en el fondo de mi colacao de por la mañana.

La culpa es de mi cama de matrimonio, que da dolor de cuello y me recuerda que podríamos ser dos.

Y lo cierto es que en noches como esta sé que no dormiré sola, que la musa, esa que te inspira dormirá conmigo, como esos copos de nieve que salen en las escenas de los besos de las películas de amor de navidad.

No sé, quizá pida un poco de cordura por reyes.
Con la esperanza de que se equivoquen y me traigan todo el caos que pueda caber en un frasco

Porque hace tiempo que no leo, e intento buscar lo que me faltan en los espacios de las palabras de amor vacías que veo en todos lados.

En esos iconos que no muestran el dolor que a veces me acompaña, y esa sonrisa idiota cuando me hablas.

Pero si yo no sé lo que quiero, ¿cómo vas a saberlo tú, que ni siquiera existes?

Apareces en los versos de las canciones que son la banda sonora de mis autobuses
 y desapareces cuando intento volver a escucharte.

Te conviertes en falsas promesas, en nuevos intentos y en fracasos salados.

Apareces en forma de muerte que siembra el miedo, y como un dementor te evaporas cuando me acerco al chocolate.

Yo solo sé que no soy yo.
Que esto no tiene sentido,
                                        ni dirección, ni destino.


Repiten que la vida es del color que la pintes, y yo siempre me salgo de las lineas al colorear.

Que el que la sigue la consigue, y a mi solo me sigue mi sombra.

Que los amores reñidos son los más queridos, pero yo solo me peleo con mi reflejo.



No sé si quiero volver atrás, si quiero quedarme aquí o dejarme llevar.


Porque estoy marchita de ver como nadie se esfuerza ya en el amor, como la gente no cuida las amistades, como las pirámides de naipes se vuelan.



Y esta noche te espero entre mis sábanas.






Puedes traer a la locura, prometo hacerle hueco.

martes, 11 de noviembre de 2014

Hundidos pero a flote.

Es asombrosa la vida


Ese poder de que de un momento a otro en algún lugar del planeta esté naciendo un nuevo ser
Y a la vez, en ese mismo instante, en la otra punta del globo se esté apagando la mecha de otra persona.




"Todos vamos a morir"


Eso es una certeza que todos tenemos.
Algo que desde pequeños sabemos.


Nadie se cuestiona que todos vamos a morir, nadie se plantea nada con relación a esa verdad.


Es algo más cierto incluso que dos más dos son cuatro.


Entonces, ¿por qué si todos sabemos que vamos a morir nos afecta tanto la muerte?


Sea nuestra, de alguien cercano o de una persona que ya nunca tendremos la suerte de conocer.


Simplemente porque crecemos con la idea de la muerte, pero no la asumimos.


Para nosotros es algo tan abstracto, que para poder sobrevivir, para poder continuar día a día lo volvemos imposible.


Hacemos que se vuelva algo ajeno a nosotros.


Ni siquiera el que ha vivido muchas bajas está preparado para otra muerte más cuando sucede.


Intentamos que sea algo normal, razonable.
                                                                Pero la muerte no es razonable.


Desde bien pequeños enseñamos a los niños que las mascotas se muren, que la planta del balcón se marchita....incluso que las personas nos morimos.


Pero no lo asumimos.


Es una idea que nos resulta tan dolorosa; asumir que nunca más volverás a ver a alguien, que no volverás a escuchar su risa, que ya no habrá más días como los que habéis pasado.


Y por eso, porque la sola idea de imaginar que alguien cercano desaparezca ya nos hace un nudo en la garganta volvemos a la muerte algo etéreo, algo irreal que ocurre a los demás pero no a ti.


Estamos tan acostumbrados a escuchar muertes en la televisión, en los periódicos....que nos volvemos inmunes, que hacemos como que es irreal, como una película mala de sábado por la tarde.


Simple y llanamente para sobrevivir.


Porque solo hay algo peor que la muerte:
                                                             el miedo a ella.


No podemos vivir como si en cada esquina nos esperara la parca, porque sencillamente eso no sería vivir.


Pero todo esto es muy bonito hasta se apaga alguien cercano a ti o cercano a alguien que conoces.


Entonces esa certeza de que todos vamos a morir se vuelve pesada, tira de ti hacia abajo.
Te hace apreciar lo que tienes y a los que tienes.


Porque la oscuridad tiene ese poder, de llevarse a alguien, dejando ese horrible sabor de boca y ese vacío en el estómago de, ¿por qué tiene que pasar esto?¿ por qué esa persona?¿por qué ahora?...


Y nos toca continuar, como si la muerte no hubiera roto todos nuestros esquemas al acercarse a tu círculo.


Como si no te sintieras de repente desnudo e indefenso contra algo que no puedes evitar.


Quizás por eso duele tanto,
 porque es algo de lo que no puedes escapar y contra lo que no puedes luchar.




Algo contra lo que no te queda más remedio que reponerte, que continuar viviendo con la certeza de que más tarde o más temprano te tocará a ti.










Ayer le tocó a una compañera de la universidad.
Alguien que ni conozco ni conoceré, pero cuya ausencia es un soplo de dolor frío que a mi también me ha rozado.




Esta vez va por ti.






Descansa en paz.

viernes, 17 de octubre de 2014

Pasajeros al tren

Le recomiendo un tiempo de reposo.- dijo el primer desconocido con el que se cruzó.


Será que quiero ir más allá de donde va la gente.
Que busco otras puertas por las que poder escapar en caso de huida.

O a lo mejor es que busco lo que todos ya tienen y por eso me encuentro sola en este camino.
Aunque tampoco tengo muy claro si quiero compañía.

Me han dicho que a menudo las manos que te sostienen luego son las que más fuerte te empujan.

Y que cuanto más alto llegues más fuerte es la caída.

Será por todo eso y porque me he cansado de sentirme un juguete o de que ni me sientan por lo que he tomado la decisión de tomarme unas vacaciones sentimentales.

Mandar a mi cerebro y corazón a una isla del Caribe con la esperanza que se reconcilien.

Pero mientras tanto prometo intentar ser mejor.
Incluso bajo la suela de un zapato.


Y quién sabe, lo mismo cuando vuelvan de vacaciones ya he encontrado la puerta y ya puedo huir lejos.



Aunque ya veremos si la cierro al salir o decido dejártela entreabierta.

lunes, 13 de octubre de 2014

Un suspiro en armonía

Más aquí que allí.

