lunes, 20 de enero de 2014

Afú

Hablemos de todo menos de mi...

Hablemos de como esta sociedad acaba con los pequeños detalles, de como la felicidad es un emoticono y el enfado una señal baja de Internet.

Hablemos de ese arranque psicótico cuando se te cae el wifi o de ese miedo absurdo cuando te salta el anunció en la pantallita del móvil avisando de que le queda poca batería.

Hablemos del, "oye, ¿me dejas tu cargador?" cuando vamos a casa de alguien o de ese "¿Te has enterado de tal cosa?- si, lo leí en twitter"

Saquemos a la luz ese amor que está de moda basado en últimas conexiones y en que seamos la última con la que habla antes de irse a dormir.

De como la inmensa mayoría de las parejas antes de empezar a salir ya se han dicho Te Quiero por facebook, twitter, whatsapp o a saber qué red social.
Los celos traducidos en cotillearle a todas horas lo que publica en las redes sociales, cuando es su última conexión o cuándo está en línea.

Y es que daría mi móvil, mi ordenador, mi televisión y el portátil desde el que escribo esto por volver a cómo estábamos antes.

Nadie niega los avances de la información, nadie quiere volver a tener que acudir a las pesadas enciclopedias para hacer un simple trabajo de clase, a tener que llamar por teléfono uno a uno a todos tus amigos para quedar una simple tarde o lo aburrido que era no saberte la vida privada de todo el mundo pero....¿Soy la única que desea volver a cómo estábamos antes?
Cuando podías desaparecer sin que al volver tuvieras que reiniciar el móvil porque te han petado el whatsapp, cuando llevabas el móvil encima por seguridad, por si te quedabas tirada en la estación de tren avisar a alguien, y no para mantenerte 45 minutos entretenida usando el 3G.

Cuando nadie sabía a qué hora te acostabas y levantabas porque lo marcaba tu última conexión.
Admítelo, lo último que haces al acostarte y lo primero que haces al levantarte es mirar el móvil.

Yo quiero poder desaparecer sin que nadie me eche en cara " te mande un guasap y un tweet y no lo viste" y yo pensando "Si tan urgente era, ¿no podías llamarme? Si tantas ganas tienes de saber qué tal estoy, como me fue el examen o de verdad querías quedar conmigo ¿no podías llamarme?"

Oh vamos, nos hemos convertido en dependientes del Internet, con la absurda necesidad de saber la vida de gente que ni conoces o poco más que de vista. Con la estúpida manía de tener que estar las 24 horas del día disponible para todo el mundo.

Por no hablar de lo que ahora llaman amor.

Sinceramente, yo no quiero que me manden mensajitos a todas horas, no quiero corazones de colores en mi pantalla del telefono. Quiero un post-it en la puerta diciendo que me echas de menos y visitas inesperadas cuando esté desesperada estudiando en mi fría habitación.

A lo mejor es que soy una antigua, de las que prefieren quedar con la gente y hablar a la cara, de las que reniegan de las tecnologías siendo una adicta más.

A lo mejor es que esta no es mi época, que yo hubiera sido feliz hace 40 años, cuando los sentimientos eran ciertos, cuando las cosas se demostraban y cuando las palabras estaban escritas en papel.


Y a lo mejor algún día me canso, y lo mando todo a paseo. Me quito el 3G y uso el Internet para lo necesario.

Pero la pregunta es



¿Quién estará ahí cuando no sea tan fácil de localizar como una de tus últimas conversaciones de WhatsApp?


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