domingo, 18 de febrero de 2018

Llueves

A veces nos empeñamos en darnos segundas oportunidades.

Nos metemos en la piel de otro que no somos nosotros y paseamos por las calles intentando que nadie vea que esos no son nuestros zapatos.

Miramos a la vida a los ojos y la desafiamos a tomar nuestras propias decisiones,
le decimos que ahora somos nosotros los que vamos a buen puerto.

Pero las reglas no son tan simples y cambiar la carcasa no cambia el interior, por mucho que cambies el decorado, cambies el ron cola por bebidas sofisticadas y te pongas corbata cuando todos saben que eres más de pantalón de deporte.

Quieres cambiar el rumbo y te crees con el poder de decir al viento hacia dónde soplar.

Inocente niño idiota que sueña con ir más allá de su destino.

Que te crees las frases de M. Wonderfull prometiendo poner al alcance de tu mano el rumbo de la historia.

No comprendes que tu rol lo decide el que escribe,
como el autor que sacrifica un personaje por un buen final.

No te hagas amigo del narrador, él es solo otro pobre iluso que hace lo que le mandan.

Así que vuelve a casa, quítate esos estúpidos zapatos que no son los tuyos, baila solo en el salón como hasta ahora, sírvete un cubata baratero.

Da los buenos días al sol en calzoncillos otra mañana más.




Asume que hay batallas que tu no tienes luchar,
que a lo mejor no eres el protagonista de esa historia que sueñas.





Que tal vez tu deseo no es más que un molino disfrazado de gigante

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