No entiendo a la gente esa que echa de menos de lejos, así como en bajito, como de puertas para dentro.
Yo cuando echo de menos lo hago a gritos y con un cartel con letras de neón que dice "vuelve"

No entiendo a la gente que ama mucho en poco tiempo, que se le gastan los besos.
Gente que no les duele recordar.

No entiendo esas parejas que exprimen las relaciones, como si las pagaran por horas.
Amor de saldo es lo que parece.

No entiendo a la gente que te mira de lejos y te ignora cuando le rozas.
No soporto la indiferencia ni el frío azul de la conveniencia.


No entiendo la vida.

No entiendo por qué se le teme a la muerte si lo difícil es el ahora; por qué esperamos el mañana.

Esa gente que no capta las señales, que parece que no notan nada, que parecen ciegos de los sentimientos que provocan en los demás.

Y es que creo que quiero hasta con la mirada.

Esa que tu no controlas,
esa que consideras despistada.


Y es que no entiendo la vida. 

Ni a los que echan de menos en bajito
Ni a los que aman rápido y al contado
Ni a los que no lloran al pasado.


Yo solo sé que todos hablando de lo genial que es el cielo.


Pero yo prefiero aspirar a estar entre tus brazos

domingo, 31 de agosto de 2014

Parlons des yeux

Tenía la piel bronceada de quien no teme al sol y a ratos se pelea con la luna.

No sabía nada de poesía pero apagaba el mundo con su sonrisa.

No tenía las piernas excesivamente largas, aunque podías perderte en ellas buscando un nuevo amanecer.

En su ombligo escondía mil sueños no cumplidos y con sus dedos ansiaba tocar una sinfonía en las vertebras de tu espalda.

Sus pies habían soportado caminos inexplorados, más salvajes que los que sus labios soñaban recorrer.

Tenía la frescura en las palabras de quien dice lo que piensa y quien solo piensa en colores.

En sus caderas se escondían acordes aún por descubrir

Y en su cuello se encontraban curvas peligrosas con las que te podías ver de frente con la muerte.

Y sus ojos....

Sus ojos mundanos estaban aún llenos de ilusiones y de historias por vivir



Lo que pasa es que todavía nadie se había fijado en ellos.

miércoles, 23 de julio de 2014

Mirando hacia delante.

No siempre lo que buscamos está al final de un recorrido

¿Sabéis?

Todos deberíamos tener objetivos en la vida, algo por lo que luchar, pero ese algo no debe ser nunca otra persona. Sino estarás dejando tu felicidad y capacidad de logro en las manos de otro.

Planteate tu vida, párate un momento y pregúntate si haces lo que te gusta, si estudias/trabajas en lo que te gusta, si cuando te miras al espejo eres lo que esperabas de ti.

Y si la respuesta es un no.

                           ¡CÁMBIALO!

Atrévete a cambiar lo que no te gusta, a salir de tu burbuja de seguridad y monotonía.
Atrévete a ponerte esa ropa que alguien que no eres tú te dijo que te quedaba mal.
Aprende a tocar el piano, la guitarra, la bandurria o lo que siempre te haya gustado.
Retoma tus clases de baile, de fútbol, de natación...de lo que fuera que te hiciera feliz en su momento.

Mándalo todo a la mierda y tira todo lo que conoces a la basura si hace falta para empezar de cero.

Aléjate de quién no te hace feliz y no te demuestra nada.
                               Deja atrás lo que te impida seguir adelante.

Ten agallas de vivir tu vida, de ser tú mismo.

Porque nadie lo va a ser por ti, porque nunca te arrepientes de seguir tus sueños, incluso aunque tengas que arrasar con todo por ellos.

                    Es tu vida.

Deja de intentar demostrarle las cosas a los demás, a tus padres, a tu jefe, a tus profesores, a quien sea.
Empieza a demostrarte a ti mismo.

Lanza los dado y avanza las casillas que te de la gana porque son tus reglas.

Porque solo tenemos una vida.



Y tu eliges qué narices haces con ella.


jueves, 17 de julio de 2014

Declaración de una calurosa tarde de verano.

Dicen que las cosas importantes tienes que gritarlas a los cuatro vientos

Aunque posiblemente si yo me asomara a la terraza y gritara todo esto solo conseguiría una bronca de mi madre y asustar a los guiris que están tomándose el helaico en la terraza de abajo.

Así que supongo que esta es mi forma de declararme.

Esta es la manera en la que yo grito al mundo que estoy realmente cansada. (O hasta el toto si no nos queremos poner poéticos)

Me quiero declarar.

Quiero declararme absolutamente en contra de esta absurda sociedad (un poco fuerte la declaración, mira que toda la sociedad es mucha gente)

Me declaro en contra de esa belleza preestablecida que dice que esa chica es más guapa que yo por tener una talla 36, que unos ojos azules son más especiales que los míos que son marrones, que mis piernas no son lo suficientemente sexys porque no miden más de un metro....

O sea que yo me tengo que odiar porque alguien ha decidido que ahora el canon de belleza es ese.

Alguien ha decidido que yo tengo que envidiar los cuerpos de las demás y sentirme mal conmigo misma porque sí.

Quiero decir, que como no tengo cosas en las que pensar, encima me tengo que preocupar porque entre en el canon que se ha decidido.

Pues a mi que me lo expliquen.

Que venga alguien y me diga "mira, una chica que se mata de hambre para poder entrar en una 36 es más guapa que tu por esto, esto y esto.
Esa chica que cuando sale con sus amigas se priva de tomarse su helado favorito para que no le vaya a las cartucheras tienes más fuerza de voluntad que tu por tal tal tal y tal"

Que me lo expliquen, si yo cuando me explican las cosas las entiendo, pero como aún nadie ha sabido justificarme porque esa obsesión absurda por que las chicas de las revistas (que me rio yo de la naturalidad de esas tías) son más guapas que yo y  no lo entiendo.

Y mientras seguiré en contra.

Porque me parece una idiotez que las gordas no puedan llevar leggins, que las planas no puedan llevar camisetas con escote, que las rastas estén mal vistas, que los tatuajes quiten oportunidades o que tengas que echarte tres kilos de nocilla en la cara para ir "maquillada" y "guapa"

Los chicos dicen que les gustan las chicas naturales y que sin ser perfectas no tienen complejos.
                                                         Ya claro, me rio en tu cara.

(Ojo, no busco generalizar, ni digo que para una relación seria no le quites importancia al físico pero por favor dejemos de hipocresías)

Porque ahora resulta que si no tienes una sonrisa blanca y perfecta no puedes sonreir.
Si no tienes una 90-60-90 no puedes llevar vestidos ajustados.
O si eres muy alta no puedes ponerte tacones.

                                               ¿Por qué?

Yo os diré por qué.

Simplemente porque desde pequeños nos bombardean con los estereotipos de belleza, nos lavan el cerebro con campañas publicitarias, anuncios, tallas, maniquís.....y nos vuelven idiotas capaces de provocar el odio propio y el desprecio de los demás.

Y sé que escribir todo esto no sirve de nada.
Ni siquiera aunque lo declarara a voz en grito.

Porque no puedes ir contra todos, porque por muy a gusto que te sientas todo se puede desmoronar con un simple comentario, porque por mucho que digamos a nadie le da igual lo que piensen los demás.

Porque por muy guapa que tu te sientas, el mundo no hará más que buscarte más complejos, buscar algo con lo que hundirte.
Y si no es tu peso será tu nariz, tu frente, tus tetas o tus orejas.

Porque siempre encontraran algo con lo que hacerte daño.


Porque nadie es perfecto.



Y al parecer, a esta estúpida sociedad le cuesta entender que la belleza no es perfecta.
                     

domingo, 29 de junio de 2014

La marca del sol.

Estos días he pensado mucho y me ha dado miedo el resultado.

Últimamente me siento mucho como mi yo pelirrojo de ojos color coca-cola de hace algún tiempo, la que hacía lo que quería en cualquier momento y la que podía cumplir cualquier sueño por loco que pareciera.

Y no sé si será culpa de pasarme el día viendo cosas ñoñas, de leerme dos libros en una semana o que últimamente estoy melancólica recordando mis buenos momentos.

O a lo mejor es porque simplemente me he cansado de estar siempre indiferente de la vida y me apetece cambiar.

Con deciros que llevo dos días incapaz de dormir la siesta ya os digo como ha cambiado mi vida.

Y es que la gente tiene razón con eso de que se nos pasa la vida mientras damos largas a la felicidad.

Me he cansado de esperar para ser feliz, de dejarlo para el fin de semana, para cuando termine los exámenes o para cuando tengo un novio guapísimo con el que pasar las horas muertas.

Así que ahora que ya no tengo excusas, que no puedo culpar a la falta de tiempo, la falta de sueño o la falta de ganas. Va siendo hora de que me ponga en serio con mis sueños.

De que saque todas las fuerzas que tengo escondidas y empiece a ser realista y termine con eso de dejar pasar la vida.

Voy a cumplir mis objetivos, voy a vivir la vida que quiero por el simple hecho de que es absurdo no hacerlo.

Porque pensamos que la felicidad depende de la suerte.

Cuando vemos a alguien que ha conseguido un objetivo nos dedicamos a decir "vaya que afortunado es tal que ha conseguido esto, que suerte tiene" o "jo, que envidia noséquién que ha logrado eso que yo también quiero"

¡Y UNA MIERDA!

Constéstame a una cosa: si él lo ha conseguido, ¿por qué no lo vas a conseguir tú?

¿Qué tienen los que te rodean para ser feliz que tu no tengas?

Oh, ya te respondo yo: fuerzas, ganas, determinación, ideas claras....

¿acaso no puedes tener tú todo eso?

O qué esperas, que mañana te levantes y tengas el cuerpo que deseas, el chico de tus sueños en la puerta, el trabajo que querías y las notas que ni imaginabas porque el hada de los dientes te lo ha dado.

Por favor deja de ponerte excusas y empieza a luchar por lo que quieres.


Que a mi me da igual. Que cada uno tiene bastante con luchar con sus demonios, con enfrentarse a su propio espejo y con pelearse con su vida.

Solo te voy a preguntar una cosa más:

¿Es esta la vida que quieres?




Si la respuesta es no. Creo que tienes un serio problema que solo tú puedes solucionar. 

Como un suspiro cuando nos falta oxígeno

Fuck off

¿Existe algo mejor que levantarte y mandarlo todo a tomar viento e irte?

No.

Creerme que no.

Las ocho de la tarde es el mejor momento para parar el mundo, para hacer que la vida siga. Sí, pero sin ti.

Y eso he hecho.

Me he levantado, he guardado lo que estaba haciendo y bajado la pantalla del ordenador.
Lo he suspendido todo.

Por una vez he dejado todo a medias, me he ido sin responder a skype, sin mirar WhatsApp y sin preocuparme en si las ovejas de la granja estaban alimentadas.

He plegado el ordenador y con él mis responsabilidades, mis preocupaciones y me he enfundado el bikini.

¿Cuál es el truco?

Dejar que la felicidad pase rápido, para no recrearnos ni darnos tiempo a cagarla.

Me he puesto el bikini y a las ocho de la tarde, antes de que mi padre me preguntara a dónde iba yo ya había salido de casa, antes de que nadie me reclamara por alguna red social he apagado el 3G y antes de que me pensara si el agua estaba demasiado fría ya me llegaba a la cintura.

Eso es felicidad.

No pensar.
                  Actuar.


No darle tiempo a la conciencia a decirte si está bien o mal, si deberías terminar lo que estabas haciendo antes de irte a bañarte, de contestar a alguien y no dejarle a medias o de pensártelo mejor antes de meterte en el agua congelada.


Y cuando lo haces te das cuenta de que las mejores decisiones son las que se toman con el corazón.

Y soy consciente de lo realmente ñoño-utópico que suena esa última frase, pero también soy consciente de lo mucho que merece la pena.

Porque cuando estas sola, en la inmensidad del agua, donde sabes que ningún sonido te molesta, donde no hay ruiditos de móviles, de ordenadores ni de nadie que te pide que hagas nada.
Cuando solo estás tú y las olas.

Eres consciente de lo realmente afortunado que eres.




Que la felicidad la tienes cada día contigo y eres tú el que decide cuando la sacas a relucir.


lunes, 5 de mayo de 2014

Reflexión de un sábado

Ella echó la llave, ya nadie iba a entrar por esa puerta nunca más.


Esta noche realmente he aprendido algo.
No me refiero a los montones de apuntes que llevo todo el puente pasando,
si no a una de esas lecciones que te da la vida en cualquier momento y lugar.

Y con esta me he dado de bruces.

He aprendido que la gente que decide irse de tu vida, los que te abandonan voluntariamente, a esos hay que dejarlos irse. Tienes que dejarlos alejarse, sin hacer otra cosa que guardar con cariño todos los recuerdos que te dejan.

Porque no podemos mantener a nuestros lado a quien no quiere permanecer.

Porque no podemos aunque nos duela, obligar a alguien a querernos,

Yo esta noche creo que por fin una parte de mi ha dejado irse a varias personas, quedándose con lo bueno. Permitiendo que los recuerdos no duelan.
                                                        O bueno, de momento que duelan un poco menos,

Pero poco a poco, si Roma no se construyó en un día no voy yo a superar algo en unos meses ¿no?

Pero que los deje irse no significa que vaya a olvidaros.

En noches como la de hoy volveré a esos buenos recuerdos.

Porque hoy he sido consciente de lo verdaderamente feliz que he sido, de los montones de momentos de plenitud que he tenido la suerte de disfrutar.
De la gente maravillosa que ha caminado a mi lado,
incluso cuando ahora ya no comparten mi sombra.


A todos los que me hicisteis sonreír un día, a todos los que alguna vez me demostrasteis que la vida es el mejor regalo del mundo.



Muchas gracias por regalarme mi pasado, por haber formado parte de él y por hacerme ser hoy quien soy.


"Las huellas dactilares no se borran de la gente que tocamos"

jueves, 24 de abril de 2014

Sé el viento que mueve la nube.

Eso era todo lo que deseaba...

Nos pasamos la vida siendo espectadores de besos, de reencuentros, de sonrisas y de locuras hechas en nombre del amor.

Vemos a menudo como la gente se equivoca, la vemos llorar y somos fieles seguidores de sus derrotas.

En la vida se nos enseña a decir la verdad, a dar las gracias y a perdonar.

                                                           Pero no nos enseñan a decir la verdad con el corazón, a dar las gracias con una sonrisa sincera y a perdonar con las lágrimas en los ojos y el dolor en el alma.


A lo largo de mi vida he tenido la suerte de leer historias de amor de las de verdad, de las que ponen el vello de punta y te hacen pensar y confiar, estúpidamente, que esta sociedad aún tiene salvación.
Pero entonces cierras el libro, apartas las palabras y miras a la realidad.

Nos pasamos la vida viendo besos en la tele y escuchando palabras de amor que en el fondo, no son más que acciones interpretadas por unos actores.

A menudo vemos como en las películas cosas siempre acaban bien, como la amistad triunfa siempre por encima de las cosas.
Y luego somos los primeros que nos cuesta perdonar.


Yo me he propuesto buscarlo.

Buscar alguien que pida perdón, aún con el rostro mojado, alguien que bese de verdad, con la sinceridad de los que nada más que son capaces de ver a la otra persona.
Me he propuesto salir a la calle y ayudar a cualquiera que lo necesite, solo por el placer de ver una sonrisa que no sea la de las fotos falsas de instagram.

Creo que está sociedad está patas arriba, que ha olvidado los valores y lo que de verdad importa.
Pero también creo que aún podemos salvarla.

Porque todos nos equivocamos
                                                y todos tenemos derecho a una segunda oportunidad.

Porque la vida es eso, oportunidades.

Yo ya he empezado a perdonar, que creo que es el primer paso para que la vida, vuelva a merecer un poquito la pena.


Así que ahora, voy a salir a la calle a buscar a gente que como yo




Tenga ganas arreglar y limpiar un poquito el mundo.

domingo, 20 de abril de 2014

Já con J de Sarriu te Jodes

Ya lo decía mamá, las mentiras tienen las patitas muy cortas y los ocultamientos también.

¿Qué hacer cuando alguien sobrepasa la línea?
¿Qué haces cuando alguien te hace algo capaz de darte ganas de tirarlo todo al mar?

Todos nos enfadamos, todos tenemos malos días.
Todos le hemos puesto alguna vez mala cara a alguien que no lo merece o hemos deseado pegarle un puñetazo a una persona que nos importa.

Pero sin cruzar la línea.

Quedándote en eso.

En una pelea, una discusión acalorada, incluso un par de frases un poco fuertes.

                                     Pero sin cruzarla,

Sin irte al otro lado.


Y puede que parte sea culpa mía, de hecho en las peleas las dos partes siempre tienen un poco de culpa.
Y puede que no debiera haberme enterado nunca, al fin y al cabo ese era tú plan.

No debí hacerlo.
                                           No debiste dar pie a que lo hiciera.

Pero la culpa está claro que es mía, por no ser capaz de olvidar, por no pasar página.

Me corte con la estúpida página y ahora esa herida no me deja en paz.

Eras eso, una herida, algo que supongo que con el tiempo se habría curado.

Supongo....¿a mi qué me dices? si no he conseguido curarme.

Y ahora me siento traicionada por la persona que debía estar ahí, acompañándome mientras esa herida se cerraba.

Por la que debía darme la razón incluso aunque no la tuviera ¿para eso están no? 


Yo ya me he cansado de intentar cambiar, de intentar hacer las cosas bien, de ir de frente y poner sonrisas.
Me he cansado de querer avanzar y no poder, y cansada de recorrer los mismo metros incluso pensar que podría llegarse a un punto medio.



Pero ya no, 
                                 He llegado a lo que la gente llama un punto de inflexión, un lugar de no retorno.

Aunque yo tampoco quiero retornar.

No quiero que esto quede en una pelea sin más, incluso aunque tus explicaciones sean las más convincentes, incluso aunque tengas razón e incluso aunque nada sea lo que parece.



Simplemente no me apetece.

Quiero cerrar el puto libro, prenderle fuego a la estantería e irme tan lejos donde ni el humo se vea.

Me siento traicionada y de verdad que espero que este sentimiento me dure mucho, porque no quiero perdonar, no quiero que se arreglen las cosas, ni que todo vuelva a estar bien.



Porque has cruzado la línea.




Y los amigos, pase lo que pase, nunca lo hacen. 

jueves, 17 de abril de 2014

Como la luz de las pesadillas.

Jugando a ser irracional

Hacia tiempo que no me pasaba por aquí, lo cual debe interpretarse como algo bueno ya que cuando suelto estas palabras suele ser por necesidad de expresarme, de soltar lo que llevo dentro y de haceros saber que es lo que pienso

¿Por qué? ¿qué sentido tiene publicar mi vida?

No sé, supongo que por terapia, supongo que porque todos necesitamos contar lo que sentimos o simplemente por algo totalmente irracional.

Y como la razón últimamente en mi vida parece que ha pasado de moda voy a hablaros de la irracionalidad.

Hoy voy a escribir sobre algo que tenemos todos, algo que está presente en la vida del más feliz y del más desgraciado.

Del más rico al más pobre.

Algo que tu también conoces.
                                                                              Voy a hablar del miedo.

De esa sensación de sudor frío en la espalda, de ese tembleque en la voz y de ese puño que te oprime por dentro.


Y más aún, voy a hablar de los miedos absurdos e irracionales.

Como el miedo a perder algo que te importa.
                                                O alguien demasiado necesario.


Todos hemos tenido alguna vez ese miedo absurdo a contarle algo a nuestros padres, a pedirles permiso para algo que sabes que no te van a dejar cuando, si te paras en frío y lo analizas, ¿qué te van a hacer?

¿Acaso te van a echar de casa? ¿van a dejar de dirigirte la palabra?
No, claro que no.

Pero sin embargo ese miedo absurdo sigue ahí, como una losa que no te deja hacer lo que más deseas.

¿Por qué?

El por qué es eso que yo me llevo cuestionando unos días. Básicamente desde que una mañana me desperté y me dí cuenta de que me importaba una mierda lo que pensaran los demás, de que me daba igual que todos me dijeran que me estaba equivocando solo por hacer lo que de verdad sentía.

Ir en contra de todos solo por el placer de vivir mi vida es lo mejor que he sentido en mucho tiempo.

Así que ahora me dedico a eso, a hacer lo que siento sin preguntar si alguien opinará que está mal, si alguien contará por ahí que Sara está tan loca como para hacer cosas que muchos, a priori, no entienden.

Pero con tus padres es diferente, igual que con las personas que realmente quieres, que de verdad te importan.

No puedes evitar que su opinión te afecte, no puedes mirar para otro lado cuando les escuchas decirte que te equivocas, que cometes un error, incluso cuando no te importe darte de bruces contra el suelo solo por el placer de disfrutar tu vida.

De manera que llevo varios días dándole vueltas a este tema del miedo tonto, del miedo irracional, no a la reprimenda o a las consecuencias.

Dudo que sea miedo a un castigo o algo así.

Es algo mucho más profundo, y sobre todo, doloroso.

Es el miedo más doloroso que existe: el miedo a decepcionar a esa persona que quieres.

El pánico a ver en sus ojos reflejados el dolor, el enfado o incluso, la culpa (muchos padres, por ejemplo, se culpan de los errores de sus hijos)

Y yo creo que es que nadie está preparado para hacer daño a los demás, ni si quiera aunque sepan que se les va a pasar, que en unos meses nadie recordará nada.

Porque ese instante te va a doler.
                                                    Y mucho.


Y sé que la gente que te quiere te perdona, te acompaña, incluso cuando no te apoyan o no están de acuerdo.

Pero quizá sea porque ya perdí a personas que prometieron nunca irse.
Porque ya vi el final de muchos "para siempre" que no quiero arriesgarme, no quiero cruzar la línea.

Y estoy decidida a hacerlo, a seguir con mi filosofía de vivir verdaderamente mi vida, sin hacer lo que esperan de mi solo por no llevar la contraria.

Porque si me apetece hacer algo, lo hago. Ya habrá tiempo de arrepentirse después.

Porque todo en esta vida tiene solución salvo la muerte.
Y lo que no tiene solución no merece la pena que te amargue, total, no puedes hacer nada.


Así que creo que voy a echarle valor y por una vez superar mi miedo.


Voy a tomar aire y de paso, alguna decisión.


Porque ya sabéis lo que dicen.




Al miedo, solo se le derrota con recuerdos felices.


domingo, 9 de marzo de 2014

Viajemos al pasado

Te propongo un juego...


Sí, a ti, al que está leyendo esto.

¡Te propongo un juego!

¿Qué te parece si por un tiempo vuelves a ser tu mismo?

Te propongo mirar a los ojos a la persona que de verdad quieres (oh vamos, deja de negar su existencia, todos sabemos que ese "alguien" existe), te propongo que la mires directamente a los ojos y le digas lo importante que es.

Te animo a decir las cosas a la cara, dejar de esconderte detrás de indirectas en twitter y whatsapp a deshoras.

A abrazar de verdad, con sentimiento.

Te invito a viajar conmigo al pasado.
Te regalo un billete a la realidad.

Donde no hay emoticonos, no hay fotos de fiestas ni videos absurdos.

Donde las cosas son reales, donde los corazoncitos se escribían en las esquinas de los libros de texto y las miradas decían más que mil sms.

El amor se expresaba lanzando piedrecitas a la ventana de la persona querida.
La amistad era un simple café en una terraza mirándoos a la cara, sin tener que estar pendiente de ningún aparato.

Donde una bolsa de chuches en un día triste era la mejor forma de demostrar que esa persona te importaba.

Viajemos al pasado, a las faldas que no enseñaban más de lo necesario.
A los pintalabios rojo pasión y los mensajes en botellas.

Viajemos para sentir lo que la contaminación no nos deja ver.

Eh, ¿qué te parece?



¿Jugamos?

Y si esto es la vida

Reniego


Y si un día te levantas y te das cuenta de que te pasas el día temiendo eso que tanto deseas.

Entonces, ¿qué haces?

¿Qué haces si eso que te atrae te aterra tanto como para dejar pasar el tiempo sin actuar?

¿Qué hacer cuando todos pasan por su lado y nadie lo ve?

¿Por qué nadie lo ve?

Por qué todos disfrutan de ese amor barato sin ser conscientes de en lo que lo están convirtiendo.

Acaso es que no os dais cuenta de que los te quieros ya no valen nada, que las sonrisas pierden su valor y que los besos ahora solo son meras formas de entretenimiento.

Ya no queda nada de aquellos tiempos donde los sentimientos eran sinceros, donde los besos se daban con el corazón y no con la entrepierna.

Esas tardes en las que paseabas de la mano de alguien y no compartiendo la atención con un móvil.

Dime tú, ¿dónde quedaron las cartas de amor?

¿A dónde se fueron las ganas de estar de con alguien solo por el mero hecho de disfrutar de su presencia?

A lo mejor el problema es mio, que me he pasado toda mi infancia leyendo historias de amor donde los personajes hacían locuras el uno por el otro, donde las relaciones no eran "un rollo de una noche", donde la gente esperaba meses solo por un beso en un portal, no como ahora que si tardas más de dos tardes en liarte con alguien ya ni merece la pena....

A lo mejor el problema es mio por pensar que aún queda algo por salvar en esta humanidad corrompida por el simple deseo y las relaciones a través de un estúpida pantalla que solo muestran parte de lo que somos.

Quizá deba irme lejos, aún sabiendo que no podré escapar.

Quizá deba asumir que las publicaciones de amor en el tablón del Facebook son las nuevas muestras de "amor"

Pero me niego a pensar que los jóvenes de ahora de verdad son así, prefiero pensar que debajo de todos esos cables, botoncitos y lucecitas, debajo de todo eso aún sigues quedando sentimientos puros.



Aunque está claro que yo no sé de sentimientos.





Total, al parecer eso no es para mi.

domingo, 2 de marzo de 2014

Curioso

Perdida en la inmensidad de un sentimiento...

Hay cosas que por mucho tiempo que pasen siempre te sorprenden, siempre te dejan esa misma sensación en la boca del estómago, esas ganas de más.

Esa sonrisa sincera en los labios.

Y eso que han pasado 9 años.

Nueve años ya....cómo te cambia la vida en nueve años, la de cosas que te pueden ocurrir en todo ese tiempo, lo mucho que puedes crecer.

Y sin embargo, incluso después de tantas hojas de calendario arrancadas sigo volviendo de las acampadas con ese cansancio tras hacer algo que te encanta, con ese deseo querer más,

Esa sensación no querer volver al mundo real ya que supone que te exploten esa pequeña burbuja de felicidad personal.

Y es que debo admitir que me sigo sorprendiendo de como puedes estar muchísimo tiempo sin ver a una persona y que cuando te la encuentres todo siga igual, volver a revivir esos recuerdos juntos y reírte de lo que ya te reíste una vez.

Contar las mismas historias una y otra vez y que sea como la primera.

Y puede que ya no sea una niña, que hace tiempo que deje de ser tropera y que incluso atrás dejé los comandos pero hay algo que siempre está ahí, ese sentimiento que solo unos pocos tenemos el placer de compartir.

Porque debo admitir que aún me sigo fascinando con todo esto.
Que aún hay algo que me emociona cada vez que cantamos la canción de la despedida.


Porque siempre es verdad que "no es más que un hasta luego, que no es más que un simple adiós"


Y eso,



Para mi es magia.

domingo, 23 de febrero de 2014

Agárralo


Se despertó como se despertaba todos los domingos desde que había empezado a entrar el calor, con el pelo revuelto y pegado a la nuca, posiblemente a causa de algún sueño o pesadilla que le había provocado, de nuevo, ese aleteo alocado del corazón dentro del pecho.

Fuera apenas había empezado a salir el sol, aún quedaban los restos de la noche del sábado; aún podía oír las risas de la gente al pasar bajo su balcón.
Se levantó apartando el revoltijo de mantas en las que se había convertido su ordenada cama y de nuevo ese escalofrío que la recorre al apoyar el pie desnudo sobre las frías baldosas la pillo por sorpresa.

Una vez en pie se encogió bajo la camiseta de manga corta que usaba de pijama; podía notar el roce de la tela de algodón en su espalda desnuda, un roce absurdo en comparación con los que ella echaba de menos.

Fue al baño y después de mojarse la cara observo su reflejo en el espejo mientras se concentraba en escuchar el ruido del agua correr, se recogió el pelo de manera despreocupada con una pinza, luego, notando el frío pasar por sus piernas desnudas cogió su móvil, no se molestó en mirar los mensajes y notificaciones que tenía pendientes.

Se acercó al cristal del balcón y ahí se quedó, como cada domingo desde que había empezado a entrar el calor, observando su reflejo en la transparente superficie mientras de fondo, una vez más, el sol salía, ajeno a todo.



De fondo sonaba aquella canción, la que compuso solo para ella, lo único que le demostraba que todo fue real.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Creando sueños

Viviendo realidades...

Hace 6 meses yo ni imaginaba lo que era compartir casa, lo que era tener alguien a quien llamar "compañera de piso"

Pensaba que era compartir casa con alguien, vivir en el mismo espacio que otras personas, normalmente con personas conocidas.

Podía pensar que era como en las películas, vivir con dos amigas, celebrar cada semana una fiesta donde al terminar pareciera que había pasado un huracán por la casa, usar platos de plástico porque los de verdad normales están en una pila enorme en el fregadero, esperando a que los laven, tener la música a todo trapo las 24 horas o comer pizza cada día.

Ahora sé que las fiestas no son nunca en tu casa, que la que ensucia limpia y que pa música ya tenemos a las de arriba.

Pero hablando de ellas....

Podría decir que nunca he tenido un hermano, pero claramente estaría mintiendo, porque sí que tengo uno (de los mejores además) y aunque ellas no me hacen el desayuno, no me amenazan y chantajean con chivarse a mamá o me enseñan a jugar a la play; cada día me enseñan algo nuevo, me roban la manta del sofá y las peleas para elegir el canal son una versión light de las de hace unos años.

Son esas personitas que cuando llegas de un mal día de clase te escuchan (o no, pero no te interrumpen mientras le cuentas tu vida), son esas que te dicen "¿Espárragos con mayonesa? MAAAAAL SARA MAAAL"

Las que te prestan lo que sea.
Y las que te dejan post-it de ánimo y suerte para los exámenes en el espejo del baño.

Son las mejores compañeras de manta y sofá.

Porque pocas cosas unen tanto como tender la ropa interior de otra persona 
Esos grititos cuando vemos fotos de cosas blanditas y achuchables.

Porque la familia no se elige, las amigas te apoyan en todo y las compañeras de piso son la fusión perfecta.

Tan bordes como las amigas, tan cariñosas como la familia.

Con ese punto de calidez propia de las que comparten frigorífico, sudor en el gimnasio y charlas a deshoras.

Y  no sé que será de nosotras, de las carreras y futuros trabajos.

No sé si estarán ahí para reirse de nuestros cuadros de macarrones, para ver crecer a Pepi o para aguantar las épocas de exámenes que nos esperan.

No sé si será nuestro último año juntas aquí, si después se acabaran las peleas tontas y los whatsapp haciéndonos bulling mutuamente.

Solo sé que hacéis que estar en el congelador que tenemos por casa sea lo mejor del mundo.
Porque vosotras sois las que aportáis calidez a este puñado de habitaciones, las que hacéis que la universidad sea la mejor época de todas.

Gracias por estar ahí.

Por soportarme (que ya tiene mérito) por todo lo que hemos vivido desde nuestra primer visita a ver casas cuando la Marijose nos dejo tiradas hasta el día de hoy.

Me habéis regalado momentos que no cambio por nada, enseñanzas que no olvidare, fiestas irrepetibles y risas irreemplazables.


Porque lo que une la jarapa ya no lo separa nada.



Siempre seréis mis ángeles de Henry 



viernes, 7 de febrero de 2014

Del tiempo que nos queda.

Persigamos a la luna
Bailemos entre las estrellas.


Hablemos de montañas rusas, de luces y sombras.

Hablemos de odio y suficiencia.
Hablemos del día que se va, y de los que ya no vuelven.

Hablemos de ese amor que está de moda, el que se mide en emoticonos y últimas conexiones.

Hablemos del miedo a enamorarnos
y del pánico a que nos hagan daño.

Hablemos de amaneceres tintados de rosa y de noches entre sus sábanas.

Hablemos del dolor que te provoca el reír sinceramente,
y de esa pureza que aparece tras las lágrimas.

Hablemos de como nos enfrentamos al nuevo día, de como nos peleamos cada noche.

Hablemos de metas alcanzadas y fracasos dolorosos.

Hablemos de cosas que se rompen y de ese nudo en el estómago.

Hablemos de las famosas mariposas y de la fingida soledad del catorce de febrero.

Hablemos de días normales,
de tardes de buena compañía.

Hablemos de acordes y palabras silenciadas.
Hablemos de palabras impresas y sonrisas dibujadas.

Hablemos de polvo y suciedad,
de heridas sin sanar.

Hablemos a ras de la piel,
sin olvidar hablar en susurros.

Hablemos de espacios, de gentes, de coches en marcha y autobuses que se retrasan.

Hablemos de una pañoleta,
de una canción de infancia.

Hablemos de mares tan profundos donde no seas capaz de ver el fondo
y de esa mano que siempre te acompaña.

Hablemos de ese lunar en el cuello, de cómo sabrán sus labios.

Hablemos de lo que pudimos ser y no fuimos,
de lo que ya nunca seremos.

Hablemos de cielos inmensos donde falten dedos para contar las estrellas.

Hablemos a gritos.

Hablemos de la pieza que no encaja,
de la pantalla que no te pasas.

Hablemos por móvil, a la cara,
o por mensajes en una botella.

Hablemos sin decirnos nada, solo por el placer de mirarnos a los ojos.

Hablemos de cómo sabe el chocolate,
y de la gota de sudor que resbala por tu frente.

Hablemos de cosas adorables,
y hablemos de las promesas que se quedan en el aire.

Hablemos de tus buenos días,
y hablemos de los intentos de despedida.

Hablemos de los hasta pronto que se quedan sin retorno,
de la resaca del sábado y del último abrazo.

Hablemos de fantasmas y horrores que vuelven cada madrugada.
Hablemos de luces apagadas.

Hablemos de números y comas. De vasos medio vacios.

Hablemos de ti y de mi y de los sueños que nos quedan por cumplir.
Hablemos del hueco de tu clavícula, de la forma de tu espalda.

Hablemos de fracasos, desengaños y dulces de navidad

Hablemos de papelitos de colores y dados.

Hablemos del sonido de tu risa,
de tu música.

Hablemos de mis ganas de desaparecer,
hablemos en clave de fa.

Hablemos de vocaciones frustradas.

Hablemos del murmullo que no calla y de mis ganas de abrazarte.

Hablemos de ilusiones, falsas esperanzas,
y canciones a pie de calle.

Hablemos en francés, en inglés o en el idioma de los sueños.

Hablemos del hambre, la injusticia.
Hablemos de las pompas de jabón.

Del olor a nenuco y del calor de la estufa en invierno.

Hablemos de caricias y paseos en bicicleta.
Hablemos de las nuevas experiencias.

Hablemos de montes demasiado altos y de autoestimas demasiado bajas.

Hablemos de la lluvia, los gatos y de tu forma en mi colchón.

Hablemos de ellas y del asqueroso poder del dinero.
Hablemos del peso de un buen libro.

Hablemos de la magia de las primeras veces y del peso de las mantas.

Hablemos de todo y de nada.



Hablemos de lo que quieras, pero hablemos.

Con fecha de antes de ayer

Las palabras se las lleva el viento, los hechos en cambio, se clavan en el alma. 

He leído tantas veces eso de "como cambian las cosas en un año" y cosas por el estilo que ya ni le prestaba atención; hasta que llega un día que recuerdas perfectamente qué estabas haciendo hace 365.
Dónde estabas, con quién....Todo.

Y entonces es cuando lo ves, cuando te das cuenta.

Y ahora yo me pongo a hacer memoria, aquí, en el tranvía a las ocho y cuarto de la mañana, con la cabeza apoyada en el cristal y recordando qué era de mi hace tan solo un año.

Y hago memoria de los que están, de los que no, de lo que hice, lo que no tenía que hacer. De lo que no conseguí y de mis errores.

¿Me arrepiento?
                               No sé.
¿Debería?
                               Tal vez, pero, ¿Acaso no se aprende fallando?
¿Me siento orgullosa?
                               Para nada.

Pero, ¿acaso puedo hace algo más que vivir con mis demonios? ¿acaso puedo arreglar alguno de los desastres cometidos este último año?

¿y cualquiera de los cometidos mucho antes?

Así que hoy doy un respiro a mi felicidad, salgo de mi burbuja de universitaria con una vida "fácil" que "todo" le sale bien y me permito un momento de silencio.

Un momento de luto por lo que fui, por lo que perdí, por lo que ya no volverá y por todo lo que aprendí a base de caídas y raspones.




Hoy me escapo y me escondo en mis fracasos.



Hoy aprendo de los errores y asumo consecuencias.






Y a ti, felicidades.


lunes, 20 de enero de 2014

Afú

Hablemos de todo menos de mi...

Hablemos de como esta sociedad acaba con los pequeños detalles, de como la felicidad es un emoticono y el enfado una señal baja de Internet.

Hablemos de ese arranque psicótico cuando se te cae el wifi o de ese miedo absurdo cuando te salta el anunció en la pantallita del móvil avisando de que le queda poca batería.

Hablemos del, "oye, ¿me dejas tu cargador?" cuando vamos a casa de alguien o de ese "¿Te has enterado de tal cosa?- si, lo leí en twitter"

Saquemos a la luz ese amor que está de moda basado en últimas conexiones y en que seamos la última con la que habla antes de irse a dormir.

De como la inmensa mayoría de las parejas antes de empezar a salir ya se han dicho Te Quiero por facebook, twitter, whatsapp o a saber qué red social.
Los celos traducidos en cotillearle a todas horas lo que publica en las redes sociales, cuando es su última conexión o cuándo está en línea.

Y es que daría mi móvil, mi ordenador, mi televisión y el portátil desde el que escribo esto por volver a cómo estábamos antes.

Nadie niega los avances de la información, nadie quiere volver a tener que acudir a las pesadas enciclopedias para hacer un simple trabajo de clase, a tener que llamar por teléfono uno a uno a todos tus amigos para quedar una simple tarde o lo aburrido que era no saberte la vida privada de todo el mundo pero....¿Soy la única que desea volver a cómo estábamos antes?
Cuando podías desaparecer sin que al volver tuvieras que reiniciar el móvil porque te han petado el whatsapp, cuando llevabas el móvil encima por seguridad, por si te quedabas tirada en la estación de tren avisar a alguien, y no para mantenerte 45 minutos entretenida usando el 3G.

Cuando nadie sabía a qué hora te acostabas y levantabas porque lo marcaba tu última conexión.
Admítelo, lo último que haces al acostarte y lo primero que haces al levantarte es mirar el móvil.

Yo quiero poder desaparecer sin que nadie me eche en cara " te mande un guasap y un tweet y no lo viste" y yo pensando "Si tan urgente era, ¿no podías llamarme? Si tantas ganas tienes de saber qué tal estoy, como me fue el examen o de verdad querías quedar conmigo ¿no podías llamarme?"

Oh vamos, nos hemos convertido en dependientes del Internet, con la absurda necesidad de saber la vida de gente que ni conoces o poco más que de vista. Con la estúpida manía de tener que estar las 24 horas del día disponible para todo el mundo.

Por no hablar de lo que ahora llaman amor.

Sinceramente, yo no quiero que me manden mensajitos a todas horas, no quiero corazones de colores en mi pantalla del telefono. Quiero un post-it en la puerta diciendo que me echas de menos y visitas inesperadas cuando esté desesperada estudiando en mi fría habitación.

A lo mejor es que soy una antigua, de las que prefieren quedar con la gente y hablar a la cara, de las que reniegan de las tecnologías siendo una adicta más.

A lo mejor es que esta no es mi época, que yo hubiera sido feliz hace 40 años, cuando los sentimientos eran ciertos, cuando las cosas se demostraban y cuando las palabras estaban escritas en papel.


Y a lo mejor algún día me canso, y lo mando todo a paseo. Me quito el 3G y uso el Internet para lo necesario.

Pero la pregunta es



¿Quién estará ahí cuando no sea tan fácil de localizar como una de tus últimas conversaciones de WhatsApp?


domingo, 12 de enero de 2014

Veneno del bueno

Hemos venido a jugar...

Hoy hemos venido a hablar a las claras, abramos el cajón de la mierda, saquemos lo que llevamos dentro con la esperanza de que tal vez, a lo mejor, quien sabe, luego nos sintamos un poco mejor, como cuando después de los campamentos de verano deseas llegar a casa para lavarte el pelo y sentirme un poco más humana.

Hablemos de como mi estupidez no me deja dormir, de como mi odio propio me frena a cada paso que doy, por no hablar de cuando me hace retroceder.

Seamos sinceros y digamos a las claras, y públicamente que mi mayor error es sentirme inferior a todo el mundo. Que hasta la persona más ruin, más rastrera y más odiosa tendrá siempre algo mejor que yo.

Y es que una vez mi profesor de geografía me dijo que cuando una persona está sola, siendo tan genial (como todos me pintáis cuya opinión no comparto) es porque algo esconde, porque hay algo raro.
A lo mejor es porque estoy rota.

A lo mejor es porque la única vez que pude sentirme especial me hicieron daño.

A lo mejor es porque a veces rozo lo patético y cruzo la linea de la idiotez.

O simplemente porque nadie es objetivo y puestos a tomar opiniones subjetivas tomo la mía que sin duda es la más distorsionada.

Pero yo hoy venía a hablar a las claras, a desahogarme de verdad, sin metáforas, palabrería bonita y fotos de tumbrlsdlnfsfc

Yo venía a hablar de como me odio, como no lo supero y como nunca conseguiré pasar y seguir con mi vida si no me soporto.

Pensar que nunca seré capaz de querer a nadie porque siempre me sentiré inferior, siempre pensaré "pero ¿cómo puede estar con alguien cómo yo? ¿cómo alguien tan fantástico puedo de entre todas las personas que hay mejores que yo fijarse en mi?"
¡Oh vamos! si hasta a veces pienso que mis amigas no me quieren tanto, que a la gente que le importo no le importo tanto como dice. Que están conmigo por algo, por alguien o por no estar.

¿Por qué siempre que me dicen algo bonito pienso "lo dice por decir" "es por quedar bien" "me dice eso porque, ¿qué me va a decir?"

Y así van casi 19 años de odio supremo, odio insano, odio del que te come por dentro, del que te envenena poquito a poquito.

Porque empiezo a pensar que el problema no es cómo me veo por fuera (lo que no quita que si tuviera un cuerpazo, unos ojos preciosos, una sonrisa de las que enamoran y un pelo de anuncio las cosas serían totalmente diferente) si no como soy por dentro.

Porque absurdo es ver a alguien más gorda que yo y decir "no, si esta delgada" y luego verme a mi y no ser capaz ni de atribuirme un adjetivo como lista, graciosa o simpática.

Y a lo mejor es porque estoy estúpida-sensible por los exámenes, porque necesito un abrazo o porque me canso de quererle en silencio.
O a lo mejor es porque anoche me sentí humillada, desnuda e indefensa en un estúpido grupo de guasap delante de la mayoría de mi clase, que seguro que ni siquiera prestaba atención.

O puede que simplemente no estoy hecha para compartir, si no para la soledad y la amistad a varios pasitos de distancia y sé que me diríais todos, sé que vuestra respuesta en el caso de que me respondierais será que un día alguien me hará cambiar de idea, que tengo que quererme más, que no estoy sola y blablabla ahorraoslo.

Y no sé que pretendo con esto, sé que mendigar cariño no desde luego porque no quiero pensar que alguien pueda leer esto, porque sí, porque soy tan sumamente absurda que publico cosas que no quiero que la gente lea solo porque es lo más parecido a contar las cosas que soy capaz de hacer.

Cansada de ver lo que no soy en todos lados, cansada de desear lo que todos tienen y cansada de, no sé, no poder cambiar tal vez, proponermelo y no lograrlo....ni si quiera sé que quiero.

Tal vez olvidar, tal vez continuar.


Tal vez, simplemente, dejar de tirarme piedras sobre mi propio tejado y empezar a superar y aceptar(me)





Y si has llegado hasta aquí abajo, te pido, de nuevo que te compadezcas, te de penita cual perrito abandonado y cierres el blog, pero sobre todo que mañana, o el viernes, o el martes de dentro de dos meses no me abraces, no nombres esto, no pongas en tu boca mis completos y no me mires como si me conocieras solo por haber metido la punta de tu nariz en una pequeña parte de mis miedos y más bajos odios.